martes, 3 de diciembre de 2024

Enrique Villagrasa: "Fosfenos"

 

Enrique Villagrasa: Fosfenos

Huerga y Fierro Editores.Poesía. Colección Graffiti, 2024

                                                                               

Enrique Villagrasa, (Burbáguena, Teruel, 1957) reside en Tarragona,donde ha desarrollado su labor profesional en el Puerto hasta su jubilación, es periodista y un grandísimo lector de poesía. Enrique ejerce también de crítico literario de poesía y sobre poesía y sus criticas, que yo recuerde, aparecían en la publicación Qué leer. Es uno de los críticos independientes más respetados del país. Como crítico literario ahora colabora regularmente en Librújula, librujula.com, Turia y Alhucema.



En la actualidad es director de la colección de poesía Rayo azul (Huerga y Fierro). Pero además Enrique es poeta y ha escrito diversos libros de poemas.

Como poeta Enrique ha sido incluido en varias antologías y están traducidos algunos de sus poemas a otros idiomas, árabe, francés, italiano, húngaro, inglés, ruso, chino, rumano, croata y portugués…

 Figura igualmente en la Antología de poesía aragonesa del siglo XXI (2016) y en Mar sin fronteras. Antologia liquida di poesía spagnola contemporanea (2020).

Y sus poemas se han publicado últimamente en las revistas Ágora, papeles de arte gramático; en Poesía y Métrica; y en Cultura de VeracruZ.



Su publicación anterior a Fosfenos fue la antología Arpegios y mudanzas (2021). En esta antología Enrique Villagrasa regresaba  con la materia de los sueños, que es la memoria, a Burbáguena (Teruel) lugar donde nació, pasó su infancia  y allí regresa a las riberas del río Jiloca para atrapar el instante de una  realidad sucedida y convertirlo en realidad poética tratando de recuperar eso que dan en llamar el paraíso perdido, eso que Rilke denominó la verdadera patria del hombre: la infancia.

Arpegios y mudanzas, nos llegó acompañado de dos magníficos conocedores de la literatura y la poesía. Un prólogo o preámbulo del  destacado poeta, filólogo, crítico literario, traductor y catedrático de Filología Clásica española. Jaime Siles así como de un cierre o epílogo del profesor titular  de Literatura española de la Universidad de Zaragoza, Antonio Pérez Lasheras gran conocedor de la literatura española del siglo de Oro y de la Literatura aragonesa.

                                                                       


 

Su última publicación Fosfenos (2024) viene acompañada de un prólogo del poeta, traductor y ensayista cordobés José Luis Rey en el que nos dice: “Sí Fosfenos sigue su curso hacia el mar y la música de los versos es el sonido de las aguas primigenias. Quienes conocimos una infancia feliz, de algún modo tenemos confianza aún en los lares, en los dioses del lugar donde fuimos inmortales, en el paraíso terrestre. Seguirá habiendo infancia, pero ya solamente en el poema. Allí conoceremos. Allí recordaremos. Allí tendremos un hogar junto a los dioses lares, en Burbáguena de Aragón o en los campos de Córdoba. Y soñaremos que soñamos. Y adoraremos la infancia recobrada en y gracias al poema.”

Fosfenos anda abrazado al sentimiento del paisaje de la infancia, de la tierra donde  Enrique nació.

Al mismo tiempo Villagrasa nos ofrece reflexión existencial sobre la condición humana: la soledad, la enfermedad, la muerte y, junto a todo esto, algo que le acompaña en sus anteriores libros,  la metapoesía, que se hace presente también en Fosfenos.



Enrique, como poeta, es buen amigo del dominio del ritmo (ya saben esa definición de la RAE sobre el verso: Un verso “Palabra o conjunto de palabras sujetas a medida y cadencia, o solo a cadencia.” ritmo, musicalidad. Si a todo esto se le acompaña de nostalgia y mucha ternura, leyendo Fosfenos  nos encontraremos  que su lectura nos produce “emoción” y justamente lo que precisa la poesía, en mi opinión, y sobre todo la poesía formal medida o no, con ritmo (y emoción).La poesía de Enrique Villagrasa, que parece sencilla , es una poesía, en su aparente sencillez, muy trabajada.

Un buen ejemplo, me parece a mí, este poema titulado

                                                                                  


ALLÁ EN BURBÁGUENA

 

Hay otros dos ecos, el sutil cierzo y el fuego de leña.

La infancia no regresa, allá en mi pueblo. Sí en Tarraco.

La noche mediterránea solo trae alegría y más tristeza.

Y mi garganta no es cantera de gritos ni juramentos.

La voz he perdido. Necesito una forma de belleza

a la que cantar, otra vez. Tu voz esta fría, apagada.

 

Mis ojos y mi corazón estuvieron en mortal guerra:

ayer entre mis ojos y mi corazón se estableció un pacto.

Su nombre y mi canto se borró, de este modo voy llorando.

Por todos es conocido: el cuidado que tuve, cuando emprendí mi viaje

hacia un bosque de árboles de profundas y densas raíces. 

Contra ese tiempo, si tal tiempo llegara, y la muerte acompañara.

Qué dulzura viajar por el camino de la fuente a la vía, a la viña.

