ENRIQUE
VILLAGRASA: La poesía sabe esperar
Enrique Villagrasa (Burbáguena 1957, Teruel), es periodista, poeta y lector de poesía
(reconocido crítico en diversos periódicos y revistas literarias, Turia, Librújula, etc en donde
colabora como crítico), reside en Tarragona y ha escrito unos cuantos
libros de poemas,. Ha sido incluido en varias antologías y traducidos algunos
de sus poemas a otros idiomas.
Enrique Villagrasa tiene como una de las fuentes de inspiración esa infancia en Burbáguena, el pueblo turolense a donde cada verano vuelve porque, dice, de ahí salió. Por eso escribe sobre su infancia, sobre el río Jiloca en Burbáguena y sobre su ahora en Tarragona.
Sus dos últimos poemarios,
publicados este año precisamente, Queda tu sombra
(Huerga & Fierro, 2019), donde nos muestra la vida, desde la infancia al ahora, y su quehacer. Queda tu
sombra (Huerga y fierro Editores, Madrid, 2019), es un libro
de “temor y temblor”, de “presencia en la ausencia”. Como diciéndonos: escribo
y algo quedará; pero sin nostalgia ya que las pérdidas por mucho que las cante,
son notas sucedidas, palabras que en la luz ofrecen, con su huella, esa sombra
que queda.
La poesía
sabe esperar (Igitur ediciones, 2019 es su homenaje a su tierra, su
infancia y a Rosalía de Castro que abre el introito con esta cita:” Aquellas
risas sin fin,/ aquel brincar sin dolor,/ aquella loca alegría / ¿por qué
acabó?"
Ambos libros son un homenaje
a la poeta gallega, a las raíces de Enrique y a la Poesía, que es fe de vida para Villagrasa,
poeta de verdad (aunque él suele decir que anda buscando el verso que le haga
poeta, pero eso es el deseo de transcender
porque él es poeta transcienda o no que eso es como entrar en el Canon ,
nunca se sabe, pero poeta es y buen poeta) y grandísimo lector y, como posiblemente haya una continuación de estos dos libros, podremos ver también más adelante qué de sombra queda, cómo sabe esperar la poesía y, finalmente, saber si Enrique Villagrasa, encuentra, según él, "ese verso que le haga poeta".
Esto de ser lector de poesía
en este mundillo, tan cainita que dice mi hermano el periodista, narrador y poeta Valentín Martín, es algo muy raro. Enrique lo pasa bien
leyendo, le gusta, porque es bueno leer a los poetas. Y luego hace crítica de poesía. En definitiva:
lee, difunde y escribe. El no busca otra
cosa que descubrir la belleza del verso en las y los poetas de ayer y hoy, le
divierte. No tanto ya escribiendo poesía, porque para escribir hay que sentir dolor, para
escribir poesía además de leer y leer mucho hay que sufrir.
Si le
preguntamos a Enrique Villagrasa
cómo canta su poesía, nos dirá que canta y cuenta como vive, como mejor sabe. Habiendo
leído y mucho. Habiendo observado y habiendo sufrido. Como lee mucho tiene como referentes a muchos poetas y uno de
ellos, en cuanto a escribir sobre la infancia es Rilke. Cuando Enrique
habla de la infancia, habla de
Burbáguena porque es parte de su vida, porque, dice, la necesita como el
aire, como el Jiloca, donde, cuenta que, se bañaba de crío y no tan crío:”Con
prados silenciosos, en la orilla/ de mi siempre Jiloca avanzo libre,/ por lenta
senda del ribazo oscuro / a beber en la fuente del regreso” Y como ese otro, siendo el mismo, Jiloca que
desemboca en Tarragona. Al Jiloca le debe todas las escenas de su primera
juventud, miles de metáforas, miles de imágenes. Y todo eso lo traslada a los
poemas. Es una confesión sincera en el papel y por escrito, de las pérdidas y
de los encuentros, del ayer y del hoy. “Desde
Burbáguena a Tarragona / te ilumina la inmensidad del mar.”
La infancia es todo, nos dice Villagrasa. En ella y con ella viajas por la vida. ¡Ay de aquel que olvide sus raíces, de dónde viene!. Rilke lo sabía, como cuando dejó escrito en sus cartas al joven Kappus: “Intente como el primer hombre decir lo que ve y lo que experimenta y ama y pierde”.
Enrique se mira desde fuera hacia dentro y
trata de averiguar qué le impulsa a escribir y le pregunta a su yo ¿Debo
escribir? Luego se dice que la respuesta debe ser muy profunda y sincera y como
la respuesta es afirmativa, escribe y procura construir su vida en relación con
esa necesidad
La poesía sabe esperar, la ha
prologado el director general de Cultura Nacho Escuín, que nos dice: “Villagrasa puede ser
formalmente muchos poetas a la vez, porque ha leído mucho
y sabe muy bien el oficio, pero no es eso lo que debe hacernos pensar en
él como un poeta mayor ( por su dimensión, evidentemente). Es la constancia, la
seguridad de que su voz, como los grandes músicos, sigue siendo la misma
ejecute una pieza clásica, un ritmo libre
o un medido poema mediático”
Enrique reflexiona
sobre la poesía porque para escribir necesita entender y entenderla. Y nos dice
“Todo poema es un diálogo con la muerte”, y “La poesía es más que la vida: es
la resurrección, toda sabiduría”.
Se nota, y los que conocemos a Enrique lo sabemos bien, que ama la
poesía, que ha bebido en sus fuentes, por eso escribe, indaga, maneja las
palabras con precisión y nos dice: “Las fuentes de tu amor son tan intensas /
como el aleteo de un colibrí.” Por eso su vida es la poesía y la poesía salva porque es vida y estos versos finales de La poesía sabe
esperar, al menos para este poeta lo corroboran: “Estaba de pie en la terraza,
un noveno, / y de no coger tu mano abierta, Poesía/ habría caído sin que nadie
me empujase.” Íntimos y confesionales versos que son vida, Versos como el agua del Jiloca y del Mediterráneo, aguas que son vida. Ser agua, vida, poesía:
Para poder ser ha de ser verso
en y con su tierra amada:
Burbáguena y su Jiloca.
Piedra al fondo de agua atada.
Todo es silencio: lenguaje
junto al mar, en la playa
de mayo.En la noche lluviosa
donde florecen los cerezos
en días de olvido y dibujos
en la arena del desierto de su playa.
Para poder ser ha de ser verso
en y con su tierra amada:
Burbáguena y su Jiloca.
Piedra al fondo de agua atada.
Todo es silencio: lenguaje
junto al mar, en la playa
de mayo.En la noche lluviosa
donde florecen los cerezos
en días de olvido y dibujos
en la arena del desierto de su playa.
Manuel López Azorín
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