viernes, 22 de marzo de 2024

José Luis Morales ." ELLOS "

 


José Luis Morales . ELLOS

 

José Luis Morales ( Fernán Caballero, Ciudad Real, 1955) nos presenta su nueva entrega ELLOS (Mahalta poesía,2024) de la trilogía con la que, nos dice, descansará  de escribir poesía. Esta trilogía estará compuesta por ÉL, ELLOS y LOS OTROS. En Ellos el autor recoge casi todos los poemas que ha ido dedicando a quienes él considera sus maestros, clásicos o contemporáneos, a algunos de los cuales (José Hierro, Claudio Rodríguez, Eladio Cabañero, Carlos Sahagún, Rafael Montesinos) ha tenido la enorme fortuna de poder llamar amigos.

Y como pienso que no hay nada mejor que escribir lo que ya nos

 deja José Luis como introducción de este ELLOS, dejo aquí el

poema con el que se inicia  y que da título al libro, un poema con el

que, tras leerlo, seguro estoy que iréis a  comprar este volumen que

tan cuidadosamente ha publicado la Editorial Mahalta, y seguiréis

leyendo hasta el final  porque pienso que dejará en vosotros, este

confesional poema, ritmo, emoción y vida y os tocara los sentidos 

tal y como suele hacer la poesía escrita con verdad.

ELLOS

Entre todos los libros que han encontrado un hueco

para vivir en casa, hay unos pocos

que releo a menudo, sin prisa, despertando

con cuidado la voz que duerme en sus palabras.

 

Con ellos he vivido.

Navegando con ellos ha encontrado 

islas en alta mar mi corazón, perdidas

playas donde no hay nadie.

Gracias al pas à deu que es su lectura 

burlé la soledad, y algunas veces

creo que fui feliz.

                             Por eso ahora

me atrevo a compartir la soledad de Antonio

Machado, al recordar

en estos secos campos de castilla

dode habito y escribo,

viejos días azules bajo el sol de la infancia.

 

Y, aunque ya no me riñe, busco a Eladio,

noble andamio de sueños, Cabañero,

–sarmiento, tren, bolliscas, ternura a la deriva–,

Naúfrago por las calles de este Madrid sin una

Sola señal de amor  ni un mal recordatorio.

Cómo te echo de menos, 

terco vendimiador, cegato y mal casado,

que te quedaste muerto en mi mirada

a punto de cumplir setenta anchuras.

Y junto a Eladio y Blas 

de Otero –padre

para mi voz civil–  medita Carlos

silencioso, Sahagún, niño profeta,

buscador de tesoros en estantes

del Rastro o de la Cuesta

de Moyano, clamor y hombre cabal

convertido en silencio pensativo.

 

Tal vez no fue José Agustín, tal vez

Fuesen Jaime o Leopoldo o Gloria,tal

vez alguno de tantos rafaeles

– Morales, padre, Alberti, Montesinos–

como he querido, quien

me acompañó, orientándome

por un campo minado de metáforas

hasta encontrar la senda de un lenguaje

adecuado a mi voz, con patria y tiempo, fiel

a su origen: un yermo

de cenizas volcánicas y un río.

 

Desde aquellas miradas 

sin más paisaje que el azul y el ocre,

me acompañan frailuises y manriques,

garcilasos y góngoras, migueles y Francisco,

ese dios del soneto y de Quevedo.


Y en estas compañías anda Luis

Rosales, el autético

perdedor, el poeta

que acabó convirtiendo sus versos en un río navegable,

tal vez para ayudar,

tal vez para ayudar a que la sangre

vertida, no en Granada, sino en España entera,

se perdiera en el mar

de la conciliación, Hermano

sin edad, a ti vengo

a la hospitalidad sin puertas de tu casa

encendida me acojo,

y atrapado en la red de tu almadraba

sé por qué la amistad tiene tus brazos.

 

Y entre Luis y León


Felipe – lobo

Del desierto, violín

desafinado y viejo, pero tan necesario

ahora como entonces –canta un Ángel

más de la tierra que del mar, González,

en cuyo áspero mundo crecí,  siendo palabra

sobre palabra, alzando

la voz junto a otras voces, casi siempre

sin esperanza, con convencimiento.

