Miguel
Angel Yusta (Zaragoza,1944), presentó en el Café
Comercial de Madrid su Pasajero
de otoño (Huerga y Fierro Editores. Madrid, 2018). Un nuevo libro de
poemas prologado por el ensayista, narrador, poeta y crítico literario Fernando
Aínsa que nos dice:” El viaje de pasajero de otoño combina el recorrer
escenarios prestigiosos largamente cantados por otros poetas – Paris , Roma,
Grecia – a los que renueva con sugerentes imágenes y una experiencia íntima que
va urdiendo con la conciencia y la angustiosa sensación de un final de trayecto
no muy lejano”
El otoño
del título es el de la estación y además un estado anímico. Yusta se pasea por este
otoño estacional al tiempo que otoño de la vida, tiempo de contemplación
y de reflexión donde el poeta piensa tal vez, con el olmo de Machado, soñar
vitalmente con una nueva primavera, primavera que el poeta, por otra parte, sabe solo se producirá en la naturaleza.
Yusta
realiza este viaje, en el otoño-invierno
ya de la vida. Es un recorrido por lugares del París de su adolescencia y
juventud, lugares que le ofrecieron otra visión, otra luz, de la vida frente a
un ayer infantil–adolescente que fue sombra en esta España nuestra de los años 50
y 60, tiempo abrazado a sus recuerdos que ahora rememora contemplando la ciudad
de la luz desde el presente hacia el ayer
ya sucedido, y nos canta, como don Antonio Machado, lo perdido (y lo
ganado) desde el paso del tiempo que cambia los paisajes:
“Escucha con el alma la canción / que te abraza,
viajero,/ en el desierto invierno de tu voz,/ pasajera del tiempo que arrasa
los paisajes.”
Foto de M.A. Yusta. El Heraldo de Aragón |
El apartado Paris comienza con una cita de Sacha
Guitry que nos dice: “Ser parisino, no es haber nacido en París, es
renacer allí” y Miguel Ángel Yusta renació en Paris durante sus viajes de
juventud y en este nuevo viaje al Paris que marcó su vida joven se pasea por la
línea 6 del metro, por la Rue de la Réunion, por el Sena, la Gare D´Austerlitz,
Palais Garnier, Museo de Orsay, Notre-Dame, Mercado, y nuestro poeta con el
poema “El trompetista del metro” nos deja una reflexión sobre la velocidad , la
prisa, con la que nos encaminamos en la vida sin percibirla apenas: “Todos
tenemos prisa por no perder un tren./ Ya no nos damos cuenta / de que al pasar
de largo tantas veces / cerca del trompetista/ y de aquellas felices melodías /
estamos malogrando/ las encendidas notas de la vida." Paris es para Yusta
la ciudad de la luz que iluminó su vida y a la que siempre que regresa se retrotrae a los años 60, años en el que su descubrimiento de Paris supuso el
descubrimiento de la belleza, del amor y de la libertad.
Su viaje por Roma supone el recordatorio de un viejo
amor, del amor siempre quedan rescoldos, rescoldos que el poeta revive por los
diferente lugares de la ciudad eterna: “Tal
vez fue, y ya no es, / como antaño el amor, pero que importa/ si a la gloria te
lleva el padecer.”
Y con este amor del pasado Yusta nos muestra la Piazza Navona donde: “La luna de febrero se
disponía a velar un sueño./ acaricié su rostro / y se encendieron lenguas en
los vientres” para luego llevarnos hasta la Piazza del Popolo porque : “No
había espacio más dulce/ que el que existía entre nuestras miradas”. En la Fontana de Trevi 2 nos dice: “ No existía otro mundo/ que
aquel donde habitaba nuestro amor”. Y por el
Trastévere: “ Se apareció la luna velada y fría / para iluminar antiguos
recuerdos/ de noches con sabor a sábanas
heridas” . Miguel
Ángel Yusta, siempre que regresa a Roma, regresa
feliz porque en esta ciudad se sumerge “en
el profundo lago de su historia” y de aquel pasado amor que rememora con las
luces y sombras del tiempo sucedido.
