miércoles, 8 de mayo de 2024

Alberto Ávila Morales: "40 huellas & 1 denuncia"

 

Alberto Ávila Morales: 40 huellas & 1 denuncia 



Alberto Ávila Morales presentó su nuevo poemario titulado 40 huellas & 1 denuncia (Visión Libros, 2024), el martes 2 abril en el Café Comercial. El poeta y cantautor madrileño estuvo acompañado por los poetas Rafael Soler (maestro de ceremonias en su papel de anfitrión) y José Luis Morante (autor del prólogo del libro y presentador del acto), Eugenio Rivera como ilustrador y por el músico Osh Vicent que se ocupó de poner la nota musical al acto con su viola.

Soler de pie y Morante, Alberto y Rivera

Y el día 12 de junio Alberto estará en la Feria del Libro de Madrid, (Parque del Retiro) firmando ejemplares de este nuevo libro en la caseta 287 Librería de Centro.

Los poemas del libro de Alberto Ávila van acompañados por unos dibujos del ilustrador Eugenio Rivera (que abren cada una de las tres secciones de las que se compone el texto: ‘Huellas en la tierra’; ‘Huellas en el papel’ y ‘Huellas en el éter’) igualmente es autor del diseño de las cubiertas del libro

Alberto Ávila Morales  es Poeta y cantautor.  Ha publicado los siguientes poemarios: Para Isabel. Gritos de amor contra el Alzheimer (2011), La muerte de Dios (2015), Del Humor al Amor al Horror (2016), Atenta Mente Vuestro (2019),  La voz inerte (2023) y este 40 huellas &1 denuncia

Participó en el Festival de Benidorm en el 80, llegando a la final como cantante y letrista. Gracias a su participación grabó su primer y único disco.

Es hijo de un cantaor de flamenco, y dice que nunca ha dejado la guitarra porque “salen solos los arpegios” y se define como un albañil de la música porque no sabe leer una partitura” Tanto su música como su poesía son producto de una necesidad interior. 

Estudioso de los grandes poetas, es amigo de representar el papel de abogado del diablo cuando de Lorca se refiere, por ejemplo nos dice; “me gusta crear polémica porque conozco en profundidad la vida y obra de Federico”. Critica el ego de algunos poetas contemporáneos afirmando que “el mío se acabó cuando, siendo un niño, fui consciente de que la muerte forma parte de la vida y todos nos tenemos que morir” y continúa diciendo que “el pique entre colegas es normal, como el que tuvieron García Lorca y Miguel Hernández”. Era más la envidia que Federico sentía por Miguel que al revés.

Con relación a este nuevo libro 40 huellay una denuncia se dice que: "En el sinsentido social de un presente enfermo, que deja su aire tóxico en la convivencia colectiva por la presencia de tantas ramificaciones apocalípticas -las guerras, los desastres climáticos, las desigualdades de riqueza, las hambrunas, los naufragios emigratorios, el vacío, la incomunicación y la grisura de la soledad- es más necesario que nunca el refugio de la escritura, el recorrido por un territorio de emociones, capaz de mostrarnos el faro encendido de la esperanza y la senda de luz de las palabras

En sus versos se aprecia  una mirada existencial, no exenta de ironía, pues tiene el autor un gran sentido del humor, a veces incisivo  y al tiempo una lírica mirada”

Su última obra, la cuarta, fue un poemario titulado La voz inerte y estaba (y está) dividido en tres partes: I, La voz inerte, II, Poemas de la buena muerte y III, Del amor un día. Alberto utiliza la palabra como “un arma poderosa que, junto con el pensamiento, nos distingue de los animales”.

En esa primera parte, que podéis leer en este blog (ya que este La voz inerte  y otro de sus libros La muerte de Dios, están reseñados aquí.) En I La voz inerte, el poeta habla con las voces de los muertos, porque la sapiencia nos la han transmitido nuestros ancestros, nos lo han contado todo. Sacamos consecuencias y hablamos con su voz…

Cree firmemente que “se puede aprender a escribir poemas, aunque la poesía es un advenimiento, no una posesión:  Dice: “Yo suelo aprovechar el estado REM para crear, que es cuando se sueña y el cerebro se energiza”, para después apuntar palabras que aparecieron por ahí, aunque a veces se ha encontrado con que no existían. Como “gemiandando, para describir cómo aprietan unos zapatos cuando estás andando.” Pero eso no es suyo, sino de su pareja, la también poeta Ana María Reyes Cano.


Alberto es un poeta que parece feliz  y es divertido y mordaz, Con humor, nos dice: “estoy deseando morirme para vender libros, y es que en España se trata mejor a los muertos que a los vivos.” Dedica su poemario a las voces inertes, a los muertos, a sus padres explicándolo a través de un oxímoron porque “me enseñaron a ser humilde con mucho orgullo”,. Define su estilo como “un ritmo de versos blancos que no se ciñen a una métrica determinada. “No entiendo que haya escritores que sufran en el proceso creativo, ¡con lo fácil que es no escribir!” Pero Alberto no sufre escribiendo y por eso no abandona la escritura ni abandona la música, ambas son su necesidad.

José Luis Morante

La poesía de Alberto Ávila Morales , nos dice Jose Luis Morante en su prólogo, “ escribe en el agua de la humildad. Se hace árbol de sombra para cobijar lo humano. Recuenta anotaciones vivenciales que salen al aire, sin afirmaciones trascendentes, solo como lluvia que empapa esas aceras del atardecer que poco a poco se van llenando de silencio.”

Ya al principio del prólogo de este buen poeta y buen crítico nos dice que: “En 40 huellas y una denuncia el aliento de voz toma la palabra para enfrentarse a un tiempo impredecible, a una transición de madurez que despierta el afán de mantenerse en vela frente a erosiones y carencias.”  


En el primero de sus tres apartados ya nos dice Alberto su camino a seguir frente al “aire tóxico en la convivencia colectiva y la grisura de la soledad” , Y nos lo dice en un poema en el que reflexiona sobre el tiempo y su paso, el amor y la vida. Es en el poema que abre el apartado “Sobre la tierra” y lo titula Entre dos aguas,

Aún no me siento tan viejo 

como para canonizar lo cotidiano

ni tan joven como para obviar lo inevitable,

pero ya el aire se huele frío

y la noche se alza más alta,

ya no rosean las albas

como cuando tu aliento zureaba

en el hueco de mi adormecido oído

y nuestros perfiles araban

la lisura de la colcha.

Ahora la claridad alumbra riesgo

Y la torpeza invade los raíles del día,

ya no busca la estrategia de la sombra

la alevosía de la noche

perdida aquella plasticidad del rostro

de cobre y sol acompañada;

siendo el mismo que eras

temes la complicidad de las horas

sabiendo que ya no tienes lo perdido

porque has gastado aquello que tuviste.

Digo: ¡Si estás vivo, vive!

¡Y enhorabuena! 

                                 Manuel López Azorín 




No hay comentarios: