Francisco Caro: Aquí
Francisco
Caro (Piedrabuena, Ciudad Real, 1947)
nos
sorprende con un nuevo libro. Un
libro titulado AQUÍ (Mahalta ediciones, 2020). Un libro de muy hermosa factura
y con una otoñal y hermosas portada de Teo Serna.
Este profesor de Historia, ya jubilado, que nos viene ofreciendo una poesía sugerente, intimista y meditativa, una poesía de memoria y de naturaleza, de paisaje interior y exterior, una poesía de amor y de tiempo, comenzó a publicar tarde, pero una cosa es publicar y otra escribir y Paco Caro lleva escribiendo, al aire de la vida, desde que respira.
Y ahora en este
Aquí, en este lugar, ha querido llevarnos a su
raíz, a lo más personal de sí mismo y con una poesía confesional y de naturaleza casi panteísta, con palabras cercanas, cotidianas,
palabras coloquiales, sin algaradas, pero con sosiego, sugerencia y hondura, palabras en
las que por su sencillez, su pequeñez, bendita sencillez, bendita pequeñez ,
contienen las más vibrantes emociones en una poesía que alumbra la luz
del tiempo, la luz de la poesía de verdad, desde un allí que se convierte en
aquí a través de la materia de los sueños y que es ayer y es presente. (el
tiempo y su fugacidad para el hombre es un tiempo sin tiempo en la palabra porque
esta permanece en él). De manera que el libro más suyo, mas aparentemente
sencillo, nos ofrece lo más personal, lo más intimo: su tierra, su familia, sus
amigos, su cosmovisión del mundo, su yo. Desde la distancia del tiempo visto
por el adulto y desde la cercanía y nos
lo ofrece a través de un viaje de vuelta a sus orígenes (Sin olvidar en su
viaje dos lugares de importancia en su vida, Madrid y Lérida), regresa a su Piedrabuena
manchega, a su casa y a su patio. Un patio que le aísla del mundo al tiempo que
lo contiene.
Aquí se compone de tres apartados y un poema introductorio: Es aquí donde espero / a que nadie me nombre, a que se calle / la prosa para siempre, aquí naci, /en estas tierras cuarzo de interior,/ por aquí cruzan nubes, casi polvo/ que desoye la mar, y sin embargo / la lluvia hizo caer sobre mi cuerpo / una gota que tuvo forma, roce y sonido / de corazón, de llaga.
Y
en ese viaje de vuelta al lugar donde fue, donde sigue siendo, nos lleva de la
mano compasivamente al tiempo de la niñez: Si
pudiera volver/ a ser feliz,/ a la cal y a la tierra,/ a la altura inocente / y
al verano de un niño entre albañiles.
Valentín Martín que es experto
en escribir y en leer nos ha dicho:
“Así que estamos ante un libro de un poeta que salió del patio y ha vuelto a
donde fue. Y aquí nos espera. Quizás sea su libro familiar porque es más amplio
su yo. Su universo puede ser infinito e inocente porque han vuelto todos los
exilios, si es que alguna vez se fueron o sólo lo pareció. (…) Piedrabuena: Francisco Caro es de pueblo e
hijo del pueblo. Pero su poesía tiene la aristocracia gratis de los poetas más
grandes que saben y pueden enraizar de forma hermosa el natural intimismo con
otros universos que ya se sienten menos fuera y menos solos.”
En
su primer apartado, “Días y tierra”, visitamos
el patio de su antigua casa. Miramos al poeta, leemos sus palabras y todo está
dicho porque la palabra se hace luz: Patio
de mi casa antigua,/patio de juegos / que hizo fugaz y desnudó la tarde,/ he
vuelto a lo que fue su territorio,/ al mimo que crecía en sus macetas,/a sus
piedras gastadas,/ al sosiego. Y tras él recorremos el tiempo y escuchamos la
ternura de la madre decir: Levanta hijo, el patio está blanco y el deseo del hijo se hace cierto “con un poco de nieve con azúcar,/ una “gloria”
con zumo de naranja” que la madre prepara para él.
Recorremos
poema tras poema los sueños y los miedos del poeta porque todos de niños,
soñamos y tememos, escuchamos los cernícalos, los “chiris” de la iglesia, vemos
a Lauren Bacall en “El cine de Antonio”, y así conocemos un poco más a este
manchego de todas partes y de lo suyo, subimos al molino con el poeta y su
padre que: “buscaba la callada, la
cautiva,/ tristeza de un ayer republicano
(…)Nosotros-dijo entonces- somos dueños solo de las derrotas que callamos.”