La tercera ciudad por la que viaje este Pasajero de otoño está en Grecia y en Atenas, origen
de nuestra civilización, nos muestra su grandeza: “Enhiesta, imperturbable,/
como ese Partenón, bello y eterno” y nos sumerge en: “el
recuerdo de quien la hizo posible/ pues
ningún edificio se derrumba / si el buril del amor fue su arquitecto”
Y llega este Pasajero de otoño en
su viaje interior al apartado III: “Al final del camino / retorna silencioso el
recuerdo en blanco y negro/ de trenes que pasaban cercanos a mi casa” (…) “Así
en las largas horas de vigilia / galopaban deseos e ilusiones / mientras uno
tras otro, aquellos trenes, / invadían la estancia de los sueños”.
El recuerdo de todos los paisajes internos y exteriores, sucedido ya el
tiempo, en este presente, camino del invierno y la nieve, llega al poema final en
el que Yusta rememora de nuevo a Machado
y “ligero de equipaje” nos dice que llegará sin miedo a la Laguna: “y aguardaré
paciente el resplandor/ del profundo arañazo de la Dama…”
Y conociendo a Miguel Ángel Yusta que es un hombre caballeroso, amable,
sin rencor por aquel tiempo de sombras y amigo de la contemplación y gozo de la
belleza de la vida, como decía al
principio, esta Dama a la que alude Yusta, pudiera ser el final, el
vacio, la nada o tal vez la ensoñación de aquel olmo que anunciaba con su rama verdeando un nuevo renacimiento.
Eso solo lo sabe el poeta que vive dentro de este Pasajero de otoño donde nos ofrece el
viaje de su vida, mostrándonos en este libro amor y desamor, belleza, canto… y un estoico final o tal vez la ensoñación del olmo de Machado , como decía al principio: "Olmo, quiero anotar en mi cartera/ la gracia de tu rama verdecida", pero no ya solo en el olmo sino en el ser humano: "Mi corazón espera / también, hacia la luz y hacia la vida / otro milagro de la primavera". Sea una u otra interpretación solo el poeta puede aclararlo, lo que si nos ha dejado claro ya en este libro es su viaje de vida en el que nos muestra el amor y el desamor, la belleza y el canto, un canto en versos blancos plenos de ritmo, de música y especialmente de emoción en su viaje interior de la tercera y última parte.
MIGUEL ÁNGEL YUSTA, zaragozano, poeta y escritor, tiene publicados hasta la fecha una quincena de poemarios individuales, ha obtenido diversos premios, colaborado en más de veinte poemarios colectivos y participado en numerosas revistas literarias, antologías y letras de grabaciones discográficas. Colabora en el diario Heraldo de Aragón desde los años setenta (Secciones de Opinión, Artes y Letras, Comentarios de ópera y Rincón de la copla) y otros medios escritos, así como en programas radiofónicos. Organiza y desarrolla numerosas actividades literarias —principalmente en Madrid y Zaragoza— ciclos, charlas, recitales. Ha sido miembro de la Junta Directiva de la Asociación Aragonesa de Escritores y director adjunto de la revista literaria Imán (2008-2016). Su bibliografía completa se puede consultar en la Red, así como en sus blogs y páginas de Facebook: www.mayusta.blogspot.com // www.rincondecoplas.blospot.com
Manuel López
Azorín
2 comentarios:
Muchas gracias, querido Manuel López Azorín, por estas palabras dedicadas a mi Pasajero de otoño. Tu generosidad es inmensa en todos los sentidos. Consten aquí estas palabras como modesto comentario de gratitud a tu lectura y tiempo dedicado a mi voluntarioso trabajo. Un abrazo.
Magnífico
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