Memoria poética
José Luis
Morales: Colonizado por la poesía
No
sé cuánto años hace que José Luis
Morales y yo nos conocemos; pero como el tiempo es algo relativo, solo nos sirve para medir lo inmedible y a la vez
tratar de hacerlo con nuestro paso por aquí, tampoco tiene tanta importancia.
El caso es que este poeta manchego, por nacimiento, afincado en Madrid desde
jovencito, y yo, nos hemos leído, visto y hablado en muchas ocasiones y creo
recordar que desde los años noventa (o quizá antes, no sé), sabemos el uno del
otro. Fue en Pozuelo de Alarcón dode José
Luis y Pedro A. González Moreno se encargaban del “Aula Literaria
Gerardo Diego”, realizando actos culturales-poéticos y organizando las ediciones que publicaba el
Ayuntamiento de esta localidad y que
eran homenajes a poetas conocidos y reconocidos de nuestra poesía española. Grandes poetas como José
Hierro, Rafael Montesinos, Claudio Rodríguez y un largo etcétera tuvieron su libro
homenaje (en algunos se me pidió colaboración y la envié ya que eran poetas con
los que tenía amistad y admiración por su obra). No sé cuantos, aunque sé que
bastantes, fueron los libros editados.
Lo
que sí sé, lo sabemos ambos, es que
somos ya desde, hace tiempo, dos poetas colonizados por la poesía y
“colon-izados” hacia la contemplación de la vida como un regalo y aunque nuestra poesía sea elegíaca, anda llena de
esa conciencia vital que nos hace apreciarla, hasta o desde las cosas más
sencillas y cotidianas, como algo tan valioso
para el ser humano que olvidarse de ello por otros intereses ya no es
algo que nos resulte indispensable. Lo realmente indispensable es el sueño de
soñar que soñamos al escribir, lo dice mejor José Luis en estos dos tercetos: Estoy, estás , estamos aquí dentro, /
presos en un renglón enamorado. / Cada lector será un lugar de encuentro
/ diferente, fugaz, inesperado. / Y nosotros aquí, palabra adentro, / serenos,
siempre hoy, nunca pasado.
José Luis
Morales (Fernán
Caballero 1955, Ciudad Real), pasó su infancia en La Puebla, un caserío hoy
despoblado, en la ribera del Jabalón, lugar entre viejos volcanes erosionados y
llanuras esteparias.
Son
la casa y el paisaje que aparecen reflejados en algunos de sus libros, tanto en
Por
las deshabitadas arboledas (1991)
como en El viento entre las ruinas( 2009 ) Durante la adolescencia marchó a Madrid,
donde reside en la actualidad, para realizar estudios universitarios.
La
adoración de los animales (2013), una obra publicada por la
Diputación de Ciudad Real en la Biblioteca de Autores Manchegos. En
diciembre José Luis me trajo este hermoso libro, una obrilla teatral en verso titulada La adoración de los
animales. Este libro fue presentado por Soledad Puértolas y cuatro actrices
trataron de dar vida a unos cuantos “de sus bichos” – nos decía el autor en la
invitación – Este libro es, nos contaba
también, “una obra teatral infantil, más cómica que dramática, escrita para
gentes que aún no hayan perdido toda la
inocencia” Y es que la inocencia, esa del hombre machadianamente bueno, es algo que no se debe perder nunca.
Este
poeta se licenció en Filosofía y Letras y ha trabajado como periodista,
investigador, como docente y ha gozado y sufrido como hacedor de versos, es
decir con la poesía tanto siendo lector como creador, porque para él la
poesía “no es un juego de palabras con
la música del lenguaje, ni con sus significaciones”, para él es “un combate
entre la conciencia y el silencio” Para este poeta escribir poesía es “encontrarle el molde
lingüístico adecuado y exclusivo a cada emoción.”
Para
él, y en esto me recuerda a Claudio Rodríguez y a Rainer
María Rilke, hay que caminar por
la vida, observar, interiorizar, sentir y desde nuestra propia experiencia,
escribir y hacerlo con palabras claras y precisas. En definitiva tratar de
lograr decir lo que se ha vivido, experimentado, observado, interiorizado de la
forma más precisa más hermosa, más emocionante y más adecuada y mas verdadera.
José Luis
Morales, con
relación a los premios, ha dicho: “Todos los premios tienen su
importancia”. Para el son importantes porque sus vínculos con la figura y la
poesía de Miguel Hernández no son sólo estéticos (los que unen a un
maestro y a un discípulo), sino éticos (los que unen a personas de similares
convicciones morales). Su cultura de origen, su
infancia rural, su primera adolescencia como becario en un colegio religioso y
el temprano traslado a Madrid pueden llegar a ser vínculos –como le ocurrió con
su paisano Eladio Cabañero– más fuertes que los estrictamente líricos.
José Luis Morales expresa la devoción a
su manera. Así pues, los nombres por los cuales ha merecido Premio, ya por
libro ya por poema, es fácil entender
que quiere unir su nombre al de sus maestros: Gerardo Diego, Vicente
Aleixandre, Luis Rosales, Blas de Otero, José Hierro, Rafael
Morales, Miguel Hernández… , una
excelsa nómina de la poesía española contemporánea.
Como poeta ha publicado: 7 x7 Antología (Bilbao, 1975), que fue un libro colectivo junto a seis
poetas vascos. Por las deshabitadas arboledas (Premio Blas de Otero 1990.
