Joaquín Benito de Lucas: La luz que me faltaba,
con introducción de Pedro A. González Moreno.
La historia de sus años, de su vida
Decía José Hierro, en la primera antología que se publicó de Joaquín Benito de Lucas (en 1984) que: “este hombre quiere hacer de la poesía la historia de sus años” que es como decir la historia de su vida. Y así ha sido en la mayor parte de su obra poética.
Esta selección antológica
titulada La luz que me faltaba (con
una excelente introducción de filólogo y poeta Pedro A. González Moreno),
recoge la poesía esencial, cargada de verdad, de belleza y de luz, de los diez
últimos libros publicados por Benito de Lucas.
Joaquín Benito de Lucas. Fue el sexto de los siete hijos que tuvieron sus
padres Manuel y María. Con dos
años salió junto a su familia de Talavera huyendo de las tropas nacionales
porque su padre era un republicano y en su negocio, una taberna de nombre “La lancha”, que regentaba a
orillas del río Tajo, se reunían los de izquierdas a comer y tomar algún que
otro vino.
Presentación en Talavera de la Reina (octubre 2016) |
Su infancia fue triste y difícil y
está ligada al río que atraviesa su ciudad y a los recuerdos de la guerra civil
: (“Vinieron del oeste,/ contrarios a la marcha del sol y al discurrir / manso
del agua, y en muy poco tiempo / tomaron la ciudad a sangre y fuego./ (Más a
sangre que a fuego por los muertos / que alfombraban las calles) / Yo tenía /
dos años, cinco hermanos y unos padres / que nos libraron de ese infierno.”)
Y ligada a la posguerra: “…Aún
recuerdo / un día de Reyes en que al despertarnos / encontramos debajo de la
almohada / un puñado de nueces y unos higos / secos para que hiciéramos /
turrón de pobre.”
Centro Cultural "Rafael Morales" en Talavera de la Reina presentación de "La luz que me faltaba" |
Debido a una enfermedad que le
mantiene en cama largo tiempo inicia sus primeros pasos en la poesía: “Sentía
un escozor / por todo el tronco de mi cuerpo niño / y en la garganta un ruido /
de pájaros inquietos/ que van de rama en rama si hallar acomodo.”
Uno de sus primeros poemas data de 1948
cuando el poeta contaba catorce años. Y aunque su primer libro publicado fue
“Las tentaciones” (1964), antes, en 1957,
ya había escrito un libro que ha permanecido inédito hasta 2007 que se
publicó. Su título: “Los senderos abiertos” :“Mirad cómo van pidiendo / la luz
mis ojos, mis manos / todos los seres, mi boca /a voces todos los cánticos.”
Librería Lé Madrid. Presentación de "La luz que me faltaba. De izda a dcha: Pedro A. González Moreno, Joaquín Bento de Lucas, Manuel López Azorín y el violonchelista Francisco García |
Decía José Hierro, que: “este hombre
quiere hacer de la poesía la historia de sus años” y en este La luz que me faltaba
parte de esos últimos años con una poesía clara, llena de vida y esperanza.
parte de esos últimos años con una poesía clara, llena de vida y esperanza.
La
antología comienza con un viaje que es una especie de peregrinación, casi
mística, por un río. Es como “una aventura interior” a la búsqueda de “una conciencia clara de la
existencia del hombre en la tierra”
Este
viaje lleva al poeta, a través de la percepción y la memoria, por el río de la misericordia, del amor, del
dolor, de la alegría, de la solidaridad (como Irene Editorial que, dentro del
compromiso social que lleva a cabo, ha acordado con el autor donar un euro de
cada libro que se venda a la ONG Akshy, una asociación que trabaja en la India
para alimentar y educar a la infancia más necesitada).
