Virginia Romo:¡VIVE!
(Ediciones con M de mujer, 2022)
Virginia
Romo
vio, en junio del pasado año, este primer libro suyo publicado: su título es
un imperativo ¡VIVE! La editorial
afincada en Sevilla, Con M de mujer se encargó de la edición y lo publicó con las ilustraciones de Nieves Villacorta que acompañan a los poemas de Virginia Romo la mujer que tengo a mi lado esta noche. y que, gracias a su gran curiosidad por
la vida y por los libros la llevó a leer y a escribir, a caer, como dice ella, y a levantarse y la
llevó también a diplomarse en
profesorado, a licenciarse en filología
hispánica y más tarde a ser profesora de
literatura, profesión que ha ejercido durante 30 años.
Igualmente su pasión por la lectura, por los libros,
la condujo hasta la investigación y ha publicado artículos en la revista
“Verba Hispánica” cito, por ejemplo;
“Claves de la poesía machadiana en Proverbios
y cantares”
Todo esto que les cuento, digamos que pertenece a su
currículo profesional, pero la enseñanza y la investigación la llevaron hasta la página en blanco y al verla con su escritura sintió que su currículo emocional era, feliz, fue como un bálsamo y siguió escribiendo,
rellenó más páginas en blanco hasta que llegó un día, tras mucho tiempo, que
aquellas páginas escritas por Virginia
se convirtieron en un libro: ¡Vive!
Escribir versos y sus muchas lecturas le trajeron a Machado
cuando nos dice en este poema que da título al libro: ¡Vive” / Caminando, golpe a golpe, / y
sigue por la senda machadiana , pero ya con palabras suyas diciéndonos; Tropezando y dejándote la piel / cada
caída, una herida, / te levantas y vuelves a caer /
Y aquí hago un inciso y digo yo: y qué es la
vida si no hacemos camino al andar, un
camino lleno de puertas abiertas libres para dejarnos seguir y de puertas
cerradas que no nos permiten pasar… pero,
con puertas abiertas o cerradas, Virginia
nos dice:
Pero sigues caminando,/ se te
endurecen los pies /
y el alma se te encallece,/ caminas hasta al revés /
sigues…pisando fuerte. / ¿Qué es un
jirón de piel / si no te has dejado el alma / en las trampas del camino?/
Seguimos caminando, sí, y al volver la vista atrás
vemos la senda perdida que no se vuelve a pisar. Y de nuevo Machado: “Caminante
no hay camino / sino estelas en la mar”
Y hay que seguir viviendo y
buscando esas estelas que traen la luz y
como nos dice Virginia al final de
su poema, un poema que, como la mayoría de los escritos en este libro , y en eso a mí me recuerda que Rafael
Alberti cuando escribió su Marinero en tierra , lo hizo basándose en la poesía tradicional,
la popular, la llamada de verso menor por aquello de contener ocho sílabas o
menos y basándose en esta poesía tan nuestra Alberti escribió, con sus
variantes, pero lees el libro y te lleva a los juglares primero y a los poetas que adoptaron esta
poesía después como Mamrique, Lope
de Vega etc… El romance, la
copla, la seguidilla, la décima etc. en definitiva las estrofas de la poesía
tradicional, la poesía llamada del pueblo, la popular la poesía que emplea Virginia Romo, con variantes también, para tratar de llevar la luz a la
hoja en blanco.
Virginia, no en
la temática, pero si en la estructura,
emplea, como Alberti, la poesía tradicional en la mayoría de los poemas con
excepción de algunos otros, pocos, escritos en verso mayor (es decir, los
mayores de ocho versos como el endecasílabo que es el más frecuente como es el
caso del poema “Cárcel! que abre el apartado titulado “Sol negro”)
Aprovecho para decir que el libro
está dividido en seis apartados: “Gracias”
, apartado en el que da gracias al hijo:
Fui hermosa, / la más bella, / la más
rutilante y feliz, / mientras la promesa / de tu vida / me hacía cosquillas.
En “Ofrenda” con unos endecasílabos de dolor y fuego, recuerda a Quevedo con su “Polvo enamorado” y
nos dice; No quiero ser…ceniza enamorada
“Sol negro”, ya citado más arriba.
Con “Eclipse de luna,” la tristeza se hace dueña de sus ojos: Ojos de luz y alegría / conmigo vais.
Aunque muertos de tristeza / los míos no os vean / conmigo vais,/ impregnados
en mi alma. / Siempre.
“Pasa la vida” Cito en este
apartado a la poeta Jacinta Louzan Canosa , autora del prólogo, que nos
dice: “Como luz y guía que quiere
compartir con nosotros la esperanza,
siempre presente, como en “Albor”, los versos con los que cierra el apartado “Pasa la vida”:
“Entre el sol y la luna / más allá de la memoria/esperan los
jazmines,”
y… el sexto y último apartado que
titula: “Se hizo la luz” nos muestra a
través de Sísifo el de la mitología griega que robó el fuego a los dioses para
dárselo a los hombres y por ello fue castigado a subir el monte cargado con una
enorme piedra y al llegar a la cima bajar y subir de nuevo, un poema escrito
por la autora que es un canto a la
amistad: “La salvación de Sísifo”
Arañaba la cima, / a mi espalda un peso pétreo,/
desmesurado, mi cuerpo frágil / a punto de caer,/
de nuevo otra mano amiga / y un corazón muy grande /
y olvidado.
Bien, volviendo al poema ¡Vive! La
autora nos dice casi como colofón: íTú
conseguirás vivir! / ¡Nadie lo hará por ti! / ¿Y la felicidad? Se pregunta
La felicidad, me digo yo. Esa emoción que nos llega en ocasiones y
que dura un instante, esa sensación de placer
que sentimos. Virginia
concluye el poema respondiendo: A veces,
te sorprenderá.
Y es que la
felicidad se siente en dosis pequeñas y la vida nos sorprende cada día: con la familia. con su amor y su
protección tanto en el momento vivido
como en el recuerdo Vivir es
sentir cada emoción, cada
instante, como algo que ya no volverá a suceder y que hay que disfrutar de
ese momento, de esa emoción al máximo. La vida se compone
de cosas positivas : “ Y vendrá la
primavera / caprichosa y jovenzuela /con sus trapos de colores /y su melena
de flores” para insuflarnos optimismo y de cosas negativas Las buenas
tenemos que disfrutarlas. Las malas tenemos que aprender a superarlas. Unas y otras forman parte de
nuestro vivir y solo el amor,
repito solo el amor, por los padres,
hermanos, por los hijos, los amigos, por la persona amada, por tu profesión,
por tus recuerdos Rilkenianos de la infancia, etc. nos salva. La vida es un
cántico dijo el poeta Jorge
Guillen y hay que contemplarla desde
el punto de vista hímnico aunque a veces resulte ser elegíaco. Y Virginia Romo en este poemario
canta lo positivo con versos que
vuelan al aire de todos, busca la luz y
llora cuando intenta aprender a
curar las heridas, a sanarlas y abrazarse a lo bueno que la vida nos ofrece.
Y lo hace con poemas de pensamiento que reflexionan, que ofrecen emoción sin
sentimentalismo, que traen la esperanza
y con la palabra sencilla, clara, cotidiana, trata de que la voz esa
voz indefinible por misteriosa y mágica que es la poesía, nos traiga lo
invisible a lo visible y sea la luz la que nos alumbre en definitiva nuestra vida.
Manuel López Azorín |
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