Madrid, 1991), El aroma del tacto (Premio José Hierro 1999. Madrid, 2000), Otoños
del amor y otros sonetos (Valdepeñas,
2002) El viento entre las ruinas (Premio Internacional Miguel Hernández-Comunidad valenciana. Madrid, 2009) En este anterior libro, el autor regresa al origen, a la casa del padre, con
los recuerdos del pasado y los paisajes en la memoria. Es un viaje hacia el tiempo perdido y en él, los olores y recuerdos le retrotraen a ese tiempo ya inexistente pero guardado para siempre en la memoria.
El viento entre las ruinas es un poemario personal, íntimo, en el
que el autor reflexiona sobre la destrucción y desaparición de las casas en las
que, a lo largo de su infancia y juventud, ha vivido, sentido, experimentado…
Como símbolo de una determinada manera de vivir en el
campo,una vida rural, rescata la voz de las personas que habitaron en ellas, ellas, las casas, son
también el símbolo, raíz y referencia en
su vida. Por ello rescata la voz de las personas que las habitaron, rescata la
voz del origen, de la familia, rescata su memoria y nos la ofrece como símbolo de una
determinada manera de vivir.
José Luis
Morales es un poeta con madurez que escribe sin hojarasca desde sus primeros
poemas, su poesía es la sustancia del poeta que ha pasado por todas las etapas del aprendizaje aprehendiendo
lo esencialmente importante. En su libro Por Las deshabitadas arboledas
ya nos ofrece, con un lenguaje ajustado, fluido, con sencillez y acierto, una
cosmovisión, una materia poética, en la que cabe el mundo, con versos donde nos
muestra la infancia y la nostalgia de lo no conocido y lo hace con la claridad
de quien lleva como patria la palabra, el lenguaje, esencial.
Y con ella evoca el territorio de los lugares de su
vida, territorio en el que permanece con sucesivas etapas. Etapas donde la
poesía formal, ya clásica, ya tradicional, se sustenta en la forma, la medida,
el ritmo y la emoción.
Federico Gallego Ripoll, poeta nacido en Manzanares, manchego como José Luis
Morales, y excelente poeta en mi opinión,
nos ha dicho sobre la poesía de su paisano:Cuando se escribe desde la verdad sólo brotan palabras verdaderas,(…). No son neutrales las palabras. José Luis
Morales se va adensando desde esa certidumbre de honradez, de adecuación entre
forma y modo, la sustancia poética y su cabal manera de entregarla. No hay
impostura en el fluir: transmite un espacio de verdad en el que cada palabra
adquiere o recupera el sentido que le vincula con su propia esencia, y así
fortalece una identidad asumida desde la infancia, el paisaje y las emociones
con que aprendió a vivir.(…) El poeta
es cuanto le rodea, en cuanto se implica, lo que teme perder, lo que le
sobrecoge, lo que duele.(…) En José
Luis Morales también el hueco es arquitectura, en igual medida que el aire
entre palabras, el ritmo del callar, es poesía.
Recuerdo en una ocasión que me trajo un librito, lo de librito lo digo por
su pequeño formato, era una selección de poemas de José Hierro, titulado Antología
recordada de José Hierro (1994) en la que José Luis, ejerciendo de antólogo, recuerda poemas y los publica, poemas de Pepe Hierro escritos en pepehierro, como los grandes poetas . Él
sabía de mi amistad y admiración por este madrileño-santanderino y yo recibí la
antología como un grandísimo regalo por los poemas de Pepe Hierro y los
recuerdos de José Luis Morales.
Nos vemos poco, la última vez ha sido en febrero cuando nos reunimos para
festejar el ochenta cumpleaños de otro poeta manchego merecedor de nuestra
admiración y nuestro afecto, Nicolás del Hierro. Nos vemos poco, digo, pero no
dejamos de mirarnos cuando, de vez en vez, nos leemos porque ambos sabemos que
su poesía y la mía ha ido naciendo, lo diré con unos versos suyos, al excavar el tiempo con las manos.
El
poeta profesor y crítico Rafael Morales Barba ha escrito sobre
este poeta: José Luis Morales supo volver al
olvidado soneto para hacerlo notar no tan muerto, a pesar de ser tiempo de
ecos. (…) Por las deshabitadas arboledas(1991), encerraba algún
chispazo prometedor y los lenguajes de los istmos tapaban una vocación
reflexiva, que poco a poco ha ido surgiendo desde la línea clara, inteligente y
tierna y con cierta desazón nihilista hasta Par(ente)sis (1995) Ya en Otoño de amor y
otros sonetos (2002), mostró contraste toda la relevancia que el sentimiento
amoroso tiene para este poeta desde perspectiva antigua y clasicista. Poeta
donde el sentido del buen hacer del primer Hierro, el de los reportajes, otea a
lo lejos. En El aroma del tacto (2000) delinea mirada de la
sencillez conmovida, y un fuerte sentido
de la desolación y la soledad, del paso del tiempo y del valor por lo mínimo. La poesía de José Luis Morales trasmite emoción, va
plena de sinceridad en todos sus poemas, unos poemas nacidos de la experiencia y del amor.
Poesía de difícil sencillez y claridad.
José Luis Morales, primero por la izquierda, en El Empotro de la Tertuloa A-7 en Valdepeñas donde coincidimos en una lectura de Luis García Montero |
No
sé cuánto años hace que conozco a José Luis Morales. Lo que sí sé es que desde, hace ya mucho tiempo, este poeta está colonizados
por la poesía y vive en silencio su labor
de poeta, sin alharacas ni fuegos de artificio, y escribe en silencio y
nombra a la vida con palabras sencillas, humildes, verdaderas y emocionantes,
porque la emoción siempre camina por su poesía ya sea de frente con sincera claridad o al sesgo, con
reflexivo pensamiento. Una poesía la de José
Luis Morales sólida, armónica, musical, verdadera, como él.
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