Memoria Poética.
Leopoldo de Luis III: respirando por la herida
Terminada la guerra Leopoldo de Luis pasó cautividad en la posguerra (plaza de toros de Ciudad Real y penal de Ocaña),
así como en los batallones del franquismo
en el Campo de Gibraltar. En 1942 fue
liberado.
Recuperó su trabajo en una compañía de seguros (de la que llegó
a ser director hacia el final de su vida laboral), comenzó a publicar poemas en
revistas como como las citadas anteriormente
en Memoria poética II. La mayoría de las revistas poéticas de la época y
otras más amplias como Papeles
de son Armadans o Revista de Occidente acogieron sus colaboraciones asiduas. Por entonces consolidó su larga amistad de
cuarenta años con el poeta Vicente
Aleixandre.
Leopoldo de Luis fue el autor de la antología Poesía social de su época
en 1965, cuando ya este tipo de poesía
comenzaba a ser vista como cosa del pasado cuando los poetas que
comenzaban a publicar en los sesenta parecían desentenderse de ella para ir a
la búsqueda de una nueva estética del lenguaje. Su Poesía social, reeditada
numerosas veces, sufrió las arremetidas de quienes condenaban esa literatura
por – decían- su mediocridad estética y su dudosa eficacia revolucionaria. Fue
muy importante su antología y está considerado como uno de los principales
representantes de la poesía de la postguerra española.
Así pues Leopoldo de Luis, este pesimista de raíz temporal, este hombre
generoso siempre con sus amigos, fue antólogo, ensayista, editor literario,
poeta social... Pero no por ello debemos olvidar
otras temáticas como el
existencialismo, la preocupación por la temporalidad y la muerte ni su absoluta
maestría formal ni su gran dominio del ritmo. Libros suyos
como Los
imposibles pájaros (1949), Teatro real (1957) o Juego limpio (1961) son
libros de pesimismo con raíz temporalista.
Su poesía, siempre estuvo
influida por el existencialismo, y cada vez más, fue deviniendo en poesía de
pensamiento o filosófica como en su
último libro, Cuaderno de San Bernardo. Libro
al que el poeta dio este título porque en esta calle de San Bernardo de Madrid,
se encontraba el sanatorio donde estuvo ingresada y falleció Maruja,
su mujer. Es este un libro conmovedor, verdadero donde nos habla, en sonetos,
de su percepción de la soledad y sobre la muerte, todo ello envuelto en un
formalismo magistral con un gran dominio del ritmo.
En 2003, año de publicación de su Obra
poética (1946 2003), Leopoldo
de Luis fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas.
Al menos, este poeta, tan importante en la poesía española de la segunda
mitad del siglo xx, no se nos fue con el sentimiento de olvido institucional
que tantos otros grandes poetas sintieron. En el caso de Leopoldo de Luis, su
desaparición no pilló a la cultura española, como suele ser habitual, en otras
cosas.
En 2004 fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía y le concedieron la
Medalla de Oro de Córdoba (su ciudad natal) Su obra es estudiada por autores
españoles y extranjeros. Leopoldo de
Luis escribió mas de treinta libros de poemas y destacan entre ellos
especialmente Teatro real (1957) y el libro por el que le concedieron el
Premio Nacional de Literatura en 1979: Igual que guantes grises.
Francisco Díaz de Castro escribió sobre la Obra poética (1946-2003)
del poeta y nos dijo: “En su última etapa
Leopoldo de Luis escribió poemas de un emocionante y misterioso
simbolismo que nos conmueven con la triste desolación de quien amó tanto la
vida, como son los impresionantes de Cuaderno de San Bernardo. Quedan fuera de
esta recopilación algunos textos, como los de “El mar y tú”, emocionado
homenaje y recuerdo de Maruja, la compañera de toda esta
andadura. Sirvan de colofón estos versos: “Y yo te sentiré cercana y mía/ y en
el celeste amor de cada día/ llegarás otra vez, hecha de nada”.
