Pedro López Martinez: Luz en la nada
Pedro López Martínez (Moratalla, 1967. Murcia), es profesor de Literatura en el IES Mariano Baquero de Murcia y ha publicado un nuevo poemario Luz en la nada (Editorial Renacimiento, 2023)
Luz en la nada.es un poemario que tiene todo lo que, en mi opinión, tiene que tener la poesía (ya lo he dicho muchas veces y nunca me canso de repetirlo), ritmo y emoción. Emoción porque leyendo este libro de lenguaje poético de hondura, pero con la serenidad, la sobriedad y la contención del ascético que sabe que todo pude ser peor o seguir igual porque la vida se valora mientras se vive y el autor nos canta la alegría de estar vivo, de vivir el instante porque el ayer es ido el mañana no llega; pero sabemos que tiene un final y no tiene sentido rebelarse, no asumir que irremediablemente la luz de este nuestro vivir acabara en la sombra de la nada.
Leyendo a Pedro López he recordado a mi querido Pepe Hierro en su poema “Vida” que incluyó como final en su último libro “Cuaderno de Nueva York” (1998). Él me regaló este poema en diciembre de 1992, después de escribir varias versiones y darlo por concluido con ésta, os dejo el primer cuarteto del poema:
“Después de todo, todo ha sido nada /a pesar de que un día lo fue todo./ Después de nada, o después de todo / supe que todo no era más que nada”
José Hierro
En el poema de inicio de este Luz en la nada nos dice Pedro López :
Las nubes, los proyectos, / la delicada forma que los dedos esculpen,/ la vasija trizada y el olvido./ Ya nos está diciendo que todo lo que hace el hombre / termina en el olvido, en la nada.
y continua en el poema diciéndonos:
Aunque los hombres lloren / el tiempo que perdieron, y apresuren / el tiempo que ambicionan y derrochan,/ vivir tan solo es esto:/// cobrar de cada instante su certeza.
De modo que la certeza de cada instante es lo único “todo” que vivimos,
“Después de todo, todo ha sido nada
a pesar de que un día lo fue todo”
En el poema “Para entonces” (pag 17) el poeta se recrea en rememorar la nostalgia de un tiempo sucedido:
“y querrás regresar, / volver a ver los mínimos detalles de su magia,/ perpetrar su victoria en un poema,/ lo que en tu pecho late, lo que evocas,/ sin torpes simulacros ni impostura,
guirnalda de palabras que conjure el olvido,”
“Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada”
Esto es solo retener el presente de un instante preciso, revivirlo en la materia de los sueños, tal vez sublimado pues la memoria navega en libertad por los recuerdos, a veces, muchas, pagaríamos por tener, por atrapar el tiempo, la infancia, la juventud, atraparlas para siempre con nosotros; pero la luz se oscurece y, como la luna “llena”, (pag 23) mengua hacia la nada cuando llega al mar, al olvido.
Puntual como el destino, / invariable, cercana./ Esta luna de siempre / ha esperado milenios / la mirada de un hombre/ que es eterno en su luz / para morir después./// Esta luna es tu instante / la tregua de tu nada.
Al leer Luz en la nada he sentido que el poeta, el sujeto poético, ascético él, asume su destino inevitable y vive y disfruta el momento, el intante; pero al tiempo me da la impresión de que siente sensación de fracaso porque el tiempo y el espacio se diluyen en la nada y curiosamente, a pesar de esa sensación de fracaso, o de impotencia, parece que le sirve de consuelo en su canto de estar vivo..
(Siempre puede haber algo peor, parece decirnos el asceta. Tal vez en el todo sí, pero no en la nada. Lo cierto es que el sujeto poético de este Luz en la nada anda seguro de sus certezas y de inevitable olvido cuando la vida llegue al mar Manriqueño.
“ (Era ilusión lo que creía todo
y que en definitiva era la nada).”
Pero en su cantar, mientras llega esa “nada” , con serenidad, vive con plenitud ese instante que es la vida.
Pedro López Martinez, tiene también publicados los libros Imágenes de archivo (1993), El otoño de los tristes (1995), Necedarius, viceversas, etc. (1999) y, también en Renacimiento, Libro ciudad (2006; XXIII Premio de Poesía Vicente Gaos), así como el volumen de relatos La sonrisa del ahorcado (2013).
De todos estos libro solo conozco el poemario Libro ciudad y el libro de relatos La sonrisa del ahorcado. De ambos di cuenta en este blog y concretamente de Libro ciudad decía yo: es una ciudad o muchas ciudades con un "lorca sin brazos llorando aun entre razas y generaciones y mariposas disecadas/ perdido aún entre la multitud newyorkina que vomita y aplaude y no te encuentra".
Me interesó en su momento y me interesó por su libertad en el verso ( un conjunto de versículos aunque también decasílabos y endecasílabos, sin puntuación alguna y plenos de ritmo y musicalidad, una poesía expresionista con irracionalismo o si se quiere de surrealismo meditado) y por su temática: la visión de un hombre que contempla la ciudad y la ve que “es una especie de mapa de fracasos y nos muestra a “un hombre que se desangra” frente a los casos de todo tipo que le ha deparado mientras sus pasos han recorrido su laberinto.
Francisco Javier Diez de Revenga que es catedrático emérito de Literatura Española de la Universidad de Murcia y un gran conocedor y crítico de la poesía del 27, de Miguel Hernández, de los poetas de los años cuarenta, etc. ha escrito sobre Luz en la nada: “Sin duda hallamos en este libro de poemas encuentros que no han de sorprender al lector porque están escritos desde la madurez y desde la serenidad de la emoción vitalista que define todas sus composiciones” (…) “Poesía elevada por su originalidad constructiva, por su innovación temática y sobre todo por haber logrado forjar un estilo personal y propio”
En este Luz en la nada, nos ofrece Pedro López ahora, un poemario en el que predominan el endecasílabo y el heptasílabo además de buen ritmo y una emoción de desnuda sinceridad en sus versos, claros y precisos. Y me gusta porque cuando leo un poema necesito que tenga verdad, que sea auténtico y en este libro he encontrado poesía verdadera. Pedro López cose poemas con puntadas certeras o mejor dicho, va hilvanado las palabras y cuando considera que son versos los cose con puntadas de sinceridad. Al menos así me lo parece a mí.
Cuando uno es poeta, cuando escribe, no es por una u otra decisión sino por necesidad, por destino y en ese destino está la necesidad de querer y ser querido, la necesidad de quedar tras el olvido,( tras esa nada que nos llega con el fina), en el papel escrito por un tiempo, al menos por un tiempo, aquel en que nos recuerden. El poeta, en el fondo, quiere cruzar ese puente de la esperanza, llegar a ese túnel de luz donde se abraza lo vivido, donde “persiste lo vivido”: poema final SÉ (pag, 60)
Aunque el olvido fije / su plazo inexorable / y el destino corrija / nuestra vana soberbia,/ sé que en algún lugar/ persiste lo vivido.
Manuel López Azorín
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