Teo Serna: El azogue y
la plata
Teo Serna (Manzanares, Ciudad Real, 1954) acaba de publicar
con Mahalta ediciones, febrero de 2023, El
azogue y la plata. En este libroTeo
Serna y el tiempo parecen ser un tándem que camina por la vida en ese golpe
a golpe, paso a paso de realidad y de
magia tanto existencial como surrealista buscando la luz de las estelas.
(I)
Porque creí que
los pájaros / eran carne de mi carne /y yo pluma de sus plumas: / por eso volé;
/ por eso supe que las nubes / estaban dentro de mí, / que la altura era el
esqueleto que me sostenía. / Por eso.
Y mientras hace el
vuelo, el camino, no deja de buscar el modo, la forma de crear ya con pintura,
escultura, dibujo, poesía...y acompañado
siempre de ritmo apropiado a lo que crea
y si es poesía como, en este caso, busca que su palabra, su vuelo, se
abrace a la cadencia, al ritmo, a la
música y al silencio porque para
escribir un poema lo necesario es el ritmo, puede o no tener medida, puede o no
tener rima; pero obligatoriamente tiene que llevar ritmo y con él los silencios
que también se abrazan al poema como se abrazaba el otro día (7 de marzo, Café Comercial) en la
presentación que se llevó a cabo de El azogue y la Plata, Teo Serna, con
Álvaro
Hernando y María Fernández López, al sonido de la flauta travesera en
ocasiones o bien con los objetos que manipulaba y con los poemas que leía (fue el caso del
martes 7 en esta presentación) y con su lenguaje y sacando de los objetos diferentes sonidos creaba una especie de momentos plenos de
magia, algo aparentemente esotérico, espiritual o si lo quieren algo místico.
Teo Serna mientras leía y demás se me apareció,
no como un monje que praticase el sufismo o la mística cristiana sino como un chamán
que acercara un ambiente de vuelo esotérico personal y experimental a los que
allí escuchábamos.
Teo Serna parece llevar consigo una enorme carga
de experiencia vital y posiblemente le sirva para ejecutar su obra tanto pictórica
como literaria; pero a mí me da la impresión de que Teo Serna se nutre más que de la experiencia (al menos
de un modo consciente) de lo que llamamos vida interior, de la imaginación, de los sueños, que de
manera inconsciente nacen, crecen y se llevan con nosotros siempre, de eso que
llamamos instinto y que a veces nos lleva por senderos sorprendentes por
desconocidos y nos muestra otros modos, y otros mundos.
(II)
Fue cuando el
horizonte dejó de ser límite, / cuando lo de después dejó de serlo, / cuando la
distancia fue conciencia de azul; / fue entonces cuando supe que nada pesa, /
que todo es levedad / y que el aire es un país que me contiene/ como me contuvieron
las manos blancas de mi madre.
El azogue
y la plata, nos dice en la solapa de su contraportada, “son
metales que se usan para la fabricación de espejos; son metales que reflejan lo
que hay detrás, lo que se esconde en los recónditos y lejanos puntos de fuga.
Son también metales que se asocian a la luna, a los selenitas, a la noche, al
misterio y a la magia.”
La
obra pictórica de Teo Serna , ha
dicho él, está hecha desde la contemplación, refleja lo que ve, y yo digo que
lo que ve de manera externa e interna porque mirar no es contemplar, contemplar
es mirar desde dentro y reflejarlo después en lo mirado. Del mismo modo que la
obra poética se hace tras aprender a conocer a los poetas que nos han
precedido, la pictórica nace de la contemplación y del aprendizaje la literaria
igualmente de las múltiples lecturas y de sus normas para conocerlas y
seguirlas o no, pero sabiendo de ellas y yendo, tal vez, a la búsqueda de
nuevas normas.
(III)
Nada escapa a mis ojos : / la torre diminuta, el
risco, el otero; / aquel árbol que busca el agua en lo profundo / y no sabe que
éñ es lo profundo; / la veleta que apenas gira , / olvidados ya sus puntos cardinales;
/ el mapa celeste que por la noche enciende / la constelación viva de los
mitos; / la opilada cara de la luna que cambia su moneda vieja / por plata
nueva.
Yo
no sé si Teo Serna sabe música o no; pero
transforma los sonidos naturales que produce con los diferentes objetos que
emplea creando con ello una música propia del mismo modo que crea con el
lenguaje su ritmo.
Teo Serna parece tener la inquietud de la búsqueda continua,
nueva, como una necesidad del tiempo y del camino. La necesidad de mirar dentro
de las cosas. Y aquí entra de nuevo el
tiempo y el reflejo del espejo donde el poeta, el artista , observa , imagina,
sueña, piensa, contempla y tal vez se ve perdurando en el tiempo, en esa
inmortalidad que quizá algunos consiguen tras haber realizado una obra personal.
“El azogue y la plata (y vuelvo a la solapa
de la contraportada) es una mirada al espejo, mirando a
través de él para reconocerse en el otro. Es también una piedra lanzada al
vacío que queda después de esa mirada.”
(IV)
Todo es y en todo me contengo / y nada puede
sobrevolar / la fugacidad oscura de los vencejos ./ Me deshago en un aire
siempre distinto; / mis ojos de sal se disuelven / mientras escribo con vapor
caminos errantes / de golondrinas
Teo parece buscar volar con la fantasía para transformar los modos de
expresión tradicionales. Busca un modo nuevo para romper la estética del pasado cambiándola por un mañana
moderno tipo Marinetti con actitud espiritual y para ello se abraza a la
fantasía del subconsciente, a la irracionalidad del pensamiento que se adentra
en la creación y olvida la razón. Una
manera de hacer el camino que para Teo Serna
parece haber sido parte de andadura, de su necesidad de crear con la palabra y con las manos.
(V)
También, de tarde
en tarde, / se oye el tronar de un cañón
/ que asusta al atardecer/ y al vuelo
inerme de tanto pájaro./ Elevarse es un sacrificio que ofrezco a mi memoria, /
a los días en los que las piedras / eran la únicas realidad que me ataba a la
tierra.
Vuelvo
a la solapa de la contraportada que nos dice: “El mercurio, como único metal líquido, tiene la ambigüedad que une lo
que permanece y lo que discurre, lo que pesa y la levedad del alma filiforme de
los termómetros antiguos.”
Meditar, pensar, Filosofía Zen en el jardín del amigo de raíz y de afectos, del poeta:
(I)
…y
ahora ordenar la arena, / las piedras, / la tierra. / Ordenar el silencio / que
habita en las raíces, / en los círculos concéntricos / que el compás / de las horas nos pone en las manos.
Y regreso para hablar de la plata que: “a pesar de
ser metal noble, puede perder su brillo: se empaña. Conforma otra ambigüedad,
lo que se esconde tras la pátina del tiempo y lo que reluce en los anillos, en
las vajillas y en las balas para matar licántropos.
(VI)
Porque todo entonces, / desmentía la secreta lengua de los
pájaros.
El azogue y la plata, un libro diferente para pensar,
meditar, contemplar… escuchando su vuelo, su ritmo, su sonido, su música.
Manuel López Azorín
2 comentarios:
Eres único, Manuel. Y atento siempre a la poesía verdadera.
Gracias anónimo, aunque me gustaria conocer tu identidad. Un saludo
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