Ana Rosa Carazo, de quien he hablado en enero en este blog, es una poeta de vocación temprana y publicación tardía.
Ana es cordobesa de Priego y catedrática jubilada de Instituto, Lengua y Literatura Española, a cuya enseñanza ha dedicado buena parte de su vida, con entusiasmo y fervor,en diversos lugares de esta España nuestra, y se siente orgullosa de haber despertado la sensibilidad literaria y la reflexión lingüística en muchos de sus incontables alumnos.Lectora incansable (uno es lo que es por lo que vive y por lo que lee) Ana es escritora en su más íntimo sentir y desde siempre.
Decía que es de vocación temprana y de publicación tardía porque su primer poemario publicado,
A contramuerte, fue en 2005 y se produjo porque en su más íntimo sentir necesitó, tras escribirlo, darlo al aire, a la página, y a los lectores. Era una manera de mitigar, de cicatrizar la herida, de abrazar, con la palabra impresa, el recuerdo de lo más hermoso, presente en la memoria, sin que el dolor, que fue tanto, predominase sobre sobre el amor.
En 2007 escribió otro y otro más en 2008.
Roto casi el navío (Título que toma prestado Ana de un verso de
Fray Luis de León) editado por
Sial-Fugeer Poesía, es pues su cuarto poemario. Libro que se presentó al público mediado ya el mes de diciembre, un libro que me hizo llegar
Ana Rosa Carazo y que, según palabras suyas, habla de pérdidas y desesperanzas.
Lo primero que hice fue ojear algunos poemas y luego leí atentamente el prólogo que la poeta
Amalia Bautista había escrito. No puedo estar más de acuerdo con la prologuista, tanto que reproduzco aquí una parte de ese prólogo que me parece importante para acercarse más, y mejor, a la poesía de
Ana Rosa Carazo. Dice
Amalia:
Hay dos heridas siempre abiertas que atraviesan y marcan la poesía de Ana Rosa Carazo: la terrible pérdida de su nieta y su ceguera. Y a partir de ellas , desde el pozo del dolor y la desesperación,la autora levanta sus quejas, su protesta y su melancolía y nos ofrece unos poemas entretejidos de desconsuelo y luz, derrota y esperanza, belleza y rebeldía.En
Roto casi el navío, además de todo lo anterior,queja, dolor, desesperanza... encuentro yo, no conformismo frente a lo sucedido sino una especie de aceptación, inconforme aceptación, que gracias al amor ( de la persona amada, de los seres queridos, de los libros, de la percepción intuitiva de la naturaleza,de un cuadro, del color...) el tiempo, su tiempo ya de senectud, parece aceptar, aunque a regañadientes, las reglas de la vida, del destino, y lo hace a base de
desnudarse por dentro no por fuera,/ rebelarse a sí mismo lo secreto / de las arrugas íntimas del alma y esto, me parece a mi, que más que desesperanza es un modo de tratar de asirse a lo contrario, a la esperanza.
Ana Rosa Carazo ascética, como el fraile de quien toma prestado el verso para titular su libro, nos abre su interior para mostrarnos su desnudez más íntima en perfectos endecasílabos que me hacen recordar en su poema
Testamento a
Lope de Vega y a
Rafael Morales mientras acaricia su esqueleto y ordena la pira, para no ser pasto de gusanos, como última voluntad.
Una
Ana que en los poemas
Manos y
Aniversario (Así como en el apartado
II Ana, dedicado a su nieta y que aun habiendo dolor, resultan alumbradores:
Llega la noche ya, brilla el lucero,/ desde su luz tus ojos me sonríen.) nos muestra su capacidad de amor:
Tu mano amante entre mis manos habla / de luz y sol entre las sombras densas.Es este un amor de ahora, presente, que consuela, gratifica. Los muchos años de amor, de pasión, de fuego
que ese soplo sutil ha respetado / irreductibles frente al agua fría,/dulce calor de los postreros años. ha dejado unos rescoldos que todavía calientan, un amor que, tras liberar la tristeza, rememora el tiempo de amor sucedido y se congratula de que aún esta con ella..
Sin reloj y
Pendientes son poemas donde se manifiesta la impotencia producida por la ceguera (Una ceguera que le llegó a
Ana hace pocos años y a la que resulta, para ella y para cualquiera, muy dificil acostumbrarse) por ello toca sus pendiente, para sentirlos, ya que no los ve, "
Porque si no los toco a cada instante / me creo que estoy más muerta todavía" Con su mirada interior se pregunta:
¿Será capaz mi mano en esta liza / de vencer la impotencia de mis ojos?Ana Rosa Carazo, en
Roto casi el navío, es, me parece a mí, una especie de gráfico que sube o baja en función de recuerdos, situaciones, limitaciones, disconformidades o aceptaciones, desesperanzas o esperanzas. Por esta razón nos encontramos con versos como
Germina poco a poco y será árbol o este otro que nos dice
Un año más en el ocaso de mis díasEso es humano y natural.
Ana busca el camino de la perfección, como el asceta, y la perfección, lo absoluto, no es de esta vida. Esta vida es, lo sabemos, de rosas y de espinas y en ella, el amor nos salva de las derrotas que, a veces, se presentan (Y la esperanza.)
Desde que publiqué
De la vida y otros ríos, no había vuelto a escribir un soneto. Estos poemas de
Ana Rosa Carazo me han impulsado a escribir para ella y, mira por donde, han surgido endecasílabos que, al final, han conformado este soneto que le dedico para que el sentimiento de pérdidas, si fuera posible,se viera mitigado por una cierta esperanza, esa que, en el fondo de sí, nos muestra a través de sus manifestaciones de amor.
DE CÓMO,ROTO CASI EL NAVÍO, SE PUEDE CONTINUAR
NAVEGANDO ASIDOS A UNA TABLA LLAMADA ESPERANZA.Para
Ana Rosa CarazoNo es la rosa belleza sin espina
ni es la espina dolor sin su hermosura.
En la vida dos caras: una oscura
y otra cara de luz, la que ilumina.
No es la vida sólo agua cantarina
que nos sacia la sed que nos apura,
es también su corriente seca y dura
que violenta golpea y extermina.
El abismo y la altura forman parte
del camino que andamos y bebemos,
del amor que traspasa las fronteras.
Tú lo sabes y no quieres dejarte
y aunque es justa la queja, lo sabemos,
con el alma desnuda la superas.
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