miércoles, 3 de septiembre de 2008

LA BALADA DE ANDREA NAVAS

Este poema, que escribí en junio de 2003, esta dedicado a Soledad, que mira con los ojos del alma, y a Enrique Gracia.

Yo no te conocía Andrea Navas.

(A veces la ceguera es tan intensa
que paraliza todas las miradas.)

Yo no te conocía Andrea Navas,
he sabido de ti en un Cigarral
donde la vida fue escribiendo

(Mientras pasaba el Tajo con sus aguas,
muchas veces de llanto
y otras veces cantando la esperanza.)

con huella enamorada
la hermosa voluntad de una mujer
que frágil, delicada, fue la rosa de acero

(Como tú Andrea Navas.)

del sueño, del amor, de la utopía.



Yo no te conocía Andrea Navas
y he visto que enriqueces
los pequeños instantes de la vida
y los grandes dolores de un camino
que, inexplicable y ciego,
libra junto al amor duras batallas.

Desde el primer instante en que los ojos
del corazón y el alma,
ensimismados vieron - sin ceguera -
no ya lo que es amado y pertenece
por derecho de sangre,
por derecho de entrega,
sino entregando amor,
sino luciendo, noble, la alegría

(Collar de ásperas sogas,
collar de hilos de seda)

ya que toda la vida es llanto y canto.

(Escuchen sino a Goethe y a Bocangel
decir: por el dolor a la alegría
y si no quieren ir tan lejos en el tiempo
lean a Pepe Hierro que hizo suyas
estas mismas palabras.)


Yo no te conocía Andrea Navas,
sólo tu gesto frágil,
sólo tus ojos claros, limpios, dulces,
tristes, como desamparados,
sólo tu esbozo de sonrisa tierna.

Sentía que mirabas con los oj0s del alma.
Y ahora sé que tienes
esa fragilidad de los diamantes
para darte, en amor,
calladamente, sin estruendos,
sin gritos jubilosos ni doloridas quejas,
aceptando la rueda del amor y la vida.



Yo no te conocía Andrea Navas;
pero el amor, motor de vida, sabe

(Cuando gira y nos baja a los infiernos,
cuando gira y nos da todas las mieles.)
que te ha llegado el tiempo del panal

y te bebes su miel, con Gracia, dulcemente
para vivir instantes

(Sólo instantes
pues no hay felicidad que más nos dure.)

que compensan los golpes del camino.



Yo no te conocía Andres Navas.
Sé que la soledad lleva tu nombre
y, tal vez, mucho tiempo fue contigo;
pero ahora ya se que te enriqueces
de amor sin compromisos,
te Enriquece el amor sin intereses
y enriqueces la vida que te ofrece
este saldo final.
La cuenta de valores
suma y vive entregando en cada asiento
balances positivos de barro enamorado,
de sueño enamorado.


Yo no te conocía Andrea Navas.
Ahora sé de ti y, por tu Gracia,
sé de tu frágil fuerza de diamante.

(Sentía que mirabas con los ojos del alma Andrea Navas.)

y escribo esta balada para ti.

1 comentario:

Jesús Arroyo dijo...

YO, que tampoco conocía a Andrea Navas... Hasta ayer, con Gracia, un tesoro.

Felicidades por el poema.