Memoria poética:Claudio Rodríguez, sus
Poemas laterales y este 30 de enero.
Siempre que ando cansado recurro a la poesía de
Claudio Rodríguez. No se bien el porqué pero es así. Y siempre que recurro a ella mi memoria se empaña de tristeza al tiempo que se inunda de alegría. Tristeza y alegría que permanecen, en mi recuerdo, hoy 30 de enero fecha de su aniversario de nacimiento en 1934 en Zamora.
(Un buen día, hará unos dos o tres años, un joven poeta,
Sesi García, sabiendo de mi devoción por
Claudio Rodríguez, me trajo un libro publicado en 2006 por la
Fundación Cesar Manrique, en la colección de poesía
Péñola Blanca, dirigida por
Fernando Gómez Aguilera –
Péñola Blanca es una colección de poesía de carácter bibliófilo – que recoge obra inédita de poetas contemporáneos con una trayectoria consolidada.
La edición de este libro es del profesor titular de Literatura Española en la Universidad de Salamanca y crítico literario
Luis García Jambrina, uno de los grandes conocedores de la obra de
Claudio Rodríguez.)
Siempre que le recuerdo siento tristeza porque pienso que se nos fue pronto (1999) aunque él pensara ya en la vejez -me decía- y por eso andaba escribiendo sobre ella. Tristeza porque ya no es posible caminar juntos, como hacíamos, mientras, a cada momento, le saludaban, le miraban con respeto, con afecto, con admiración y, al tiempo, con la misma afabilidad,
Claudio les ofrecía su saludo, su sonrisa…
Era gente del pueblo, gente de la calle, que trabajaba su oficio y ganaba su jornal. Yo lo vi, lo sentí,
Claudio el poeta, el Académico, nunca se mostró por encima de nadie (aunque a mí siempre me pareció que estaba por encima de todo) Tristeza porque con su marcha, no sólo perdí a un amigo, perdí también un magisterio tácito porque
Claudio Rodríguez, enseñaba sin enseñar, sin querer enseñar, era una actitud en la vida.
(
Luis García Jambrina nos cuenta en sus
Notas a la edición de
Poemas laterales que
Claudio Rodríguez tenía el proyecto de recoger y editar algún día bajo ese título, como algo lateral a su trayectoria poética, estos poemas que son homenajes a poetas, o poemas sobre pintura o escultura escritos en su mayor parte entre 1976 y 1988, años que coinciden con la gestación de
Casi una leyenda. En la misma carpeta guardó el autor tres poemas que en un principio iban a ser incluidos en
Don de la ebriedad,
Conjuros y
Alianza y condena, y que descartó por diversas razones.
Todo ese material de la carpeta azul lo ha organizado
Luis García Jambrina en cuatro secciones.
-Una.-
Homenajes, con poemas a
Vicente Aleixandre,
a
Blas de Otero,
a Machado,Antoñete,
Ángel González…
- Dos.-
Sobre pintura y escultura, con poemas como
Cosecha de la materia, que contiene mucho de la cosmovisión del mundo poético de Claudio.
- Tres.-
Poemas excluidos que el autor desechó al preparar la edición de sus tres primeros libros.
- Cuatro:- Los
Primeros poemas, anteriores a
Don de la ebriedad, que aportan muchas claves de lo que luego fue el mundo poético de
Claudio Rodríguez.)
Y siento alegría, por todo el tiempo que compartimos juntos, alegría por su hermosa inocencia, como de niño que nunca quisiera dejar de serlo, alegría porque tuve la inmensa fortuna de contar con su afecto, de conocer por él y junto a él a poetas como
Pepe, es decir
José Hierro, y...
a
Rafael Morales, y...
a
Ángel González...
Siento alegríano sólo por la grandeza de su poesía, la siento también por su nobleza, por su rigor, por su bondad. Alegría por haber formado parte de su vida y, sobretodo, porque él fue parte importante de la mía.
Confieso que no conocía esta edición de
Poemas laterales; pero al ver el libro y leer algunos de sus poemas, me vi, de repente, junto al poeta en la última casa donde vivió, Santa Hortensia.
Claudio sostenía entre sus manos una carpeta azul, de gomas, y me decía:
Estos poemas que guardo en esta carpeta, son Poemas laterales.
Eran poemas –como bien dice ahora
Jambrina– no recogidos en libro, unos publicados en revistas o catálogos de exposiciones y otros inéditos. Y me contaba que los fue escribiendo para los amigos, etc. y que al no encajar en los libros, los guardaba como algo
lateral a su obra poética ya publicada.
Yo no tenía estos poemas –me confesó
Claudio– pero alguien me los hizo llegar (este alguien, ahora al leer la
Nota de edición de esta publicación lo sé, fue
Luis García Jambrina. Había tenido conocimiento de estos poemas a través del crítico de arte
Miguel Gamazo y –según nos dice– fue en 1992.
