lunes, 9 de junio de 2014

Amando Carabias María: Los andamios de los pájaros






Amando Carabias María: Los andamios de los pájaros


La voz de Amando Carabias María (Segovia, 1962), en este poemario titulado  Los andamios de los pájaros (La Isla de Sistolá, Sevilla 2014) nos trae una serie de poemas, muchos de ellos con subtítulo de nombres bíblicos y/o del tiempo greco-latino, tal y como los cuadros de su hermano los reflejan, es decir los ha pintado. Nos trae un planteamiento de inicio-paralelismos-creación y un final de crepúsculo-apocalíptico y resurrección y entre la creación y la resurrección, la historia del ser humano, y parte de la historia de su infancia. nos trae el canto, que es himno de  vida unido al canto elegíaco de la vida y , con todo esto, nos trae la brisa, ese aire por el que vuelan las aves, él lo ha dicho así,"pero también  nuestras miradas, nuestros gestos, los mismos que deshabitaron las tumbas", como afirma en el poema que abre el libro: No hay gestos en las tumbas /  vacías de sonrisas o de lágrimas, / vacías de cansancio i esperanza.

Una voz  que en este libro aparte de un panegírico al hermano, pretende ser un himno a la vida, una vida que, a pesar de las apariencias, se sucede a sí misma: Alumbra mi memoria, uña de luna sobre la melena del mar, el gesto de tus manos (cuando la viada aún era asunto de sueños), tomando el cuerpo de tus lápices de colores tal que cintura de novia sin presentir.
 
Este libro, nos dice el autor,  fue inspirado tras la exposición que colgó en el Patio de Colegio de Arquitectos de Segovia en octubre de 2010 su hermano Mariano Carabias. Una exposición que tituló “Tocar el humo”

Tras leer en el programa de mano, lo que escribió el pintor hermano de Amando, y luego contemplar los cuadros, que no retratos en si mismo  ya que lo  que se intenta reflejar no es solo la fisonomía de quien posa sino la plasmación  de un ser atemporal que tiene algo de aquel que ha posado y algo, fuera del tiempo, de arquetipo que todos llevamos dentro y que provoca -dice- una danza extraña entre el ahora y el pasado.

Esa danza extraña de la que hablaba el pintor entre los rostros del presente
y el arquetipo que representa  fue lo que dio origen a  este poemario
que transita – nos dice Amando Carabías – por los andamios de los pájaros, y recorren los gestos repetidos en los rostros irrepetibles que nutren los eslabones de la historia humana.

Cada poema, digo, lleva un subtítulo y éste se corresponde con el título del cuadro pintado por su hermano.  Aquella exposición tenía una parte amplia dedicada a retratos que aludían a los inicios de nuestra civilización; por un lado la parte greco-romana y, por otra, la judeo-cristiana.

Así, tras unos poemas que van del pincel a la palabra, precedidos de la dedicatoria al hermano pintor, el poeta – como dijera Machado – se orienta hacia el misterio contemplando facciones del presente / donde anidan los gestos sin cenizas, / besando los andamios de los pájaros. Reflexiona sobre la creación, sobre cómo Dios incendió el cosmos: Dios festejó el último día como niños besando risas… (…) Dios incendió el cosmos como la luz y el color renacen  en tus ojos y tus dedos explicando el tiempo, donde nada concluye nunca, salvo las vidas, efímeros suspiros. Y los alterna con recuerdos de la infancia, la madre, el hermano pintor… Auscultas el mundo con los ojos, reposándolo en tus dedos que mecen los pinceles como se toma el talle de la amada. Glosa admirativa desde el recuerdo infantil que induce al poeta a que sucedan versos, versos vitales, versos reflexivos, versos panegíricos, versos, en fin, con medida o con más libertad de formas pero siempre con cadencia y siempre esperanzadores desde el principio al fin como en el último poema, poema de resurreción: La luz que  nuestra sed eterna sacia y que lleva el subtítulo de (Resucitado): Después de tantos siglos y tantas pinceladas /  han volado los pájaros / sobre andamios de piel y de pupilas / atravesando el tiempo y sus osarios, / haciendo de la sed inabarcable / tejido de su esencia y de su afán / por encontrar la fuente donde brota / el líquido que mana y fluye eterno.

Y entre el primer y último poema de este libro se suceden cinco breves secciones: la primera Del pincel a la palabra, y cuarta Su carne es mi carne,  con cuatro poemas cada una, la segunda Desde la bruma, y tercera  Esencias, con siete y ocho poema y la quinta y última La esperanza,  con tres poemas.
Amando Carabias (fragmento) pintado por su hermano como el profeta Elías

Y en esta secciones Amando Carabias María reflexiona acerca de lo poco que, a través del tiempo, cambia el hombre y establece, en este poemario, una especie de diálogo entre lo pintado y la poesía  de tal manera que  nos habla del ayer y del ahora  como si el tiempo estuviera fuera del tiempo, como si no existiera, porque básicamente somos y hacemos, pensamos y sentimos  de la misma manera aunque seamos “perros con otros collares” 
La paleta del pintor ha fijado los colores sin tiempo en los rostros de hoy, los versos del poeta han dicho las palabras de siempre, ayer y ahora sin tiempo igualmente, tras contemplar los colores sin tiempo.
En definitiva cambiamos poco, solo cambias algunos hábitos, costumbres…pero en el fondo como decía una canción “La vida sigue igual” pero como en el poema Una rama de olivo, subtitulado (Noé): Una rama de olivo es esperanza. / Una rama de olivo, pirueta hacia el futuro. Aun a pesar de: Pienso en Noé. / Mirad su sufrimiento de cadáveres, / mirad sus dudas alacranes, / esa ansiedad que cercenó su sueño / cuando el cielo perdía la ternura / de ser caricia / frente al dolor humano. El hombre, el poeta, continúan soñando con la caricia, a pesar de la historia de dolor que nos impregna y sueña con la rama de olivo de la paz y la esperanza.
 

Un hermoso y lírico poemario que ahonda en la contemplación del ser humano tan parecido en sus actos fuera y dentro de su tiempo, ese tiempo que su hermano el pintor ha plasmado en personajes ya sin tiempo con rostros de este tiempo nuestro que parece ser el mismo de siempre. Un tiempo, el nuestro, que el poeta nos presenta también, a pesar de, como: Un legado preñado de futuro / y azul, como las trenzas de la brisa. Porque , insisto, a pesar de, Azul como las trenzas de la brisa, / azul como los versos de los ríos, / azul como montaña de futuro, / azul como sonata de horizontes,/ azul es la esperanza.  

Lo dicho: Los andamios de los pájaros, es como un himno vital cargado de elegía por la historia del hombre,  y  que vive en el alero, al  borde del abismo, donde vuelan los pájaros y construyen sus nidos de sueños, de  cantos y promesas, ya sin tiempo, renacidas.  




3 comentarios:

Isolda Wagner dijo...

Magnífica reseña. Creo que has encontrado el alma del poemario y sobre todo lo has descrito con la emoción que produce su lectura.
Un beso en vuelo.

Amando Carabias dijo...

Querido Manuel, de nuevo me haces presente en esta página, y de nuevo me ruborizas.
Sólo me queda agradecer tus palabras y el tiempo que te has tomado para entrar a fondo en el contenido del poemario.

Unknown dijo...

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