 

Muy cerca de la mesa, 

desde estantes que alcanzo

con estirar el brazo, otros amigos

suelen hablarme cada noche: Claudio

Rodríguez, con un vaso

de luz y de celebración, leyenda

de ternura que aún

juguetea en el porche con mis hijos, y Pepe,

que sigue a solas dibujando, Hierro,

con pétalos de rosa, hojas de hiedra,


vino tinto y café,hasta que estampa

en la piel del mantel

su autorretrato.

 

Y aunque esta biblioteca es como un bosque 

tropical, una selva

desordenada y turbia,

donde solo unas manos curtidas son capaces

de orientarse, en un claro

sin maleza y sin árboles, arrimado a la orilla

de un arroyo sin nombre, vive su exilio Pedro

Salinas, la secuoya

Solitaria, el torrente

de música que eleva

su armonía tan alto

que solo los pronombres y los ojos

insomnes de algún pájaro

saben con qué voz canta.

 

Todos los días llegan nuevos libros

 de viejos conocidos o de amigos recientes

a mis estanterías, Yo los leo,

como he leído siempre, con un lápiz a mano

y la emoción alerta.

 


Amigos, es un poema largo, pleno de ritmo, lleno de afectos y de 

emoción. Yo que he conocido a casi todos los poetas que andan por 

este ELLOS, os aseguro que me he emocionado y también que me 

hubiera gustado ser el autor de este hermoso poema, pero al Cesar 

lo que es del Cesar. Leed el libro porque seguro estoy de que os 

tocará los sentidos y la emoción vendrá a vosotros.

Hace tiempo ya, concretamente 10 años, que escribí en mi blog una 

“Memoria poética” sobre José Luis Morales

Y en ella decía yo:

Los otros es uno de los tres libros del último proyecto literario de José Luis Morales: una visión sobre su trayectoria vital, sobre el mundo y sobre las relaciones que el autor ha mantenido con algunos de los grandes poetas de su tiempo. En Los otros, en sus poemas, el mundo y los que lo habitamos, están escritos con realismo y con objetividad, y siempre con el ritmo y la emoción que sabe bien y maneja el poeta. En este libro hay ternura y hay dolor y anda en él el conocimiento asumido de lo fugaz de la vida. Todo ello escrito con versos rítmicos y armónicos

No sé cuánto tiempo hace que José Luis y yo nos conocemos. Lo que sí sé, lo sabemos ambos,  es que somos ya desde, hace tiempo, dos poetas colonizados por la poesía y “colon-izados” hacia la contemplación de la vida como un regalo y aunque  nuestra poesía sea elegíaca, anda llena de esa conciencia vital que nos hace apreciarla, hasta o desde las cosas más sencillas y cotidianas, como algo tan valioso  para el ser humano que olvidarse de ello por otros intereses ya no es algo que nos resulte indispensable. Lo realmente indispensable es el sueño de soñar que soñamos al escribir, lo dice mejor José Luis  en estos dos tercetos: Estoy, estás, estamos aquí dentro, /  presos en un renglón enamorado. / Cada lector será un lugar de encuentro / diferente, fugaz, inesperado. / Y nosotros aquí, palabra adentro, / serenos, siempre hoy, nunca pasado

José Luis Morales es un poeta con madurez que  escribe sin hojarasca desde sus primeros poemas, su poesía es la sustancia del poeta que ha pasado por  todas las etapas del aprendizaje aprehendiendo lo esencialmente importante. Vive en silencio su labor  de poeta, sin alharacas ni fuegos de artificio, y escribe en silencio y nombra a la vida con palabras sencillas, humildes, verdaderas y emocionantes, porque la emoción siempre camina por su poesía ya sea de frente  con sincera claridad o al sesgo, con reflexivo pensamiento. Una poesía la de José Luis Morales sólida, armónica, musical, verdadera, como él.

Para él, y en esto me recuerda a Claudio Rodríguez:  hay que caminar por la vida, observar, interiorizar, sentir y desde nuestra propia experiencia, escribir y hacerlo con palabras claras y precisas.

 

En definitiva, y como ha dicho José Luis,  tratar de lograr decir lo que se ha vivido, experimentado, observado, interiorizado de la forma más precisa más hermosa, más emocionante, más adecuada y más verdadera. Lean ELLOS, esta hermosa edición que ha publicado Editorial  Mahalta, porque en sus poemas está la poesía que toca los sentidos.

 

                          Manuel López Azorín

 



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