Con Pablo Guerrero |
En
el segundo apartado avanza en el tiempo y leemos un poema, “La casa” donde ya
adulto pero joven nos muestra los cimientos de su casa, interna y externa y de
ese patio que contiene su mundo y que al tiempo se universaliza para contener a
toda su familia: Esta casa,/ alzada en lo que antes fuera huerto,/nació
cuando mis hijas. (…)La iniciamos el año en que mi padre/ encontró su diciembre
(…)Ana nos avisó mientras estábamos/trazando
los cimientos,(…) Julia vino / justo al año de estar bajo sus tejas/ cuando
hicimos el patio que nos mima/y extendimos lo verde,/las alfombras,/ dando fin
al empeño/ con el nogal de Lérida.”
En
cierta ocasión hablando con Paco Caro,
creo recordar que me dijo que le costaba escribir poemas largos por aquello de
que resulta difícil mantener el ritmo y se desdice con un hermoso y rítmico poema
titulado “Alba en el patio” en el que
conversa consigo y la naturaleza y lo
hace, como en todo el libro, con una poesía que parte de lo formal y también lo
tradicional y en ocasiones juega a disfrazar la forma y en ocasiones juega a
renovar las formas como es el caso de los poemas “Soplos” o “apuntes” o en el algún que otro soneto en cuanto a la disposición de su estructura. Y en este
apartado vemos como el poeta nos habla de sí a través de la naturaleza: Porqué la sombra ha de valer / menos que un
hombre / si es más sincera. Y lo hace en ese patio que siente como refugio,
patio donde es siempre más él y más de todos a través de la palabra
Con Luis Hervás |
Seguimos
leyendo y entramos en el tercer apartado “Respiraciones” y leyendo el poema que inicia esta parte “Tú”, dedicado a su compañera, a Mari Carmen, que es, dice el
autor, quien cuida y mima el patio: Llegaste
de mi mano conducida al rumor sosegado del Bullaque,(…) Así viniste, / dejándote
llevar, como quien ama.
De
modo que francisco Caro, que tilda a
estos poemas de cordiales, terreños y compasivos, escritos para que le
perdonen, como es y lo diré con palabras de un amigo común Miguel Ángel Yusta, digo es: “poeta, es un hombre cabal, próximo,
generoso y afable, cargado de sabiduría poética y con una voz propia.(…) El busca el "intento de escribir la mirada del hombre sobre los instantes, sobre los
espacios", como apunta el poeta, es la génesis de su poética y de ello y
otros matices -siempre de exquisita sensibilidad- da cuenta su ya numerosa obra”.
Y dice en sus respiraciones, en su poesía, cuando la escribe, mucho más de
lo que dice el poeta y respira ante “La tabla de la yedra” para decirnos que en
ese paisaje va su vida y “Desde el ciprés”
va la tarde en secreto mientras escribe , sin añadir oscuridad a sus
palabras y respira recordando “El puente de los yerros” sabiendo que ya nunca
volverá el pasado si no es en el recuerdo y en su respiración, con ”Esta mano”, se acerca a rendir homenaje a sus
abuelos, una mano como la del padre “sastre por destino” cuando aprendía y “le era compañía” junto a la “máquina Singer
de coser.”
“Todo
pasa y todo queda” y “El lugar no es el mismo que de entonces” ni el amigo, el
poeta, el maestro permanece si no es en el recuerdo, “Si lloviera…” cantaba Nicolás del Hierro...pero quedan
sus palabras, que leen, que respiran…”Si lloviera…”
Francisco
Caro, lo dice muy bien, es a mitades
/ Madrid y pueblo mío, territorios / en donde amé la vida, donde me amo la
vida.
Y
te sigue amando Paco Caro, porque: Aquí, / en este patio /
que me (te) aísla del mundo y lo contiene, Fuiste y
eres.
Y
donde quiera que vayas o estés, donde quiera que respires, siempre serás y estarás con el agua de la
memoria, junto a la luz de la palabra, una palabra siempre emocionada y de
enorme significación.
Manuel López Azorín
2 comentarios:
Magistral reseña de un libro grande, hecho de y con amor.
Cómo se agradece tu lectura y la oportunidad de hcerla pública. Un fuerte abrazo, amaigo Manuel.
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