martes, 12 de enero de 2016

Memoria poética. Carlos Bousoño: La eterna primavera I





Memoria poética  
Carlos Bousoño: la eterna primavera  I


El poeta. crítico literario ensayista e investigados poético y académico Carlos Bousoño Prieto falleció en un hospital de Madrid el pasado 24 de octubre de 2015. Tenía 92 años (nació en Boal, Asturias, el 9 de mayo de 1923) y los últimos años había permanecido retirado debido a una enfermedad en su casa de El Plantío de Majadahonda, Madrid.

El adiós de este hombre me produjo mucha tristeza y el eco en los medios informativos más ( apenas unas notas biográficas sobre su trayectoria y poco más), ya que considero que ha sido, dentro del panorama poético español, no solo una buena persona que lo fue, no sólo un buen poeta que lo fue, no sólo una gran profesor que también lo fue, sino que como investigador sus ensayos sobre la teoría poética  Teoría de la expresión poética en 1952 y El irracionalismo poético(el símbolo), en 1977. Este libro obtuvo el Premio Nacional de Ensayo en 1978. Ambos libros han supuesto  mucho dentro del panorama poético español desde los años 50 en adelante.



La primera vez que supe de Carlos Bousoño fue en 1980, cuando entró en la Real Academia Española, porque Claudio Rodríguez y él eran grandes amigos y recuerdo que Claudio comentaba que Carlos Bousoño era el más indicado para entrar en la Academia porque era un maestro de la teoría poética, de la investigación poética y de la poesía. Como yo no le había leído, el poeta zamorano me recomendó dos libros suyos: 

Primavera de la muerte, un poemario editado en 1946 de  corte existencialista, reflexivo y cercano a la mística y un libro del que recuerdo que me dijo literalmente: "tienes que leer un libro que publicó más o menos cuando yo vine a Madrid (Claudio llegó a Madrid en 1951 y este libro se publicó en 1952, libro que a lo largo de los años Carlos Bousoño fue enriqueciendo continuamente),  y que  es lo mejor que se ha escrito nunca sobre la poesía, el libro era Teoría de la expresión poética." 


Libro en el que expone su teoría de la metáfora y por el que le concedieron el Premio Fastenrath de la Real Academia Española ese año. Este ensayo  se convirtió en un clásico nada más ser publicado y que ha estimulado la reflexión crítica y estética a decir de la crítica. En este ensayo el autor trata de desentrañar los secretos del fenómeno poético: Carlos Bousoño es autor de abundantes estudios crítico y teórico literarios que versan sobre poesía. Además de las dos obras mencionadas también escribió Seis calas en la expresión literaria española (en colaboración con Dámaso Alonso). Editorial Gredos. Madrid, 1951. Superrealismo poético y simbolización, 1978 y Épocas literarias y evolución. Edad Media, Romanticismo, época contemporánea, 1981.

Carlos Bousoño fue profesor de Literatura española en varias universidades norteamericanas así como en la Universidad complutense de Madrid y fue votado durante muchos años el mejor profesor de esta Universidad. Sus clases fueron siempre lecciones magistrales ya que las impartía sin mirar ni un solo apunte. Su fama como profesor llevó a sus aulas a los más destacados poetas que estudiaron en la Universidad Complutense, poetas como Claudio Rodríguez y Francisco Brines entre otros.
En esta Universidad termino como profesor emérito. También fue doctor honoris causa por la Universidad de Turín (Italia).



Igualmente dio clases en el Instituto Internacional Americano en la calle Miguel Ángel nº 8 de Madrid. Allí le visité en varias ocasiones. Recuerdo que la primera vez que fui, fue para llevarle unas fotografías que le había hecho mi hija cuando me acompañó a su casa porque yo le pedí que viniera como invitado a Tertulias de Autor de Helicón en 1994.  En aquella ocasión y premeditadamente quise también que  José Hierro ejerciera con Carlos de presentador ya que por aquel tiempo el Premio de Poesía que llevaba su nombre parecía correr peligro de desaparecer.


José Hierro, Carlos Bousoño, en el centro como poeta invitado en Tertulias de Autor, y Manuel L. Azorín en 1994

El Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes tenía la intención de eliminar este Premio tras cuatro años ya de permanencia y, con un cierto prestigio entre los poetas, iba consolidándose; pero al parecer no era suficiente. Enfadado como estaba por aquella causa convencí a Carlos Bousoño y a Pepe Hierro para ofrecer aquella Tertulia con dos grandes de la poesía española, ambos Premio Nacional de las Letras, y aproveché para leer, en defensa de la Poesía, unas cuartillas que, en realidad iban dirigidas hacia quienes pretendían eliminar el Premio José Hierro de Poesía. Antes de hacerlo había advertido de mi intención a quienes correspondía ya que me parecía inadmisible que se eliminase sin más argumento que aquel de que la poesía era para minorías y no interesaba.