Así puedes disculpar la fastidiosa tardanza en regresar,

yo soy el trovador a quien bendita lectura abre la puerta del ayer.

 ¿Qué sustancia es la tuya, de la que estás formada Filosofía?

¡Cuánta más hermosa parece la hermosura! ¡Réquiem de Fauré!

Ni el mármol ni las silenciosas lápidas del cementerio de Burbáguena.

Dulce amor, renueva tu fuerza y grita: Altísimo, omnipotente, buen señor.                                 

Siendo yo tu siervo qué puedo hacer sino esperar a la hermana muerte.

Permita Dios, que en todo me hizo ser, que le dé gracias con humildad.



José Luis Rey nos dice en el prólogo de este libro de  Enrique Villagrasa: “que aúna de forma original metapoesía y recuerdos de infancia. Una  posible poesía lárica. (…) Villagrasa construye una obra de alabanza a los dioses primigenios del lugar, dioses de infancia y para infancia. Dioses para la palabra y para el silencio; para el poema y el Ser.(…) Pues la poesía de los lares, en nuestro siglo, adquiere una doble perspectiva: ya no se trata solo de cantar al pie de los Alpes; también el poema mismo es cantado como dios lar del lenguaje en sí. En este sentido, las referencias al hermoso pueblecito aragonés de Burbáguena se funden con reflexiones sobre la poesía misma, que para Villagrasa es azar y necesidad.”

Hay en este poemario, mucha reflexión, mucha intimidad hay mucha carga de verdad poética, de sueño, de luz con los ojos cerrados, hay la búsqueda de algo que se quiere atrapar en la página y siempre parece que se escapa. Así nos dice Villagrasa:

“La poesía es pasión y algo más,

eso que siempre cambia de lugar”.

                                                                                


La metapoesía, que se encuentra en este libro mezclada con los recuerdos de la infancia. Eso sí, recuerdos , fogonazos de luz, podados. Cuando escribe Enrique siempre termina podando y dice “Es justa y necesaria, obligatoria la poda,” y me hace recordar a Claudio Rodriguez que me decía a mí siempre: “escribe y poda no te de pena podar un buen jardinero termina haciendo maravillas podando en el jardín..” La poesía dice Enrique: “es una cosa sería y a la vez lúdica y lúcida.”

 

LA POESÍA HABITA 

La poesía habita aquel espacio

que nos importa. Hoy es el tiempo

del verso. Mañana el temblor y temor

no sé si salvarán mis cansados poemas

contemplados. ¿Cuándo habitarán

mis versos en tu pasión? ¡Urge ese

planteamiento poético de la realidad!

¡Urge ese planteamiento poético

del lenguaje! Y es en tus orillas

donde escucho la memoria de tus

ribazos, Jiloca. Es el silbido de los barbos

y los tubos de chimenea de tu juventud

y la mía, persona lectora. ¡No solo la noche

lejana, o sí, ilumina nuestro devenir!

 


Decía yo más arriba que Enrique viene mezclando el azar y la necesidad que es para él la poesía con la metapoesia  y con el llamado paraíso de la infancia que para Villagrasa no es otro que Burgábena y El Jiloca.

De  Enrique Villagrasa, puedes encontrar en este blog seis o siete entradas que he ido publicando de sus diferentes libros y en casi todos ellos aparecerá su infancia, su burgábena, su Jiloca.

En muchos de ellos marca bien los espacios con vida y poesía, destaca Burbáguena, el Jiloca, los transforma, a través del recuerdo, en esos míticos  lugares de la patria del hombre, del paraíso de la infancia y también de los muchos regresos a la tierra natal así como las reflexiones existenciales y desde hace años donde reside  que es Tarragona. Y esta ciudad y su mar  es el lugar que le ha transportado al recuerdo del río de la infancia, le ha hecho vivir el mar del presente y le hace soñar que la memoria y el lenguaje son el futuro de la página en blanco.


Su poesía ya lárica ya metapoetica es una búsqueda constante, un escribe y poda, una expresión de lo cotidiano en la sencillez de lo expuesto y profundidad de pensamiento y asombro.

Enrique Villagrasa recuerda, sueña y escribe, su cerebro produce entonces imágenes, sensaciones visuales, sonidos,  y su materia de los sueños, la memoria, mitifica, idealiza y convierte su pueblo y su río, su infancia en ese paraíso de luz y convierte su azar y su necesidad poética en luminosa sensación. Así es que Fosfenos es,  en mi opinión, un libro excelente, la verdad late en sus palabras, entrar en sus páginas, que recuerdan a tantos de sus libros, a tanto de su vida de ayer, recordada, mitificada, idealizada…es conocer y reconocer  a un poeta que nunca se deslumbra cuando hace crítica pero si tiene luminosidades cuando escribe poesía.



Enrique dice y sueña:”Mi búsqueda es encontrar el verso que me haga poeta.”

Hace ya más de cincuenta años  que vengo diciendo: “Yo me escribo a mí mismo para escribir a todos”

Ambos buscamos hacernos poetas porque pensamos que la poesía es la luz que alumbra porque, y termino, como dice Enrique Villagrasa:

“La poesía es pasión y algo más,

eso que siempre cambia de lugar”.

 

 

                           Manuel López Azorín

 

 

 

 

 

 

 

 

Vivir es c


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