Francisco Caro: En donde resistimos
En donde resistimos (Hiperión, poesía, Madrid, 2021) de Francisco Caro, libro que ha recibido el Premio Valencia de la Institució Alfons El Magnànim, es la última entrega poética de este manchego nacido en Piedrabuena (Ciudad Real) en 1947 y que este año de 2021 nos dejó otro libro: Aquí (Mahalta, Ediciones, Ciudad Real, 2021), en el que con gran intimismo y
confesionalidad, lo dije en este blog cuando lo reseñé:…ha querido llevarnos a su raíz, a lo más personal de sí mismo y con una poesía confesional y de naturaleza casi panteísta, con palabras cercanas, cotidianas, palabras coloquiales, sin algaradas, pero con sosiego, sugerencia y hondura, palabras en las que por su sencillez, su
pequeñez, bendita sencillez, bendita pequeñez , contienen las más vibrantes emociones en una poesía que alumbra la luz del tiempo, la luz de la poesía de verdad, desde un allí que se convierte en aquí a través de la materia de los sueños y que es ayer y es presente. (el tiempo y su fugacidad para el hombre es un tiempo sin tiempo en la palabra porque esta permanece en él).
Y ahora con este En
donde resistimos, el poeta que, siempre va a la búsqueda de
la esencia, con la intención de atrapar lo invisible y llevarlo a lo visible,
algo que siempre se persigue y, aunque la persecución consiga su propósito o
bien se quede en el intento, el poeta vive permanentemente en el sentimiento de
fracaso y al tiempo en la confianza de
lograr que la poesía nunca necesite a los bárbaros y nos salve de la inacción y del
envilecimiento, como dijera Cavafis. Porque la grandeza de la poesía, esa
invisibilidad que buscamos hacer
visible, si contemplamos, como solía decir Claudio Rodríguez: “mirar no es
contemplar” y como dice Fernando Yubero en su estudio sobre
el poeta zamorano: “contemplar no es mirar sino ver más hondo, desde dentro”, porque
mirar las cosas es ver “la triste
realidad de su apariencia”, pero si contemplamos, digo, podremos encontrar “el
ritmo y el instante”, la luz que nos traiga la claridad, esa que “habita la
humildad de la belleza.
En el poema prólogo nos dice:” Como el que escribe y oye / caer el agua anónima, serena,/ sobre los
agotados campos, / y escucha su bondad y al percibir / el ritmo y el instante /
de la lluvia abandona / el lápiz que sostiene, sus papeles aparta / y ajeno a
la escritura en donde residía / acude a contemplar / cómo la tierra empapa y
oscurece, / y atreve una palabra / pequeña por sus labios, / y dice gracias /
porque sabe que en este / soplo de la vida, / en esta sencillez que nada pide,
/ habita la humildad de la belleza.”
Y es
que la poesía (si no se vive, no se
escribe), está en la contemplación de lo cotidiano de la vida y su lenguaje,
sus palabras, son el verdadero oficio de amar, de recordar, de escribir
(y de hacerlo, como en esta y otras ocasiones suele hacerlo Francisco Caro, en verso blanco,
con medida, con ritmo y destilando emoción en cada poema.
Y
en este libro En donde resistimos que nos indica la intervención de un sujeto
(el yo) activo que nos lleva por los caminos la vida, el amor… y otro pasivo (el tú) que escucha a su lado,
pero que también puede ser un tú que lee y se identifica y siente y vive como el yo que nos cuenta para fundirse poeta
y lector y resistir.
Resistir
en el tiempo, en la vida, el amor y en la creación poética, resistir en un
lugar concreto o en varios pero siempre con la misma necesidad, intensamente
humana, intensamente literaria es el lugar de En donde resistimos, ya
que: “amar
es gastarse / y que gastarnos juntos es tenernos”.
Y
es ahí donde la poesía se nos acerca para ofrecernos su luz y su consuelo o su
salvación, con un lenguaje sin oscuridad que da sentido al hecho de
vivir, de contemplar y de escribir.
Y así el poeta que nos ha dicho: escribo
como la única razón del hombre que por mí respira, respira poesía,
pero cuantas veces nos preguntamos ¿Qué es poesía? Sin recurrir a Bécquer.
Internarse
/ en aquello que no / puede decirse,(
que dijera Zambrano) tal es la poesía,
¿En aquello que no puede explicarse? Esto es un don, dijiste: / la claridad a
punto / de pronunciarse estaba.Y la búsqueda de lo que no se sabe, de lo que no se
explica, como el amor. Entre nosotros –añadiste
– /Solo lo inexplicable permanece.
La poesía o nada: Vemos el sol caer, convengo /contigo en que la vida
es caminar / cegados laberintos / o soledades agrias / escríbela,/ me dices,/sálvate
del secreto de vivir, escupe todo.
El tiempo y su finitud nos ofrece una certeza: Del nocturno del mundo / volveremos sin
nada, La poesía de Francisco Caro
En donde resistimos es memoria,
tiempo y presente real, pero también es
futuro y búsqueda de la luz, de esa claridad que es un don. Y a la vez amor: El que huyendo de Apolo /llegara hasta mi
patio /el que nada me pide / el laurel que me escucha,/ el que sabe que ocurre/
y desea ser útil,/se empeña en florecer,/
en aromarnos
Quién
mide, / quién calcula / la distancia entre el sol/ y el ciprés de este patio
/// ese vacío /de huellas y señales al que llaman /los dioses poesía.
Francisco
Caro es un poeta muy humano, hay pulsión
emocional en su poesía y en este viaje (de vida
y poesía), hacia no se sabe dónde, lo emprende con las palabras más eficaces
para dar luz a la humildad de la belleza y ofrecer la idea en la grafía exacta.
Termino con este poema
PARA HACER NECESARIO LO QUE SOMOS
El susurro, sus modos,
la edad del aguacero,
velar, nombrar acaso, sabernos tú en el lino
dormida, yo en lo oscuro: por el insomnio vino
la noche a recordarme cuánto quiero
fuera llueve y abril
se guarda azul y entero
en mi cuerpo y el tuyo, y nos llama al camino
de la entrega y la hondura: qué harán las nubes sino
arreciar, mientras somos, su aguacero
cesará la canción,
se dormirá la almohada
en su cansancio dulce, vendrá el alba a quedarse
porque el día y el patio querrán vernos
del nocturno del mundo
volveremos sin nada,
si no es con la certeza de que amar es gastarse
y que gastarnos juntos es tenernos.
Cierra el libro un poema sobre dos payasos
de un cuadro de Edward Hopper, que saludan, al final del acto, a la nada, son dos payasos, cómicos sin papel, podrían
ser poetas, vienen de vivir y se aman.
Los protagonistas aparecen solos, saludan
a la nada. Nadie hay para aplaudir la interpretación de su vida, de su amor.
Pero nosotros, los lectores, sabemos
ahora que somos el público que aplaudirá en silencio aquello que han
representado: la vida, el amor, donde también nosotros resistimos, y la poesía.
Compartir el amor, que siendo amor
nos hace libres, es el más hermoso ejercicio de caligrafía, el que mejor se
escribe aun siendo algo inexplicable: Y es que sólo lo inexplicado permanece
En donde resistimos es un
itinerario de sombras y de luces, con un lenguaje sencillo de grandes significados
y hondas certezas: el paisaje, la reflexión metafísica sobre la vida, su
finitud y su duda, y la poesía , aderezado todo con la dulce compañía del amor.
Un magnífico libro
que merece ser comprado y leído detenidamente.
Manuel López Azorín
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