sábado, 22 de marzo de 2014

Memoria poética. José Luis Morales: Colonizado por la poesia





Memoria   poética

José Luis Morales: Colonizado por la poesía


No sé cuánto años hace que José Luis Morales y yo nos conocemos; pero como el tiempo es algo relativo, solo nos  sirve para medir lo inmedible y a la vez tratar de hacerlo con nuestro paso por aquí, tampoco tiene tanta importancia. El caso es que este poeta manchego, por nacimiento, afincado en Madrid desde jovencito, y yo, nos hemos leído, visto y hablado en muchas ocasiones y creo recordar que desde los años noventa (o quizá antes, no sé), sabemos el uno del otro. Fue en Pozuelo de Alarcón dode José Luis y Pedro A. González Moreno se encargaban del “Aula Literaria Gerardo Diego”, realizando actos culturales-poéticos  y organizando las ediciones que publicaba el Ayuntamiento de esta localidad  y que eran homenajes a poetas conocidos y reconocidos de nuestra  poesía española. Grandes poetas como José Hierro, Rafael Montesinos, Claudio Rodríguez  y un largo etcétera tuvieron su libro homenaje (en algunos se me pidió colaboración y la envié ya que eran poetas con los que tenía amistad y admiración por su obra). No sé cuantos, aunque sé que bastantes, fueron los libros editados.

Lo que sí sé, lo sabemos ambos,  es que somos ya desde, hace tiempo, dos poetas colonizados por la poesía y “colon-izados” hacia la contemplación de la vida como un regalo y aunque  nuestra poesía sea elegíaca, anda llena de esa conciencia vital que nos hace apreciarla, hasta o desde las cosas más sencillas y cotidianas, como algo tan valioso  para el ser humano que olvidarse de ello por otros intereses ya no es algo que nos resulte indispensable. Lo realmente indispensable es el sueño de soñar que soñamos al escribir, lo dice mejor José Luis  en estos dos tercetos: Estoy, estás , estamos aquí dentro, /  presos en un renglón enamorado. / Cada lector será un lugar de encuentro / diferente, fugaz, inesperado. / Y nosotros aquí, palabra adentro, / serenos, siempre hoy, nunca pasado.

José Luis Morales (Fernán Caballero 1955, Ciudad Real), pasó su infancia en La Puebla, un caserío hoy despoblado, en la ribera del Jabalón, lugar entre viejos volcanes erosionados y llanuras esteparias.
Son la casa y el paisaje que aparecen reflejados en algunos de sus libros, tanto en Por las deshabitadas arboledas (1991)  como en El viento entre las ruinas( 2009 )  Durante la adolescencia marchó a Madrid, donde reside en la actualidad, para realizar estudios universitarios.



La adoración de los animales (2013), una obra publicada por la Diputación de Ciudad Real en la Biblioteca de Autores Manchegos.  En diciembre José Luis me trajo este hermoso libro, una obrilla teatral en verso titulada La adoración de los animales. Este libro fue presentado por Soledad Puértolas y cuatro actrices trataron de dar vida a unos cuantos “de sus bichos” – nos decía el autor en la invitación –  Este libro es, nos contaba también, “una obra teatral infantil, más cómica que dramática, escrita para gentes que aún no hayan  perdido toda la inocencia” Y es que la inocencia, esa del hombre machadianamente bueno, es algo que no se debe perder nunca.

Este poeta se licenció en Filosofía y Letras y ha trabajado como periodista, investigador, como docente y ha gozado y sufrido como hacedor de versos, es decir con la poesía tanto siendo lector como creador, porque para él la poesía  “no es un juego de palabras con la música del lenguaje, ni con sus significaciones”, para él es “un combate entre la conciencia y el silencio” Para este poeta escribir poesía es “encontrarle el molde lingüístico adecuado y exclusivo a cada emoción.”
Para él, y en esto me recuerda a Claudio Rodríguez y a Rainer María  Rilke, hay que caminar por la vida, observar, interiorizar, sentir y desde nuestra propia experiencia, escribir y hacerlo con palabras claras y precisas. En definitiva tratar de lograr decir lo que se ha vivido, experimentado, observado, interiorizado de la forma más precisa más hermosa, más emocionante y más adecuada y mas verdadera.

José Luis Morales, con relación a los premiosha dicho: “Todos los premios tienen su importancia”. Para el son importantes porque sus vínculos con la figura y la poesía de Miguel Hernández no son sólo estéticos (los que unen a un maestro y a un discípulo), sino éticos (los que unen a personas de similares convicciones morales). Su cultura de origen, su infancia rural, su primera adolescencia como becario en un colegio religioso y el temprano traslado a Madrid pueden llegar a ser vínculos –como le ocurrió con su paisano Eladio Cabañero– más fuertes que los estrictamente líricos.

José Luis Morales expresa la devoción a su manera. Así pues, los nombres por los cuales ha merecido Premio, ya por libro ya por poema,  es fácil entender que quiere unir su nombre al de sus maestros: Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Luis Rosales, Blas de Otero, José Hierro, Rafael Morales,  Miguel Hernández… , una excelsa nómina de la poesía española contemporánea.


Como poeta ha publicado: 7 x7 Antología (Bilbao, 1975),  que fue un libro colectivo junto a seis poetas vascos. Por las deshabitadas arboledas (Premio Blas de Otero 1990. Madrid, 1991), El aroma del tacto (Premio José Hierro 1999. Madrid, 2000), Otoños del amor  y otros sonetos (Valdepeñas, 2002) El viento entre las ruinas (Premio Internacional Miguel  Hernández-Comunidad valenciana. Madrid, 2009) En este anterior  libro, el autor regresa al origen, a la casa del padre, con los recuerdos del pasado y los paisajes  en  la memoria. Es un viaje hacia el tiempo perdido y en él, los olores y recuerdos  le retrotraen a ese tiempo ya inexistente pero guardado para siempre en la memoria. 
 
