Diego Medina Poveda: Mar de Iroise
Diego Medina Poveda (Málaga 1985), me ha
enviado su libro Mar de Iroise
(Colección
Puerta del Mar. CEDMA Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2017)
Libro que fue presentado a primeros de febrero en Málaga y que en Xelavid, plaza de Matute nº 5 de Madrid será presentado el próximo día 2 de marzo a las 20, 30 horas
Libro que fue presentado a primeros de febrero en Málaga y que en Xelavid, plaza de Matute nº 5 de Madrid será presentado el próximo día 2 de marzo a las 20, 30 horas
Aquel primer libro era una diversidad de tonos, lenguajes y formas. Un poemario que ensamblaba dos miradas, la del camino tradicional o clásico con la nueva de la búsqueda de otros tonos, otro lenguaje y otras formas
No sé si Diego Medina Poveda fue muy dirigido
en sus lecturas, pero me da la impresión de que no, de que sus gustos le llevaron,
a la hora de leer, desde los clásicos de ayer y de hoy hasta los poetas más vanguardistas, aunque me
parece que también, tras leerlos a todos, se habrá quedado con unos pocos
poetas como Garcilaso o Baudelaire por ejemplo. y posiblemente sin olvidarse nunca de Juan
Ramón Jiménez, Antonio Machado y / o Miguel Hernández entre otros muchos.
En su segundo libro He
visto la vida más humana (Premio Cero de Poesía “El
Pimpi”, Málaga, 2015), nos mostraba Diego el arte de interpretar, a través del texto, su teoría de la
verdad, su imagen de la vida humana, en un libro apasionado con un imaginativo
erotismo como en el hermoso poema "La alquitara" que comienza
con referencias bíblicas: "Tu espalda es el desierto / que baña un
Jordán acaudalado."
Nos mostraba también poemas de
afectos en el apartado IV que titulado “Galería humana”, en especial el soneto Por tu
sangre dedicado al nacimiento de su sobrino: "Por tu sangre
ya fluye el universo / como una flor que estalla en primavera."
Igualmente nos mostraba poemas de
compromiso con el ser humano como en el poema “Lo terrible”, en memoria de los 43 estudiantes desaparecidos en
Guerrero (México): "Cuarenta y tres inviernos ahora, / cuarenta
y tres heridas de madera / en los pupitres, / y el vacío que estalla en
universos, / la voz del pueblo sepultada en los caminos / silencio…",
o como el poema “Canción del
exiliado”, dedicado a todos aquellos españoles que se vieron obligados a
abandonar España tras la guerra civil: "El fuego de mi mano es el
exilio, / soles que aprisiono y lanzo al aire" y poemas que son
reflexivas sentencias existencialistas.
Y todo ello con formas, tanto de
ayer como de ahora, plenas de música, de ritmo, de luz.
Mar de Iroise, un libro, el cuarto si no me equivoco,
de Medina Poveda, escrito con la
sangre del trazo sobre la pagina y con el dolor de la pérdida inexplicable
siempre y al mismo tiempo con la fuerza vital del llanto elegíaco pero abrazado
al canto hímnico para atraer la esperanza consigo y la luz.
Una luz plena de lirismo, una luz con la
música de ayer y la de ahora, la de siempre, una luz que se alumbra de símbolos
porque siente la necesidad de expresar las emociones, la necesidad
que lleva al poeta a tratar de construir
páginas de ternura, musicalidad, ritmo, formalismo, aventura de indagación,
lenguaje de hoy y, especialmente, el
deseo de sentir que ese faro paterno que ayer le alumbraba en el mar Mediterráneo,
el de su niñez y adolescencia, el de su juventud, el de su regreso siempre al paraíso,
la patria de Rilke, la infancia, sigue alumbrándole ahora en este mar de
Iroise, tan diferente, a veces, tan lleno de olas de dudas, de aguas incertidumbres,
con un sonido bravo tan de sentimiento de extranjería (algo ya escribió Medina
Poveda en su primera incursión al extranjero cuando pasó dos años en México,
algo escribió aunque desde otra mirada) Un faro. Un padre, dos mares, tierra extraña, recuerdos, sueños, aferramiento a la tierra y a la vida. Dudas, incertidumbre. Batallas experimentadas en tanto se vive y se escribe. Esto es Mar de Iroise para mi.
Mar de Iroise se inicia con un prólogo de José Ramón Trujillo, profesor en la UAM y poeta (todavía le recuerdo con un libro en la mano que fue merecedor de un accésit del Premio Juan Ramón Jiménez, titulado Arte del olvido, libro que me regaló, este joven profesor, entonces dirigía la revista “Susana y los viejos”, de esto hace ya más de 20 años). José Ramón Trujillo nos dice sobre Mar de Iroise: “El azar ha unido a Medina Poveda en un hilván de sangre con dos mares. Nos recuerda desde el poema que abre el libro que es un trasterrado. Náufrago de un país madrastra que maltrata a sus hijos y los arroja a otras playas; crisálida que comprende en la contemplación de las aguas su destino.”
A SANGRE Y VIDA
¿Qué
soy yo en este espejo de extranjero
que
a nadie pertenece,
cubista
de los mares,
que
se derrite en agua de memoria
y
lucha encarnecidamente,
a sangre y vida,
con
la infancia azul de su cristal
y
su inestable arena metafísica?
Diego
Medina Poveda creo recordar que ha dicho alguna
vez “Mi padre es la primera piedra de mi poesía” (no por sus estilos que son
diferentes pero si en la base, en lo que es él en sí mismo) Su
padre, de algún modo, ha sido un faro para él como poeta
La muerte inexplicable siempre, el sentimiento de
extranjería cuando uno se encuentra en otra tierra, lejos de su paraíso de infancia,
de su patria Rilkeniana, son temas que
nos acerca Diego Medina Poveda en este
Mar
de Iroise que está dedicado a su padre el poeta Diego Medina..
Decía Juan Ramón Jiménez que “la poesía ni
tiene mérito ni tiene premio” de modo que el poeta, que nace y luego se hace, el
poeta que no espera nada de la poesía, que vuela libremente sin ambición
mundana, tan solo la del éxtasis, de la belleza, de la luz (y así me parece a
mi que vuela este muchacho Diego Medina
Poveda), con este cuarto libro Mar de Iroise adquiere y nos muestra
una gran madurez poética porque su palabra, su lenguaje, sus emociones, nos llevan
a la poesía luminosa y sin tiempo.Y a este canto-grito final de este Mar de Iroise, a este poema titulado
DIEGO MEDINA
Tú que ya no estás entre los vivos,
que te escondes en olas de silencio
y vuelves con la ola en marejada
de memoria, con alas de algún tiempo
que ingrávido se muestra a nuestra urbe.
yo la escucho en aplausos que te brindan,
yo la huelo en la ceniza que era aliento,
y no acaba esta extraña sensación
de cercanía
aun estando tú tan lejos.
Tu nombre escrito en los periódicos,
tus versos que desbordan mi esqueleto
y son semilla abierta en el camino
como una mano en puño, como un cuerpo
que vuelve a nacer a cada instante,
así es padre, así es como me encuentro,
gritando fieramente en tu memoria
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