Nicolás
del Hierro: Nota quisiera ser de cuanto
sueño
Nicolás del Hierro (Piedrabuena,Ciudad
Real, 1934), poeta, escritor, guionista y crítico literario, reside en Madrid desde
los veinte años y nos ofrece ahora su
última entrega poética: Nota quisiera
ser de cuanto sueño. (Lastura ediciones, Ocaña, Toledo,
2016). A sus 82 años Nicolás parece estar más creativo que nunca y no deja de sorprendernos con nuevas entregas cada poco tiempo. Él suele
decir que como ya va camino de “su todo” tiene prisa, una prisa "poetico-existencial" en escribir y
denunciarse: “Escribo y me denuncio, me condeno, / mi ordenador es el pecado /
mi dolor el dominio de las formas / todo mi sentimiento queda escrito / en las
querellas del enojo. (…) Y temo, dudo casi siempre” y escribe, escribe, escribe... porque sé que después de haber escrito este poemario, ha escrito otro que también será de calidad, como todo lo que escribe. Nicolás me habló de él como de ese niño guapo que todo padre ve en su hijo diciéndome: "es un defecto lírico-sanguíneo" y seguro, seguro, que es guapo.
Nota quisiera ser de cuanto sueño comienza con un poema
en cursiva a modo de preludio y aun con
la tercera persona como narradora de esta reflexión, nos encontramos con un encubierto sujeto poético que nos
ofrece una declaración íntima, confesional, de intenciones, y el deseo de
hallar por fin, de modo general, el amor de la libertad y, de manera personal lo
anterior y la luz que busca desde siempre en su palabra, en su verso. Nicolás
siente que el paisaje, tanto personal como colectivo, esta “manchado y gris” “se
diría que el cielo anubarrado / presagia tormenta”.
Él es un hombre, un
poeta, que observa y que duda, un poeta
que siempre, lo ha dicho muchas veces, es en su escritura algo trágico porque está fundamentada en el pensamiento de
lo perdido. “Observa, duda el hombre,/ pero aun así / su ánimo es camino, / es
todo pensamiento.”
Nicolás del Hierro cobija su memoria en las
temáticas Tierra, raíz, origen, infancia, por un lado y por otro, en la crítica
social donde da testimonio de un mundo y de unos comportamientos del hombre que
no le gustan, “Otea el horizonte de la
vida / y la actualidad no ofrece / sonrisas por la calle. Decepción / y
desengaño son las prendas / que los diseñadores más astutos / confeccionaron para el pueblo.” en definitiva nos escribe de un pasado a
veces duro y también de un presente inhóspito y es que el poeta y el hombre Nicolas del Hierro es amigo de la palabra amor y aunque le llamen iluso o "Quijote en granazón, por todo el universo", va dejando su grito, por si acaso, en esta calle de la página escrita.
Y aunque a veces el desánimo le haga mella y se pregunte "¿De qué nos sirve un verso, / de qué vale un poema / frente a la roja singladura / de la fragua que funde los laureles / del humano valor entre los hombres? (...) ¿De qué nos vale un verso...?
Hay desaliento en su voz y tristeza por el hombre, pero también hay esperanza porque a pesar de todo Nicolás cree en el hombre, por ello va siempre asido a la esperanza.
Y aunque a veces el desánimo le haga mella y se pregunte "¿De qué nos sirve un verso, / de qué vale un poema / frente a la roja singladura / de la fragua que funde los laureles / del humano valor entre los hombres? (...) ¿De qué nos vale un verso...?
Hay desaliento en su voz y tristeza por el hombre, pero también hay esperanza porque a pesar de todo Nicolás cree en el hombre, por ello va siempre asido a la esperanza.
Francisco Caro (Dcha) con Nicolás del Hierro |
El poeta Francisco Caro en un
artículo publicado en Lanza digital dijo de él que: “La mirada poética y humana de Nicolás nació
y ha crecido a la altura de los hombres, del dolor de los hombres, y de su
dignidad.(…) Tiene por ello la misma querencia que los metales. Ama lo rojo
porque la voz busca forja, porque busca la forma, la mano hacedora que la
perfile y la someta.”
En su manera de decir Nicolás
del Hierro hace hermoso todo lo que toca, ya desde la nostalgia,
ya desde la crítica social, ya desde la reflexión, nos ofrece siempre una
poesía serena, suave, como de brisa (aunque a veces sea producto de tormentas)
y es que Nicolás es un poeta comedido, sencillo... un
hombre bueno que decía el maestro Machado.” El hombre, pueblo llano, / se vistió esta mañana
con la humilde / camisa de la espera y la esperanza; / pero ahora, camino de su
todo,/ cuando observa el contraste de
las formas, / piensa que los expertos le mintieron, / y su esperanza ya no es
verde”
Un poeta con la humildad de los que dudan, temen... y la
grandeza de los que temen y dudan. Su poesía le nace siempre de dentro, del
corazón, de las entrañas, de la necesidad de contar y cantar a la raíz y al
hombre.
La esperanza, y esa voz roja con
todos los colores de un humanismo de concordia, por más que las
sombras cerquen en ocasiones la vida, sigue habitando en Nicolás
del Hierro. “Por eso escribe su
impresión, / vuelve a ser otra vez el que persigue / con la palabra su tesoro /
y del amor la libertad: / sabe que en el poeta, y en su verso,/ está la luz que
busca desde siempre.
De modo que Nicolás
del Hierro un hombre, un poeta, que nos dice que envidia sanamente “a quien
desde las Aulas / en la Universidad, tuvieron, / tienen y hacen escala, son
peldaño,/ para sus ilusiones más honestas” y que su caso fue distinto. “Yo bebí
de los libros la vida,/ surgí del
trampolín de la existencia. / Estoy acostumbrado a ser el todo / de la nada más
pura, ser el hombre / que prende su cordura ante la historia”
Un poeta que nos
dice, con la nobleza y la modestia que
siempre ha llevado consigo, que él ha
tenido que hacerse a sí mismo, se merece un gran respeto y admiración por ello
y también merece que le recordemos que Leopoldo de Luis o José
Hierro (entre otros), grandísimos poetas, también se hicieron a sí
mismos o dicho con palabras de Nicolás:“(Ellos
también bebieron) de los libros de la vida”. Dos hombres dos poetas como tú Nicolás del Hierro, hombre solidario en
tu verso que “A veces / quisiera(s) ser muralla de presidio/ y encadenar el viento más inmundo”, sí el viento de los
hipócritas, el viento de los que manejas las guerras a su interés, el viento de
los que impiden el paso a los refugiados, el viento de los dueños del “poderoso
caballero” quevediano, el viento, en fin, de ese darle la espalda a lo que no
se quiere ver.
No, Nicolás, con su
ritmo afable, sereno, comedido, de endecasílabos que se alternan con heptasílabos ya en verso blanco ya en estrofa más
clásica, plenos todos de armoniosa cadencia nos dice “No, yo no quiero entrar en los
destinos / que me oculten los sueños” y es que Nicolás lo que quisiera es: “Nota querría ser de cuanto sueñ(a)” y también: “encontrar algún amigo / con quien
participar de su palabra” y de este modo caminar , vivir, sentir, amar, escribir que: “(Su) parcela
mayor está en la vida,”
Debo decirte, Nicolás, que amigos tienes y lectores también.
Manuel López Azorín
1 comentario:
Magnífica reseña que, en estos momentos de su desaparición, adquiere el valor añadido de la emoción al repasar sus versos; "el todo de la nada más pura" era un ser maravilloso y siempre será un gran poeta. Abrazos.
Publicar un comentario