jueves, 30 de abril de 2015

Eladio Cabañero: Palabra compartida (Antología poética).Introducción y selección de Pedro A. González Moreno







Eladio Cabañero: Palabra compartida (Antología poética)

Introducción y selección de Pedro A. González Moreno


El libro, de doscientas y pico páginas, ha sido publicado por la BAM (Biblioteca de Autores Manchegos y ya era hora pues, que yo sepa, este autor aún estaba inédito en la prestigiosa Biblioteca de su tierra, auque también es justo decir que el Ayuntamiento de Tomelloso le publicó en  un volumen toda su  Poesía reunida
con introducción de Francisco Gómez Porro, en, 2001).  El volumen que ahora publica la BAM, está ilustrado en su portada, por una pintura del  
pintor Antonio López 
que,como Eladio, es hijo de Tomelloso. 

El libro Palabra compartida(Antología Poética), de Eladio 
Cabañero, introducida y seleccionada por el escritor Pedro 
Antonio González Moreno, poeta y filólogo que ha realizado, a mi 
juicio, un meritorio trabajo no sólo de selección, noventa y dos 
hermosos y necesarios poemas para entender a la perfección la trayectoria de Eladio Cabañero, sino que la introducción que nos ofrece, perfectamente distribuida en los apartados La vozLa GeneraciónEl poetaEl paisaje y El Hombre, permite que conozcamos en toda su dimensión a un poeta que calló voluntaria y prematuramente, según el singular, humilde y sencillo poeta-albañil, que era Eladio Cabañero: “porque no tengo nada que decir”  – decía – .


¿Qué puedo decir yo de Eladio Cabañero? Sólo cuatro libros publicados y fue  Premio Nacional de Literatura-Poesía en 1963  por Marisa Sabia y otros poemasy posteriormente Premio de la Crítica  en 1971 por  una recopilación titulada  Poesía (19561970)que  prologó el crítico Florencio Martínez Ruiz .
Me parece a mí que es uno de los grandes poetas, representativos de la poesía de los años 50. 

Eladio pintaba sus poemas como, su paisano el hiperrealista Antonio López, pinta sus cuadros. Siempre  desde el mismo punto de vista ( el punto de vista del humilde, del sencillo hombre del pueblo que sabe y conoce a los perdedores, los desarraigados, los pobres, los vencidos, los humillados... y lo hacía con mimo, con ternura, con amor y sin perder de vista nunca al niño que fue), y escribe con la misma luz: la de la sencillez, la austeridad, la honradez y la ternura, la luz de su verdad en relación a su experiencia vital  y muchos de ellos, poemas que son testimonio de vida  con un emotivo y sincero toque social que hacía (y hace) que al leer el poema, el lector se conmoviera (se conmueva).



Y me parece a mí también (y lo cuenta Pedro en el libro)  que 
alguien que anduvo incluido en casi todas las antología de la época 
ya que fue antologado por Luis Jiménez Martos (director de 
Adonais tras  José Luis Cano), por el grandísimo Leopoldo de Luis
Por el poeta de Arcos Antonio Hernández en su La poética 
del 50: una promoción desheredada,  y por Francisco Ribes, por  citar solo algunos, no debería haberse quedado en el olvido tantos años.

Recordemos que  desde que dejara de escribir (su último libro fue 
publicado en 1963)  y tras publicarse la antología que le valió el 
Premio de la Crítica en 1971, no se publicó nada suyo hasta que en 
1992  el escritor y poeta Manuel Rico publicó en Ediciones 
Libertarias una antología titulada Señal de amor (aludiendo un 
poco a su segundo  libro Una señal de amor que fue accésit del 
premio Adonais en 1957), con un estudio previo sobre la obra de 
Eladio. Más tarde, en 1995, llegaría una reedición en 1995 de su 
libro Recordatorio, tercer libro suyo que  se publicó en1961.



Recuerdo con qué emoción me contaba Eladio  que le iban a 
publicar una selección antológica, ¡mi primera antología! –
exclamaba –. ¡Pero si ya nadie sabe de mí!,  me decía  con el brillo 
de la luz manchega tras los gruesos cristales de sus gafas de pasta, 
este poeta que amasaba versos entre los andamios de su Tomelloso 
natal o contemplaba los trenes y la tremenda pobreza desde la llanura, sentía yo que vivía, ahora en Madrid (hablo del principio de los años noventa), resignado (y perdidamente enamorado por entonces) en su condición de poeta olvidado (y también extrañamente correspondido en el amor).

Pedro A. González Moreno, buen conocedor del poeta  pues le trató personalmente  también y buen conocedor de su poesía muy acertadamente nos muestra  en uno de sus apartados a  El poeta y nos dice: La poesía de Eladio Cabañero está tocada por el don de la humildad, y pese a la inicial retórica de su primer libro, tiene un afán de sencillez y claridad, está concebida como un vehículo adecuado para transmitir la vibración más pura de las emociones.


Con relación a la voz poética 
de Eladio nos dice: 
La voz  humana,
conmovedoramente humana  de Eladio Cabañero, tal vez nos deja en el paladar unos posos dulciamargos    de desconsuelo, pero nos deja también  un temblor de pureza,  una vibración de autenticidad.
.
Nos habla de La Generación, una generación con poetas, incluido él, como su amigo Carlos Sahagún, Valente,  Claudio Rodríguez

Nos habla  también Pedro A. 
González Moreno del paisaje (un 
paisaje que el introductor de estos poemas conoce a la perfección 
ya que ha escrito sobre ese paisaje  manchego común a ambos en un hermoso libro titulado Más allá de la llanura, publicado también en la BAM en 2009 y Pedro lo escribió desde la contemplación, el lirismo y la realidad  experimentada).

Y nos dice sobre el paisaje de Eladio CabañeroDesde el sol a la 
anchura es la obra iniciática donde el poeta tomellosero buscaba 
no sólo la redención del paisaje manchego, sino también su propia redención personal y literaria. Recordemos que  Desde el sol a la anchura fue su primer libro publicado en 1956.



Y finalmente nos habla de: El hombrePedro conocía, ya lo he dicho, personalmente a Eladio Cabañero. Conoció primero  al poeta por la recopilación de Florencio Martínez Ruiz que publicó planeta y se convirtió para un Pedro jovencito en los primeros años setenta en un poeta de cabecera que siempre le acompañó (luego ya en los años 80 le conoció personalmente y compartió con el muchos días de charlas y amistad hasta su fallecimiento en julio de 2000),  y le acompaña porque – lo hemos comentado muchas veces los dos – siempre vuelve, volvemos,  a él a su recuerdo y, especialmente a su poesía. Y volvemos  porque como dice Pedro A. González MorenoEladio Cabañero fue un hombre, un poeta  que prefirió poner un adjetivo menos y una emoción más. Y los dos estamos de acuerdo.
Que este libro, del que acaba de salir una reseña en Lanza que es un resumen de ésta que cuelgo aquí,  sirva para que las nuevas generaciones conozcan la obra de un poeta auténtico.  Y que sirva para permanecer en el recuerdo de un hombre humilde que nos trajo la emoción y la verdad de un tiempo en su poesía.

                                                             Manuel López Azorín





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