Rafael
Soler: Ácido Almibar
Rafael Soler (Valencia 1947), es
un poeta que con cuatro libros (si contamos el prim ero y es obligado contarlo
aunque de éste Los sitios interiores (Sonata urgente), Adonais, 1980, al segundo Maneras de volver (2009 ), pasaran casi treinta años, después llegó Las
cartas que debía (20011), y ahora Ácido almíbar (2014) Poemarios que,
con excepción del primero que fue editado por Ediciones Rialp, los demás han sido publicados por Pablo
Méndez en su Colección Baños del Carmen de Editorial Vitruvio.
Decía que Rafael
Soler con cuatro poemarios, además de su narrativa, ha conseguido situarse en un destacadísimo
lugar del panorama poético
hispanohablante. Ácido
almíbar, su último poemario, me parece un libro
intenso y brillante que nos muestra una
personalísima voz sutil, desconcertante,
irónica… Sus poemas nos ofrecen asombro y
nos muestra en ellos su visión de la vida,
su gozo y su crudeza, en definitiva Ácido almíbar es una excelente y honda reflexión sobre la
vida desde el nacer al morir porque "la vida siempre
nos ofrece una cosa y lo contrario". Y todo ello contado desde la metafísica del alma que es la poesía.
Rafael Soler no es un
poeta sujeto a la norma, aunque la norma ande interiorizada en él y porque sabe
bien que la Poesía sin ella no es poesía; pero también sabe que la (eso me lo decía siempre Claudio Rodríguez) innovación
solo se consigue en la búsqueda, es como tratar los temas de siempre pero
haciendo, especialmente con el lenguaje, que éstos parezcan nuevos y Soler
es un poeta que innova. Tal vez por esa contradicción poética que es Ácido almíbar, poresta razón, el
poeta de Arcos, Antonio Hernández
le haya calificado de poeta "extraordinario".
Como persona, además, es afable y acogedora, un hombre
que sabe escuchar y que se interesa por lo que le cuentas, extraordinario en
los tiempos que corren no ya solo en el ámbito de la poesía sino en cualquiera.
Rafael Soler es el hombre amable que
trata de cuidar al cuidador y se agradece infinito; pero el cuidador, imbuido
en su problemática, no se deja cuidar aunque nunca se olvide de su generosa
intención.
Si su talante es elogiado por muchos su modo de
escribir poesía también, antes hablaba de Antonio Hernández, pero también de Jaime
Siles y Luis Alberto de Cuenca que han dado cuenta en público de este Ácido
almíbar tan personal en el que
Rafael Soler nos cuenta el qué y
el cómo de la existencia entre ese
instante en que se nace: ahora que alzándote de nalgas / a un vacío
sin fin te precipitan.
Y tras esta reflexión que pertenece al apartado Quédate a los títulos de crédito, cuatro secciones :Galería de afines y cercanos, Retrato
de dos para ninguno, El público siempre tose en lo mejor, donde
con humor, nos habla de bebedores en la
madrugada y una hora menos como
en Canarias para tener un poco más de tiempo, en el poema Hábitos estables para alcanzar el día y ¿Quién anda por ahí?,
La sexta sección Caso
cerrado nos lleva hasta el momento antes de la muerte, ese en el
quisiéramos poner estos versos en práctica:Finge
dormir / finge que finges dormir / finge si quieres que fingiendo dormir
/pospones el tiempo que no queda (…) y la muerte dejará de molestarte
Según palabras de Rafael Soler los
poemas de este libro pretenden
ser brochazos de lo vivido, brochazos de sus recuerdos, que la vida no es cómo
la vives – lo decía Gabriel García Márquez
que nos acaba de dejar – sino cómo la recuerdas. Por esa razón el inicio es el
poema Parto a término, es decir, primero
nos nacen y luego nos mueren, querámoslo o no, por más que nos empeñemos en pedir una
prórroga.
Rafael Soler nos regala una sección más, la séptima, con un único
poema a modo de ruego, petición, deseo, tal vez sueño, que titula
Que otra luz exista: Ahora toca santiguarse con un mapa / y renunciar al menú de los templados / al aire perfumado de los parques / al pan en su alacena // a ese
domingo redentor / que dicen te aleja
de la muerte // y salir / por una vez salir / al encuentro de los que no volviero
Una poesía la de Rafael
Soler en este poemario que sorprende por su canallesca elegancia, por su
acidez honda y vital en la cuestión de fondo, por ese almíbar que en ocasiones
nos ofrece la vida, ese que nos gratifica por un tiempo en las acciones, los
gestos, las palabras… y lo hace a través de unos versos profundamente
reflexivos sobre la vida y sobre la muerte, versos que nos ofrece de dos modos,
con dos caras, unos son como golpes en
el estómago, que tocan los sentidos y nos dejan herida de navajas por el pecho
henchido de dolorosa, ácida y emocionante emoción, otros son versos de
humor, de ironía, de desconcertante sorpresa, versos que ligan un lenguaje de
pensamiento, algo surrealista, con cierto aire de misterio críptico… versos,
los de uno y otro modo, que crean un cierto desorden para ordenarse en la
fascinación que produce su lectura, versos , en fin, que muestran la
declaración de intenciones de un muy buen poeta que sabe zarandearnos con su
ácido metafísico y proporcionarnos el almíbar de la sonrisa al tiempo que nos
conduce a la aceptación de la vida con su cara y su envés, recordando vivencias,
con palabras cargadas de belleza y de luz.
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