Memoria
poética IV
Joaquín
Benito de Lucas: La historia de sus años
IV.- Este
hombre es un poeta
Matías Berchino dice que la poesía de Joaquín Benito de Lucas "tienen raíces en la vivencia personal y
colectiva de su existencia y la de su familia, su pueblo, su país".
En 2010 se
le otorga en Talavera el premio de la cadena de radio COPE.
Ese mismo año se ve obligado a abandonar prácticamente todas sus actividades
para atender a Francoise, su esposa, gravemente enferma. En 2012 se le concede
el Premio a la Cultura en Talavera
de la Reina.
Abraham Madroñal ha escrito sobre el poeta y su relación con su ciudad: "Talavera no es una ciudad concreta, es la ciudad por antonomasia; su río, todos los ríos; sus calles, todas las calles por las que puede transitar cualquiera. Nuestro autor ha trascendido el valor local de sus alusiones para convertirlas en símbolos de cuantas ciudades y cuantos poetas añoran recuperar la infancia junto a los sitios que los vieron vivir".
El que fue
profesor hasta su jubilación en la UAM, sigue dando conferencias de forma
regular como lo ha hecho a lo largo de su vida. Es autor de numerosos artículos
en revistas literarias. Sigue organizando los dos premios internacionales
anuales de poesía del Excmo. Ayuntamiento de Talavera de la Reina: El Premio
Rafael Morales desde el año 1975, y el premio de su nombre desde el año 1985.
Joaquín suele trabajar por las mañanas. Se levanto
pronto, desayuna y comienza a trabajar. Hace un descanso para comer y ni
siquiera se echa la siesta, continúa trabajando hasta las ocho de la tarde. A
sus casi 81 años el poeta, el hombre, tiene proyectos, y no ha perdido ni
ilusión ni la curiosidad por todo lo que le rodea.
También
se encarga de organizar desde el año
2000 un ciclo de poesía en la Galería Cerdán de su ciudad natal a la que acude
con toda la frecuencia que puede. Por estos ciclos de poesía han intervenido José Hierro, Rafael Morales, Luis
Alberto de Cuenca, Pablo
García Baena, Rafael Montesinos, Juan Van-Halen, Ángel
García López, Antonio
Hernández, Antonio Colinas, Jaime Siles, Carlos Murciano, Enrique Gracia Trinidad, Carmina
Casala, Manuel Lopez Azorín…, entre
otros muchos poetas.
Joaquín Benito de Lucas es un gran poeta, que en muchas ocasiones ha sido relegado,
olvidado al espacio de los poetas que parecen poco cuando se les lee con cierto
desinterés. Y en muchas ocasiones así le han leído; pero a poco que uno se
interese en su poesía comprobará que
este sexto de los siete hijos que trajeron a la vida sus padres, María y
Manuel, trasmite emoción en cada uno de sus versos porque sus poemas, de
difícil sencillez, llevan la mirada pura de la poesía y la mirada inocente del
poeta. Un poeta sencillo fácil de leer, sí pero recordemos a Antonio
Machado con su escribir “de frente y al sesgo”, esta es la virtud de Benito de Lucas: escribe fácil y todos
le entienden pero a poco que leas de nuevo podrás comprobar que en su poesía existe, al tiempo, un sesgo
de hondura, de profundidad que sólo se produce cuando hay un gran trabajo de
construcción poética.
Benito de Lucas, a través de su poesía, nos cuenta, no sólo la historia de sus años, la de su vida, sino que nos relata esa parte de la historia que, por cotidiana, pertenece al patio trasero de la vida de todos, un patio trasero del que nadie cuenta nada ya que lo cotidiano algunos piensan que es pobre sin darse cuenta que para el creador todo es hermosura y este patio trasero de la vida del que Joaquín nos habla en sus poemas forma parte no ya sólo lo personal sino lo colectivo de toda una generación: los sueños que le viven, la infancia, la memoria del ayer sucedido…De todo esto fue saliendo su propio mundo, un mundo que andaba contenido en sí mismo al tiempo que en otros muchos.
Benito de Lucas, a través de su poesía, nos cuenta, no sólo la historia de sus años, la de su vida, sino que nos relata esa parte de la historia que, por cotidiana, pertenece al patio trasero de la vida de todos, un patio trasero del que nadie cuenta nada ya que lo cotidiano algunos piensan que es pobre sin darse cuenta que para el creador todo es hermosura y este patio trasero de la vida del que Joaquín nos habla en sus poemas forma parte no ya sólo lo personal sino lo colectivo de toda una generación: los sueños que le viven, la infancia, la memoria del ayer sucedido…De todo esto fue saliendo su propio mundo, un mundo que andaba contenido en sí mismo al tiempo que en otros muchos.
Un mundo el de
Benito de Lucas del que Francisco Morales Lomas nos dice:
“…ha realizado una obra solvente, de gran altura de miras, profundamente humana
y atenta a la síntesis entre la tradición de los mejores valores literarios y a
la modernidad de un discurso sustancial en el que está presente el ser humano
como proyecto".
