jueves, 11 de noviembre de 2021

Francisco Caro: "En donde resistimos"

 

Francisco Caro: En donde resistimos

En donde resistimos (Hiperión, poesía, Madrid, 2021) de Francisco Caro, libro que ha recibido el Premio Valencia de la Institució Alfons El Magnànim, es la última entrega poética  de este manchego nacido en  Piedrabuena (Ciudad Real) en 1947 y que este año de 2021 nos dejó otro libro: Aquí (Mahalta, Ediciones, Ciudad Real, 2021), en el que con gran intimismo y
confesionalidad, lo dije en este blog cuando lo reseñé:…ha querido llevarnos a su raíz, a lo más personal de sí mismo y con una poesía confesional y de naturaleza casi panteísta, con palabras cercanas, cotidianas, palabras coloquiales, sin algaradas, pero con sosiego, sugerencia y hondura, palabras en las que por su sencillez, su

pequeñez, bendita sencillez, bendita pequeñez , contienen las más  vibrantes emociones en una poesía que alumbra la luz del tiempo, la luz de la poesía de verdad, desde un allí que se convierte en aquí a través de la materia de los sueños y que es ayer y es presente. (el tiempo  y su fugacidad para el hombre  es un tiempo sin tiempo en la palabra porque esta permanece en él).

Y ahora  con este En donde resistimos, el poeta que, siempre va a la búsqueda de la esencia, con la intención de atrapar lo invisible y llevarlo a lo visible, algo que siempre se persigue y, aunque la persecución consiga su propósito o bien se quede en el intento, el poeta vive permanentemente en el sentimiento de fracaso y al tiempo en la confianza  de lograr que la poesía nunca necesite a los bárbaros y  nos salve de la inacción y del envilecimiento, como dijera Cavafis.  Porque la grandeza de la poesía, esa invisibilidad  que buscamos hacer visible, si contemplamos, como solía decir Claudio Rodríguez: “mirar no es contemplar” y como dice Fernando Yubero en su estudio sobre el poeta zamorano: “contemplar no es mirar sino ver más hondo, desde dentro”, porque mirar las cosas es ver  “la triste realidad de su apariencia”, pero si contemplamos, digo, podremos encontrar “el ritmo y el instante”, la luz que nos traiga la claridad, esa que “habita la humildad de la belleza.

En el poema prólogo nos dice:” Como el que escribe y oye / caer el agua anónima, serena,/ sobre los agotados campos, / y escucha su bondad y al percibir / el ritmo y el instante / de la lluvia abandona / el lápiz que sostiene, sus papeles aparta / y ajeno a la escritura en donde residía / acude a contemplar / cómo la tierra empapa y oscurece, / y atreve una palabra / pequeña por sus labios, / y dice gracias / porque sabe que en este / soplo de la vida, / en esta sencillez que nada pide, / habita la humildad de la belleza.”

 Y  es que la poesía  (si no se vive, no se escribe), está en la contemplación de lo cotidiano de la vida y su lenguaje,  sus palabras, son el verdadero oficio de amar, de recordar, de escribir (y de hacerlo, como en esta y otras ocasiones suele hacerlo Francisco Caro,  en verso blanco, con medida, con ritmo y destilando emoción en cada poema.

Y en este libro En donde resistimos que nos indica la intervención de un sujeto (el yo) activo que nos lleva por los caminos la vida, el amor…  y otro pasivo (el tú) que escucha a su lado, pero que también puede ser un tú que lee y se identifica y siente y vive  como el yo que nos cuenta para fundirse poeta y lector y resistir.

Resistir en el tiempo, en la vida, el amor y en la creación poética, resistir en un lugar concreto o en varios pero siempre con la misma necesidad, intensamente humana, intensamente literaria es el lugar de En donde resistimos, ya que: “amar es gastarse / y que gastarnos juntos es tenernos”.

Y es ahí donde la poesía se nos acerca para ofrecernos su luz y su consuelo o su salvación, con un lenguaje  sin oscuridad que da sentido  al hecho de vivir, de contemplar y de escribir.  Y así el poeta que nos ha dicho: escribo como la única razón del hombre que por mí respira,  respira poesía, pero cuantas veces nos preguntamos ¿Qué es poesía?  Sin recurrir a Bécquer.

Internarse / en aquello que no / puede decirse,( que dijera Zambrano) tal es la poesía, ¿En aquello que no puede explicarse? Esto es un don, dijiste: / la claridad a punto / de pronunciarse estaba.Y la  búsqueda de lo que no se sabe, de lo que no se explica, como el amor. Entre nosotros –añadiste – /Solo lo inexplicable permanece.

La poesía o nada: Vemos el sol caer, convengo /contigo en que la vida es caminar / cegados laberintos / o soledades agrias / escríbela,/ me dices,/sálvate del secreto de vivir, escupe todo.

El tiempo y su finitud nos ofrece una certeza: Del nocturno del mundo / volveremos sin nada, La poesía de Francisco Caro  En donde resistimos es memoria, tiempo  y presente real, pero también es futuro y búsqueda de la luz, de esa claridad que es un don. Y a la vez amor: El que huyendo de Apolo /llegara hasta mi patio /el que nada me pide / el laurel que me escucha,/ el que sabe que ocurre/ y desea ser útil,/se empeña en florecer,/  en aromarnos

 

 


Quién mide, / quién calcula / la distancia entre el sol/ y el ciprés de este patio /// ese vacío /de huellas y señales al que llaman /los dioses poesía.

Francisco Caro es un poeta muy humano, hay pulsión emocional en su poesía y en este viaje (de vida  y poesía), hacia no se sabe dónde, lo emprende con las palabras más eficaces para dar luz a la humildad de la belleza y ofrecer la idea en la grafía exacta. 

 

Termino con este poema

 

PARA HACER NECESARIO LO QUE SOMOS

El susurro, sus modos,

la edad del aguacero,

velar, nombrar acaso, sabernos tú en el lino

dormida, yo en lo oscuro: por el insomnio vino

la noche a recordarme cuánto quiero

fuera llueve y abril

se guarda azul y entero

en mi cuerpo y el tuyo, y nos llama al camino

de la entrega y la hondura: qué harán las nubes sino

arreciar, mientras somos, su aguacero

cesará la canción,

se dormirá la almohada

en su cansancio dulce, vendrá el alba a quedarse

porque el día y el patio querrán vernos

del nocturno del mundo

volveremos sin nada,

si no es con la certeza de que amar es gastarse

y que gastarnos juntos es tenernos.


 


Cierra el libro un poema sobre dos payasos de un cuadro de Edward Hopper, que saludan, al final del acto, a la nada, son dos payasos, cómicos sin papel, podrían ser poetas, vienen de vivir y se aman.

Los protagonistas aparecen solos, saludan a la nada. Nadie hay para aplaudir la interpretación de su vida, de su amor.

Pero nosotros, los lectores, sabemos ahora que somos el público que aplaudirá en silencio aquello que han representado: la vida, el amor, donde también nosotros resistimos, y la poesía.

Compartir el amor, que siendo amor nos hace libres, es el más hermoso ejercicio de caligrafía, el que mejor se escribe aun siendo algo inexplicable: Y es que sólo lo inexplicado permanece

 En donde resistimos es un itinerario de sombras y de luces, con un lenguaje sencillo de grandes significados y hondas certezas: el paisaje, la reflexión metafísica sobre la vida, su finitud y su duda, y la poesía , aderezado todo con la dulce compañía del amor.

Un magnífico libro que merece ser  comprado y leído detenidamente.


 

    Manuel López Azorín



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