Otro río, parte de su vida, es el
Tajo, símbolo de esa poesía luminosa, de claridad, de difícil sencillez.
en este libro de Benito de Lucas camina una
selección de sus diez últimos libros publicados. Y camina sin tristeza y con la
esperanza, aun con sus años, que ya son
82, de una primavera que avanza
trayéndole la luz que le faltaba en el rumos de su infancia, su ciudad, su río…
Y es que, este hombre, este poeta, que
tuvo un padre que fue pescador en el Tajo, lleva siempre a su ciudad, y a las
aguas de su río, junto a su infancia, su familia, sus amigos… Lo dijo Rafael
Morales: ciudad, río e infancia del poeta “fundiéndose en un todo inseparable”.
Y Pedro A. Glez Moreno nos dice en la
introducción: “No es el poeta quien canta al río; es el río el que suena dentro
de sus versos.”
Comenzó a estudiar Bachillerato a los 16
años (1950) y luego sacó el título de Practicante (ATS) y trabajo para costearse la carrera. En 1960 se licenció en Filología Románica en
la U. C.M. En 1964 obtuvo el título de
doctor con una tesis sobre poesía medieval dirigida por Dámaso Alonso. Desde 1960 a 1967 residió en Damasco
(Siria) y más tarde vivió en Alemania como profesor de español en la
Universidad Libre de Berlín. En 1969 ganó una cátedra de Lengua y Literatura de I. E.S. A partir de esta
fecha ejerce la docencia, primero en ellos, más tarde en la UNED y, finalmente hasta su jubilación, en la Escuela
de Formación del Profesorado de la Universidad Autónoma de Madrid (U.A.M.)
Joaquín Benito de Lucas es también
autor de numerosos estudios y ediciones críticas sobre poetas españoles tanto
medievales como contemporáneos.
En “Oda a mi ciudad”, libro que cuenta
parte de la historia de Talavera, de sus diferentes nombres a lo largo de ella,
de su río… y de Joaquín. Nos dice el
poeta: “¿Qué nombré elegiré para cantarte…?”(…) “Me quedo con el nombre que mis
labios / pronunciaron de niño y aprendí de mis padres / cuando mi voz era un
suspiro apenas” .
Y
en este río y este verso de Joaquín Benito de Lucas camina la esperanza, aun con sus años, de una primavera que avanza (así titula Joaquín
uno de los inéditos que se incluyen en este libro), trayéndole la luz que le
faltaba en el rumos de su infancia, de su ciudad, de su río, de sus aguas.
Y
es que, este hombre, este poeta, que tuvo por abuelo a un jefe de camineros en
la casa que había en el puente viejo y que tuvo un padre que fue pescador en el
Tajo, lleva siempre a La ciudad de las redes azules (otra de sus antologías,
publicada aquí, en la Colección Melibea en 1998), junto a su infancia, su
familia, sus amigos… Como bien dijo Rafael Morales: ciudad, río e infancia del
poeta “fundiéndose en un todo inseparable”
Finalmente
y tras un largo periplo de viajes, a través de la materia de los sueños que es
la memoria, con la que nos ha contado la historia de su vida… regresa a su
ciudad y nos dice: “Ahora que estoy / al final de mis años / vuelvo a pedir
perdón, y me arrepiento / de haberte abandonado. Ciudad, nunca me olvides.”
Canto
al río Tajo,
un poema-río como definió en su día Abraham Madroñal, que fluye como fluye la
vida a través del transcurrir del tiempo y que en esta Luz que me faltaba se incluye, completo.
Oda
a mi ciudad,
cuenta parte de la historia de Talavera, de sus diferentes nombres a lo largo
de ella, de su río… y de Joaquín.
Se
incluyen aquí cuatro importantes poemas. Nos dice el poeta: “¿Qué nombré
elegiré para cantarte…?”(…) “Me quedo con el nombre que mis labios /
pronunciaron de niño y aprendí de mis padres / cuando mi voz era un suspiro
apenas”
El
poeta, al tiempo que su más personal e intimo sentir, canta
y cuenta, poéticamente, la esencia de Talavera y su raíz de amor en ella
y con ella.