El viento entre las ruinas es un poemario personal, íntimo, en el que el autor reflexiona sobre la destrucción y desaparición de las casas en las que, a lo largo de su infancia y juventud, ha vivido, sentido, experimentado…
Como símbolo de una determinada manera de vivir  en el campo,una vida rural, rescata la voz de las personas que habitaron en ellas, ellas, las casas, son también  el símbolo, raíz y referencia en su vida. Por ello rescata la voz de las personas que las habitaron, rescata la voz del origen, de la familia, rescata su memoria  y nos la ofrece como símbolo de una determinada manera de vivir.

José Luis Morales es un poeta con madurez que  escribe sin hojarasca desde sus primeros poemas, su poesía es la sustancia del poeta que ha pasado por  todas las etapas del aprendizaje aprehendiendo lo esencialmente importante. En su libro Por Las deshabitadas arboledas ya nos ofrece, con un lenguaje ajustado, fluido, con sencillez y acierto, una cosmovisión, una materia poética, en la que cabe el mundo, con versos donde nos muestra la infancia y la nostalgia de lo no conocido y lo hace con la claridad de quien lleva como patria la palabra, el lenguaje, esencial.
Y con ella evoca el territorio de los lugares de su vida, territorio en el que permanece con sucesivas etapas. Etapas donde la poesía formal, ya clásica, ya tradicional, se sustenta en la forma, la medida, el ritmo y la emoción.


Federico Gallego Ripoll, poeta nacido en Manzanares, manchego como José Luis Morales, y excelente poeta en mi opinión,  nos ha dicho sobre la poesía de su paisano:Cuando se escribe desde la verdad sólo brotan palabras verdaderas,(…). No son neutrales las palabras. José Luis Morales se va adensando desde esa certidumbre de honradez, de adecuación entre forma y modo, la sustancia poética y su cabal manera de entregarla. No hay impostura en el fluir: transmite un espacio de verdad en el que cada palabra adquiere o recupera el sentido que le vincula con su propia esencia, y así fortalece una identidad asumida desde la infancia, el paisaje y las emociones con que aprendió a vivir.(…) El poeta es cuanto le rodea, en cuanto se implica, lo que teme perder, lo que le sobrecoge, lo que duele.(…) En José Luis Morales también el hueco es arquitectura, en igual medida que el aire entre palabras, el ritmo del callar, es poesía.


Recuerdo en una ocasión que me trajo un librito, lo de librito lo digo por su pequeño formato, era una selección de poemas de José Hierro, titulado Antología recordada de José Hierro (1994) en la que José Luis, ejerciendo de antólogo, recuerda poemas  y los publica,  poemas de Pepe Hierro escritos en  pepehierro, como los grandes poetas . Él sabía de mi amistad y admiración por este madrileño-santanderino y yo recibí la antología como un grandísimo regalo por los poemas de Pepe Hierro y los recuerdos  de José Luis Morales. Nos vemos poco, la última vez ha sido en febrero cuando nos reunimos para festejar el ochenta cumpleaños de otro poeta manchego merecedor de nuestra admiración y nuestro afecto, Nicolás del Hierro. Nos vemos poco, digo, pero no dejamos de mirarnos cuando, de vez en vez, nos leemos porque ambos sabemos que su poesía y la mía ha ido naciendo, lo diré con unos versos suyos, al excavar el tiempo con las manos.


El poeta profesor y crítico Rafael Morales Barba ha escrito sobre este poeta: José Luis Morales supo volver al olvidado soneto para hacerlo notar no tan muerto, a pesar de ser tiempo de ecos. (…) Por las deshabitadas arboledas(1991), encerraba algún chispazo prometedor y los lenguajes de los istmos tapaban una vocación reflexiva, que poco a poco ha ido surgiendo desde la línea clara, inteligente y tierna y con cierta desazón nihilista hasta Par(ente)sis (1995) Ya en Otoño de amor y otros sonetos (2002), mostró contraste toda la relevancia que el sentimiento amoroso tiene para este poeta desde perspectiva antigua y clasicista. Poeta donde el sentido del buen hacer del primer Hierro, el de los reportajes, otea a lo lejos. En El aroma del tacto (2000) delinea mirada de la sencillez conmovida,  y un fuerte sentido de la desolación y la soledad, del paso del tiempo y del valor por lo mínimo.  La poesía de José Luis Morales trasmite emoción, va plena de sinceridad en todos sus poemas, unos poemas nacidos de la experiencia y del amor. Poesía de difícil sencillez y claridad.
José Luis Morales, primero por la izquierda, en  El  Empotro de la Tertuloa A-7 en Valdepeñas donde coincidimos en una lectura de Luis García Montero

No sé cuánto años hace que  conozco a José Luis Morales. Lo que sí sé es que desde, hace  ya mucho tiempo, este poeta está colonizados por la poesía y vive en silencio su labor  de poeta, sin alharacas ni fuegos de artificio, y escribe en silencio y nombra a la vida con palabras sencillas, humildes, verdaderas y emocionantes, porque la emoción siempre camina por su poesía ya sea de frente  con sincera claridad o al sesgo, con reflexivo pensamiento. Una poesía la de José Luis Morales sólida, armónica, musical, verdadera, como él.






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