Pepa
Nieto: La mano del ángel
El pasado enero Pepa Nieto
(Outes, A Coruña), presentaba la última
edición del libro que publicó en 2008, La Mano del Ángel (Huerga y Fierro,
Madrid 2019), en el concierto recital del Grupo Retablo en el Palacio de
Longoria de la Sociedad General de Autores y Editores SGAE, dentro del ciclo “Poetas
de Nuestro Tiempo”.
José Montero Padilla, autor del prólogo de La
mano del ángel, poemario de esta poeta y escultora, nos dice: “ Y la mano del ángel se nos muestra así como
la crónica cierta (¡vida vivida o vida soñada?), honda, enamorada, de un ser
humano, y la nostalgia de un amor que no existe, o que acaso nunca existió, que
fue tan solo equívoco, imposible sueño, y con la esperanza, o la liberación,
ahora, que llegará de la mano del ángel.”
Amor vivido o amor soñado, tiempo de anhelo, de recuerdo o
tiempo de ensoñación y deseo, amor sin duda que hace que nuestra poeta eche una
mirada al pasado para decirnos:
“Todo aquí como siempre,/ llanto dentro. (…) Conservo en cada
ausencia / cada trozo de mí que me traiciona./// Solo soy la que espera de su
Ángel / pequeños roces en las manos / todavía impregnadas / de olor a
margaritas.”
Manos con olor de inocencia, versos de madurez que caminan
hacia adelante aunque vuelvan la mirada
hacia atrás de vez en vez, palabras hechas verso que sugiere, que reflexiona, íntima confesión en una arquitectura formal, forma y emoción en la belleza de
la realidad o del sueño:
“Dejadme que contemple / mi recorrido antiguo / como una
parte más de mi luz propia. / Era mi luz / o la sombra posible de este ángel /
único y auténtico.”
Y se sitúa viviendo en otro tiempo para cantar, para contar
que ya es: “Un tiempo sin que tu retorno / que pasa por allí donde me amabas /
y no sospechas”
El poeta Miguel
Losada dijo esto de Pepa Nieto: “Qué
cosa tan difícil. Esculpir con palabras los insomnios del ser, el silencio del
tiempo.”
Qué cosa tan difícil regresar al
amor, al silencio del tiempo, y a sus huellas profundas:“Vuelvo al amor y lo
paseo / para simplificar las despedidas, / las noches agridulces, y últimas, /
al resplandor debilitado de una vida.”
Y se abraza a una cita de Cernuda, en la que nos cuenta
que todo tiene un precio, para clamar: “Y he de llamarme así, / decirme YO y
comprenderme. / Y saber que soy múltiple / como múltiples son / lo s sueños
incumplido que me habitan.”
La obra poética de Pepa Nieto tiene algo que la distingue, es personal, alejada de retoricas, una poesía de claridad en la nebulosa de los sueños. Su poesía, reflexiva e introvertida, en ocasiones es honda y al tiempo directa. Dialoga consigo misma, suelta sus emociones en los poema y ofrece, con la magia de las palabras, que conoce bien porque ha bebido de las fuentes de ayer y de hoy y, aunque las disimule, la métrica formal anda en sus versos y en muchos de ellos nos muestra su compromiso y da testimonio del tiempo que le toca vivir.
Pepa Nieto, entre otras muchas
cosas, además de ser poeta y escultora, preside o ha presidido la Asociación de
Mujeres Gallegas en el Exterior “Rosalía de Castro” y coordina tertulias
literarias, entre ellas la conocida “Arco poético”.
Una mujer madura y múltiple que mientra nos habla de un amor
maduro igualmente regresa a otro tiempo, el de la infancia, regresa a la casa,
en la que no está pero está en ella. Y como mujer múltiple a veces la duda le
hace decirnos: “Que no sé si soy yo. / Pierdo mi identidad en la batalla / como
quien pierde verdades / de lo que está delante de sus ojos”
Y se arrodilla frente a la página en blanco para escribirnos
“que esta historia / es la agonía misma de su pulso” Porque amar, y más amar
con desmesura es morirse por dentro y mientras tanto se pregunta o sueña: “
Acaso lo que busco / es escuchar sonidos / en el agua pasada / que estas
fotografías / tengan vivos los labios y me besen”
Y ese pasado, vivido o soñado, convive con ella y “Como fantasmas / se adentran estos rostros
en los libros, / asesinan poemas (…) Conviven con mi espacio y lo secuestran.”
Y mientras tanto piensa que la casa no sabe que se aferra, en
ella, con extraño placer, a una imagen concreta. Y al tiempo que lo piensa
siente frío, un frío que “cruza la raya frágil de mi cuerpo / donde todo es
cristal y me desangra”
Y de nuevo la poeta regresa al tiempo de los olores
inocentes, al tiempo de las margaritas en las manos, en la frente, para decirnos: “Hoy con esta recaída de mi
cuerpo / que me hace andar a solas por el tuyo, / busco sobre la frente /
margaritas antiguas.”
Y a la vez que nos habla de margaritas antiguas, surge el recuerdo
terrible de otro tiempo, un tiempo de terror, un once de marzo, y la poeta se
compromete y da testimonio de vida mientras sueña con el amor: “Cómo ser sin
este amor / que en las noches me acuna / y clausura mi paso hacia otro norte”
Y así, acumulando recuerdos, temores, sueños, dudas, en ese
justo momento: “donde descubro el frío / y el frío me descubre. (…) Qué forma
cruel, amor, la de matarme.”
Y con qué intensidad siente la sombra, esa imperceptible
sombra que es como una costumbre ajena de compartir la ausencia, de compartirle, de amor sin luz.
“Tu sombra, / yo vivo de tu sombra, / le pertenezco.”
Y tras esta aseveración la poeta regresa al sueño de soñar
que su amor es el de Juan de Yepes, que
le ama: “Habitarte, al fin, / como la
luz te habita, (…) Que amor San Juan el
tuyo. (…) Y yo volver a ti para entregarme / toda amando, amando… / Y perdóneme Dios.”
Y tras esta ensoñación nos dice “A veces se te cae el mundo,
/ o te caes del mundo,” y nos pide que cuidemos del beso, porque cuidar el beso
es vivir y esperar, viviendo, ese morirse lentamente: “esa noche / que se
aproxima cruel e indefinida”
Esperar la muerte simbolizada en la noche y mientras tanto vivir, recordar, soñar porque
: “Quien ve las flores / crecer bajo la lluvia, / quizá desordenadas o rebeldes
/ como a veces los cuerpos, / nunca dirá que No / a los ojos rendidos del
amante.”
Un ángel, este de Pepa
Nieto, que desde las raíces, desde el ayer hasta el ahora lleva con ella y
le protege tanto en la poesía como en la vida .
La obra poética publicada de Pepa Nieto es Vencida por setiembre (Torremozas,
1998), Como ceniza (Huerga y Fierro, 2000, Antes y después el mar
(Huerga y Fierro 2004), Tiempo inhabitable (2011), y La
mano del ángel (2008), ahora reeditado en 2019 por Huerga y Fierro.
Manuel López Azorín
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