Además del Premio Nacional de las
Letras concedido por el Ministerio de
Cultura en
2003 por el conjunto de su obra, y el Nacional de Poesía en
1979, también
obtuvo el Nacional de las Letras Teresa de Ávila - Ayuntamiento de Ávila en 2002.
El Premio Paul Beckett
de poesía en 2002 por Cuaderno de San Bernardo. El Miguel
Hernández de poesía - Consellería de Educación de la Comunidad Valenciana en
1999 por Al conjunto de su obra. El León Felipe de Poesía - Fundación León
Felipe en 1999. El Atlántida de poesía -
Festival Internacional de Poesía de Las Palmas de Gran Canaria en 1999 por Al
conjunto de su obra. El Pablo Menassa de Lucía - Asociación Pablo Menassa de
Lucía en 1999 por Generación del 98.
El Villa de Rota de poesía - Fundación
Alcalde-Zoilo Ruiz Mateos en 1983 por Una muchacha mueve la cortina. El Villa de Madrid : Francisco de Quevedo de
Poesía - Ayuntamiento de Madrid en 1979 por Entre cañones me miro. El
Álamo de poesía (Delegación Nacional de Cultura) en 1976 por Otra
vez con el ala en los cristales. El Ausiàs March de poesía - Ayuntamiento de
Gandia en 1968 por De aquí no se va nadie .Otras distinciones obtenidas fueron: el Premio León Felipe a los
valores humanos. Medalla de Plata de la
Asociación de Escritores y Artistas y de la Universidad de Torino y el Premio Ciencias de la Información por el
artículo publicado en el diario 'Ya' con el título 'Patéticas cartas de Miguel
Hernández a José María Cossío”.
Toda su obra se extiende a lo largo de los
movimientos, tendencias, corrientes que formado las poéticas se han ido sucediendo al tiempo que ella, una
obra serena y fiel a sí misma y que nos demuestra que esto de ponerle etiqueta y barreras generacionales a la poesía
resulta cuando menos bastante difícil. Hablar de la poesía de Leopoldo de Luis es hablar de la poesía
española del siglo XX.
Hablar de Alba del hijo es hablar del
hijo como símbolo de la esperanza en otro mundo mejor, de un nuevo amanecer o
alba. “Un libro de un optimismo
mesurado, pues en él deja constancia también de la insignificancia de la
existencia, engullida por el paso del tiempo y por la crueldad humana”.
Hablar de Huésped de un tiempo sombrío (1948) es
contemplar al sujeto poético existencialmente. La reflexión en torno a la
palabra poética es decisiva en la profundización
de la lectura de sus primeros libros. Leopoldo
de Luis toma conciencia del paso del tiempo, de que “todo fue”, pero la
palabra permanece, así nos dice en el poema “Año nuevo”: “solo esta muda / voz
o espina, inmóvil, queda”. Con estos versos nos muestra la pervivencia de la
palabra más allá de la muerte.
Desde sus primeros poemas Leopoldo de Luis nos dice que, en la poesía, el amor y el silencio,
son dos conceptos místicos que se remontan a Bécquer y a San Juan de la Cruz.
La poesía es
una suma compuesta de pensamiento, sentimiento y de emociones que nos llevan al
conocimiento. El poeta sabe, con la experiencia de la escritura, de la palabra
elaborada, de los sueños, de las ideas, las sensaciones, sabe de Respirar
por la herida (el último libro de Leopoldo de Luis, publicado tras su
muerte por la Fundación Jorge Guillén en 2012.
En este
libro póstumo, nos dice en el prólogo su hijo Jorge Urrutia: “Salvo su
último libro publicado Cuaderno de San Bernardo (por la calle en la que estaba
la clínica en la que murió Maruja, su mujer de tantos años), casi todo lo que
escribió en el periodo final de su vida nació de las lecturas.”
Un grandísimo poeta que hay que leer y releer.
Una bellísima persona con quien tuve el honor de tener una buena amistad.
Manuel López Azorín
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