Luis García Jambrina dio cuenta de estos poemas en un artículo publicado en la
Revista Hispánica Moderna de Nueva York en 1993.
Cuando
Claudio me hablaba, ya fuese de futbol, de mus, de sus veranos en Zarautz, de las canciones infantiles que tanto le gustaban, de la naturaleza, de sus paseos, de poesía… lo hacía siempre con entusiasmo, parecía que al contarte las cosas las estaba inventando, creando, haciendo nuevas, ponía énfasis en lo que me contaba y lo hacía con absoluta naturalidad, normalidad, ya fuese algo importante o la más sencilla de las cosas que le sucedían o contemplaba.
Aquel día que tuve el libro
Poemas laterales por primera vez en mis manos, recordé cómo
Claudio me hablaba de un poema publicado en una revista de toros dedicado a
Antoñete o de otro poema dedicado a
Ángel González que publicaron en Asturias y me habló también de poemas que había escrito antes de escribir
Don de la ebriedad (cuenta
Jambrina que durante el año 50,
Claudio no me precisó la fecha exacta o, al menos yo no la recuerdo) para un futuro libro que andaba preparando y que nunca se publicó.
Y me mostró este soneto sin título que escribió en 1953. En ese año conoció a
Clara Miranda, Clara y él se casarían en 1959 y vivirían los primeros años de casados en Cambridge, Inglaterra. (
Dionisio Cañas lo publicó en los 80 en
Júcar.) ¿Puedo leerlo
Claudio? –pregunté– Te lo leo yo –contestó– mi letra es muy desordenada, etc. y te costaría entenderla.
Sabe que en cada flujo, en cada ola
hay un impulso mío hacia ti. Sabe
que tú me resucitas, como el ave
resucita a la rama en que se inmola.
Si tú supieras cómo no estás sola
cómo te abrazo, lejos, cuanto cabe.
Pon el oído para que se lave,
mi corazón como una caracola.
Y oirás, no el mar, sino la tierra mía
hecha con el espacio más abierto.
Y oirás su voz, mi voz que yo quisiera
meterte por el alma cada día,
clara como tu nombre, al descubierto
como este mar de amor mío que espera.
Todavía me parece oír su voz, su peculiar manera de entonar el poema, su forma de dejar colgando algunas palabras, como bailando, al aire, como el agua de las olas de un mar en calma con su cadencia suave, alargada, desparramada, como de abrazo y de beso de la naturaleza y el hombre. Como la espuma, el alma de este poeta que siempre vivirá por mi memoria.
A finales de noviembre hablábamos
Clara (Miranda) y yo y, como siempre,
Claudio entre nosotros, en nuestra memoria y en nuestro corazón. Y hablábamos del poeta y de su correspondencia con
Vicente Aleixandre mientras estuvieron en Inglaterra y hablábamos de hombre, del marido, del amigo, de la persona más verdadera y más noble que yo he conocido.
He buscado en la red y en la web de la
Fundación Cesar Manrique podéis (www.fcmanrique.org/publiDetalle.php?idPublicacion=81) acceder a la lectura de este libro.
Poemas laterales resulta, al menos para mí, un tesoro. En primer lugar por los poemas de
Claudio Rodriguez, y, luego, por la excelente edición, en esta hermosa y cuidada colección, de
Luis García Jambrina Luis García Jambrina (Zamora, 1960) es profesor de Literatura Española en la Universidad de Salamanca y, entre otros, ha escrito sobre el poeta zamorano:
Guía de lectura de Claudio Rodríguez (1988),
De la ebriedad a la leyenda. La trayectoria poética de Claudio Rodríguez (1999),
Claudio Rodríguez y la tradición literaria (1999).
Claudio Rodríguez para niños (1988 y 2000),
Hacia el canto (1993 y 1999),
Don de la ebriedad. Conjuros (1998),
Alianza y condena (2001),
Aventura (2005) y este hermoso libro
Poemas laterales (2006), que tantos recuerdos me trajo cuando supe de él y hoy 30 de enero, día en que cumpliría años, cuando leo a
Claudio siento tristeza y alegría y lo recuerdo.
5 comentarios:
Gracias, Manolo. Los amigos son para compartirlos. Como tú haces.
Emocionante reseña. Muchas gracias por la información añadida, ese enlace es una joya
queda en el aire el sentimiento tan vívido y generoso de tu amistad, encantador y vibrante
Gracias Paco, Amando, Clara por vuestro comentario sobre Claudio. Claudio era un don en sí mismo, por su humildad como persona y su grandeza como como poeta. Yo os aseguro que va conmigo siempre.(Y espero que, como lectores, con vosotros tambien)
Un abrazo a los tres.
Tienes razón, Manolo. Claudio era (es) un gran poeta, pero sobre todo era una gran persona. Y le recordamos en toda su enorme humanidad, en la gran suerte del tiempo que compartimos.
Sabes que te quiero.
Carmina
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