En el año
2001 publiqué en la Colección Literaria Universidad Popular de San Sebastián de
los Reyes un libro, Azul de los afectos, en el que recogía poemas escritos entre
los años 1981 y 2000, no publicados en
libro alguno con anterioridad. Fue Joaquín
Benito de Lucas el autor del prólogo de este libro por el que paseaban
muchos poetas, al tiempo que amigos, en poemas que yo les había ido escribiendo
a lo largo de todos estos años. Joaquín
contaba con dos poemas dedicados en este Azul de los afectos: “Tras el dolor”
poema al que ya me he referido en otro
apartado de esta Memoria poética y “Este hombre es un poeta” que traigo ahora a
esta página:
Este hombre
es un poeta
que pasea con Bécquer, Juan Ramón,
con Antonio Machado – y otros
clásicos –
por el río del canto y de la lágrima,
por el tajo del alma y
Talavera,
por el agua del río de la vida,
por el lírico río del lenguaje,
de la meditación…
y toma la existencia como un acto
de humor dramatizado,
de amor, de soledad y de memoria.
En el amor
detiene sus palabras,
observa, reflexiona,
lo vive, lo disfruta, lo llora,
lo recuerda,
lo escribe en soledad.
Este hombre
es un poeta.
Fuma cigarros puros y pasea –ahora con bastón–
por el cielo
del verso, de puntillas,
acariciando nubes de palabras
convertidas en vida,
para abrazar aquellas que son suyas
ya por derecho propio.
(Como
antiguos retratos que pintara
sobre un espejo de agua, en blanco y negro,
para ordenar un
álbum de latidos)
Este hombre
es un poeta que pasea
pegando puñetazos con el verbo,
el adjetivo, el
sustantivo…
derogando a los dioses sin Olimpo,
sin caballos alados y con
séquito
perenne. Y adulados
por creyentes de un dios de fuente seca
que no
ha bebido nunca de Hipocrene.
(Porque
Hipocrene existe por Pegaso,
pero no todos saben de sus aguas)
Este poeta
sabe, bebe, vuela,
pasea por el cielo de los versos
apoyado en sí mismo y
en su espada
de aceros y de mieles – según venga –
para librar batalla por
la luz
y cercenar el falso resplandor sombrío
de tanto falso dios y tanta
frase hueca.
Este hombre
es un poeta y fabrica
hexágonos precisos
con la palabra exacta en el poema.
(Su voz
tiene el sonido y el sentido)
Pero va de
puntillas
–Como un
simple mortal: ni dios, ni séquito–
acariciando
el cielo con palabras
como nubes de lluvia y sal de vida.
Este hombre
es un poeta. Bebe y vuela
por el agua del Tajo y la memoria,
por el cielo
de Oriente y de Berlín,
por la grafía dulce y musical /
de una ciudad
francesa hecha mujer,
por la luz de los ríos que surcaran
navegando en el
tiempo
y vuela entre palabras que son pulso,
pulso y latido vivo,
hecho
trazo de sangre por las páginas
de una vida, de un río y de sus aguas,
como
dolor silente y dicha ilimitada,
escrita paso a paso, libro a libro,
golpe
a golpe de sombras y de luces.
Y esto es como contar la historia de sus años.
Y esto es como contar la historia de sus años.
(De mi libro: Azul de los afectos)
Los años de este hombre, este poeta, este amigo, que, a pesar de los pesares, ha sido, es, feliz en su vida, ya que muchos de sus sueños se ha cumplido por más que Joaquín, si hablamos de todo esto, suela decir:
“a veces
me compadezco de mí mismo, de cuando era
niño, pero no siempre con dolor sino con alegría porque fue una época dorada de
alguna manera, aunque estaba rodeado de muchas tristezas.”
Ahora que va a cumplir ya 81 años pienso que Joaquín Benito de Lucas, como aquellos que se miran con sinceridad en el espejo de la vida, ha aprendido a ser feliz conociéndose, a través de su poesía, a través de la historia de sus años.
Sin
duda y a pesar del los olvidos, le llegarán más reconocimiento porque es
merecedor de ellos; pero si no llegaran yo sé, porque lo he vivido, que tiene
el mejor de los reconocimientos, el del público lector. Hace años ya, con
motivo de la lectura de Álbum de familia, al agotarse todos los libros, unos
cuantos lectores decidieron fotocopiar el libro de uno de los que pudo
comprarlo. Sé que fueron muchos los que solicitaron una copia y al día
siguiente de la lectura, me consta que se hicieron más de 50 copias del libro.
Luego aquello se propagó y siguieron, de este modo, haciéndose con Álbum de
familia muchos más. Fue en San Sebastián
de los Reyes; pero posiblemente haya sucedido lo mismo en muchas más
localidades. Y es que esta poesía de Joaquín
Benito de Lucas, aparentemente fácil pero plena de hondura, llega al lector y le toca los sentidos y eso, todos lo sabemos, no resulta tan fácil para muchos poetas.
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