“Yo
tampoco te he sido fiel ciudad que ahora canto” (…) “Después del tiempo niño /
en que viví escuchando / el son del Tajo…”(…)
“…Adiós, te dije,/ y otros países fueron mi destino”
El
poeta encuentra la luz que le faltaba, la luz que es la esperanza en la vida. Entonces
“La primavera avanza” porque “Vuelve a salir bañando con su luz / la mirada y
los árboles más niños.” De manera que Joaquín Benito de Lucas (como en su “Canción
del ánfora” el alfarero crea su obra), ha
creado una vida de realidad hecha poesía, sin perder la esperanza.
El poeta, ahora, encuentra la luz que le faltaba, la luz que es la esperanza en la vida, esa que está siempre pendiente del deseo, pendiente de las formas que vivimos, que tenemos, y que pueden – como bien dice Joaquín –convertirse después en una nueva poesía.
De modo que a sus 82 años “La primavera avanza” porque “Vuelve a salir bañando con su luz / la mirada y los árboles más niños.”
Moncho Otero |
El poeta, ahora, encuentra la luz que le faltaba, la luz que es la esperanza en la vida, esa que está siempre pendiente del deseo, pendiente de las formas que vivimos, que tenemos, y que pueden – como bien dice Joaquín –convertirse después en una nueva poesía.
De modo que a sus 82 años “La primavera avanza” porque “Vuelve a salir bañando con su luz / la mirada y los árboles más niños.”
El poeta Francisco Caro nos decía en su blog “Mientras la luz” sobre Benito de Lucas:
“La poesía elige donde residir. Y si el poeta es
verdadero jamás se opone a su designio. La de Benito de Lucas ha ido ocupando
las posadas de la infancia, los regatos en donde la corriente del río se demora
y canta, las esperanzas y las misericordias, los afanes y los miedos de una
posguerra larga. Sin ignorar, cada vez menos, que el sol busca el oeste, los
oestes finales. El recuerdo como emoción y la claridad expresiva son las
coordenadas de su hacer poético.
Un poeta de la promoción semiescondida de los
60. De con Diego Jesús Jiménez, Antonio Hernández, Félix Grande..., que estrena
antología.”
Y ahora digo yo: todos han recibido
reconocimiento oficial (y todos merecido, quede claro, porque esta promoción
poética de los sesenta, tuvo que luchar mucho para salir a la luz. Todos… menos
Benito de Lucas. Y lo merece tanto como los demás.
De izda a dcha: Manuel López Azorín, Narciso Romero. (Alcalde de S.S. de los Reyes), Joaquín Benito de Lucas, Moncho Otero, Pedro A. González Moreno y Miriam Pérez Melia, (Concejala de Cultura) |
Joaquín Benito de Lucas, igual que en Canción del ánfora el alfarero crea su obra, ha creado una vida de realidad hecha poesía, una vida en la que lo local y lo personal se universaliza y, sin perder la esperanza y sin abandonar a ese niño que escribió sus primeros poemas entre los doce y catorce años sigue adelante con su vida y su obra.
Desde
la tierra inicial de su propia historia, la de sus años, la de su vida, Joaquín
ha creado una poesía cargada de emoción y luminosa que es como la jacilla que
deja su huella en la tierra, indeleble ya, como luz incandescente en el papel
escrito. Don Antonio Machado dijo que
la poesía era “palabra en el tiempo” y tenía razón, es palabra que se fija en
el tiempo y ya intemporal permanece. Como la poesía de Joaquín Benito de
Lucas.
Manuel López Azorín
2 comentarios:
Pocos poetas han entroncado vida y obra como Joaquin. Con calidad y sensibilidad. Con cultura.
Sus libros marcan su huella humana. Y son el cauce de ese río que le acompañó desde su infancia. Luchador contra el destino, como bien dices, merece el mayor reconocimiento. Esta semana la Poesía está de luto. Por él primero, por otros después. Este maravilloso artículo es un merecido homenaje al amigo escritor. Al escritor amigo. Gracias, Manuel, en nombre de todos los que estuvimos con él alguna vez a través del tiempo, a través de las pequeñas cosas, de momentos y páginas.
Muchas gracias Emilio Porta. Tú también le rindes un hermoso homenaje con tus palabras. Abrazo
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