Aquella Tertulia realizada en un pequeño plató de Canal Norte (el principal estaba en obras) en directo, como siempre, estaba repleta de “minorías” que sí que se interesaban por la poesía. Resultó un hermoso acto poético. Pepe estuvo, como siempre, preciso presentando a Carlos y observando cómo el público  escuchaba con atención todo lo aquellos dos grandes de la poesía nos dijeron. Carlos transmitió como nunca su conocimiento y su emoción que era lo que a él le gustaba. Acabada la Tertulia me dijo que le había gustado mucho mi defensa de la poesía y que había sido muy oportuna ya que Pepe le había puesto al corriente de lo que yo pretendía con ello. Luego me confesó haberse sentido muy bien en la lectura.




Un año después de venir a Tertulias de Autor, Carlos Bousoño, recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, fue en 1995.
Aquella lectura de Carlos Bousoño, la presencia aquella tarde de aquellos dos grandes poetas, junto con mi defensa de la poesía, sirvió como aviso de navegantes. Aviso que dio su fruto ya que aquella idea peregrina de eliminar el Premio de Poesía José Hierro, afortunadamente, no llego a producirse y hoy día es un Premio totalmente consolidado y con 26 años cumplidos ya.  


Carlos Bousoño y Pepe Hierro fueron muy buenos amigos, como lo fueron Claudio Rodríguez, Francisco Brines, el crítico  cubano José Olivio Jiménez y, especialmente, el nobel Vicente Aleixandre.


Congreso de Poesía (Segovia, 1952). De izquierda a derecha: Hierro, José Suárez Carreño, Ricardo Gullón, Vicente Aleixandre, José María Alonso Gamo, Marcial Suárez, Carlos Bousoño y Leopoldo de Luis
Luis Antonio de Villena, tras el fallecimiento de Carlos Bousoño, ha escrito de él: “Cosa rara: alguien muy sensible a los razonamientos lógicos de los demás, que de buen talante aceptaba si le convencían. Delgado y aguileño, conocí a Carlos Bousoño en 1974 y en la vida nocturna de Madrid, que él entonces frecuentaba a menudo con Francisco Brines – su más cercano amigo en lo cotidiano- y un grupo diverso de poetas y críticos como Paco Nieva, Claudio Rodríguez, y el profesor cubano José Olivio Jiménez… Cuando lo conocí (y surgió muy viva la amistad porque Bousoño era naturalmente abierto y simpático) no hacía mucho que se había publicado Las monedas contra la losa-1973- uno de sus mejores libros de poemas y que fue Premio de la Crítica. Conocí a Bousoño por Brines, pero de palabra ya lo conocía, no sólo por haberlo leído, sino porque Vicente Aleixandre, que fue su mentor y su amigo más íntimo, me había hablado muchas veces de Carlos, que se pasaba a diario por Velintonia 3 (la casa de Aleixandre) a visitar al poeta y a su hermana. Fue una amistad cercana e íntima y por ello Aleixandre quiso que sus escritos y objetos íntimos fueran para Bousoño...”,

Carlos Bousoño estuvo en la terna  del Premio Cervantes en varias ocasiones, la última, que yo sepa, fue el año 2000 (año en el que José Hierro formó parte del jurado como ganador del Cervantes, premio que recogió en 1999). El diario El País lo reflejaba así el 13 de diciembre de ese año 2000: “Tras una maratoniana reunión del jurado y después de 10 votaciones, Francisco Pérez Martínez, escritor y periodista (Madrid, 1935), mucho más conocido como Paco Umbral, logró ayer el Premio Cervantes, superando en la final al poeta y académico Carlos Bousoño por seis votos a cuatro.”


Es fácil imaginar a Carlos Bousoño decepcionado sabiendo del fallo cuando había estado tan cerca de conseguir el galardón.  Si hubo, como refleja El País, diez votaciones fue porque el premio estaría muy reñido y los finalistas quedarían empatados a votos en varias ocasiones. Imaginaos que así fue y que alguien del jurado,  hubiese cambiado su voto para dárselo a Bousoño. Entonces habría sido él el ganador en lugar de Umbral y por la misma diferencia de votos. Podía haber sucedido así; pero no sucedió. Carlos era un hombre desprendido para con los amigos y poco dado a solicitar de ellos nada que no fuese su amistad y su afecto. Tal vez por esa razón los amigos, a veces, se olvidaran de Carlos. En fin, eso es algo que sólo el jurado podría decir que es quien lo sabe. Lo que sí sabemos es que el profesor, poeta y gran teórico de la poesía se quedó a las puertas del mayor reconocimiento oficial en lengua española, el Premio Cervantes. 
El poeta de Primavera de la muerte, título de su primer libro y también de su obra completa, será motivo de otra entrada en este blog en breve para completar con una segunda parte esta Memoria poética.

                                                   Manuel López Azorín





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