jueves, 28 de abril de 2022

.Diego Medina Poeveda: "En vecindad, no en compañía"

 

.Diego Medina Poeveda: En vecindad, no en compañía



Diego Medina Poveda (Malaga, 1985) nos ofrece una nueva entrega poética con el título de: En vecindad, no en compañía ( Ediciones de la isla de Sistolá, Sevilla, 2022) título que toma Diego de unos versos de mi querido y recordado siempre Claudio Rodríguez, versos del poema “Ciudad de Meseta” perteneciente al libro Alianza y condena y hay en estos versos un cierto pesimismo, hay desarraigo y actitud crítica pero especialmente una tremenda sensación de soledad, de vecindad sin compañía, todo esto producido por, como dice Claudio: El temor, la defensa / el interés y la venganza, el odio, / la soledad: he aquí lo que nos hizo / vivir  en vecindad, no en compañía. Título, por tanto, muy apropiado para este libro que nos lleva por un viaje interno y otro externo para intentar hacer  un mundo mejor: Estoy pariendo un mudo en estas páginas / para que tú lo leas y te salves.

Siempre he pensado que la poesía es amor, belleza y compromiso y, en su inmensa diversidad, creo que lo que prima es esto. En estos diecisiete poemas que contiene En vecindad, no en compañía, libro dividido en dos apartados. En “Estancias interiores” nos muestra al sujeto poético reflexionando sobre sí mismo: He encendido en mí estrellas que son nombres/ que alumbran con las luces de los versos / este espacio interior que habito solo,/ aunque en mí mismo habite el universo.

Y ese universo me hace volver al primer poema: “El niño frente al mar”,  (que) está callado /  –debajo de sus pies hay veinte metros–./  Ha venido tan solo con su sombra/ tratando de encontrarse.


El poeta José Infante nos dice de Diego Medina Poveda: “La técnica no es moda, es resistencia, con este decisivo verso acaba un magistral soneto Diego Medina Poveda, lo que supone una postura estética y su manera de enfrentarse al hecho literario. (…) ha demostrado de manera eficaz, que su poética, entre el realismo humanista y una profunda formación barroca y clásica, se ha conformado ya como una vez personalísima en el panorama lírico actual. Diego ha bebido y vivido la poesía desde la cuna y tuvo su primer maestro en su padre, Diego Medina Martín, por eso la vecindad de sus versos es su propia compañía, su esencia. Y su determinación, contar todo cuanto es verdad, lo que resulta hoy absolutamente moderno.”

A la breve eternidad que dice Borges, “Lo que cabe en un minuto” nos dice: …¿Con qué avión /–pregunto a mis amigos– de qué forma / se puede conocer todo el paisaje /del planetas que existe en las personas? “Cohetes” se retrotrae a la infancia, un espejo de memorias donde confluyen los caminos: del  yo que fui en la infancia – un mundo mágico –,/ del yo que soy ahora y del que quiero /con dimensión de hombre: un niño alado.

Y en ese vaivén de memoria que es el tiempo y que no tiene medida, suena una “Nana para un niño imaginario”: Duerme, mi niño, – si es que estás despierto – ,/  duérmete en tu limbo imaginario,/ no sé si aquí esperarte o no esperarte./ Mientras, saco los monstruos del armario. En “Ars moriendi”… el dice: Lo que venga, cualquier golpe. Cualquier golpe es un trueno de sí mismo, (…) ¿Pero quién no anda herido, pero qué hombre /  no es de sangre, y dichoso  se desangra / en el amor?  (…) El dice que se muere muchas veces.

Urbana Babel  (2009), fue su primer libro y era una diversidad de tonos, lenguajes y formas. Un poemario que ensamblaba dos miradas: la del camino tradicional y clásico y la de una nueva mirada a la búsqueda  de otros tonos, otro lenguaje y otras formas. Pero siempre, ya le viene de su primer y gran referente, su padre, con amor, belleza y compromiso.

Y llega “La familia del futuro” el último poema de este apartado. Y con este poema un subtitulo o aclaración:“La teoría sueca del amor” ese documental  de Erik Gandini que nos cuenta cómo la sociedad va renunciando a su naturaleza social y yendo hacia la autosuficiencia. El futuro es vivir en vecindad, sin compañía, en soledad absoluta y una vecindad , tanto de cerca como de red virtual, que se comunica pero no se acompaña. Solo la soledad vive en su entorno.

En definitiva un primer apartado que reflexiona sobre el yo, vive la magia de la infancia perdida o casi y critica nuestro modo de vida tan individual, tan en vecindad pero sin ninguna compañía y con un futuro, por deshumanizado, nada placentero.

Diego lleva (ya lo vendo diciendo en este blog desde hace años) mucho tiempo conociendo las formas métricas, la gran poesía de aquellos que nos han precedido, esa que, en mi opinión, debemos de beber todos los que nos dediquemos a escribirla porque es la fuente donde saciar nuestra sed de poesía y aprender a manejar su ritmo, su canto melódico, su susurro de agua, sosegado, sereno o bravo  y crítico y siempre con amor, belleza y compromiso.

El segundo apartado, ”Otro hogar”, de ocho poemas como el primero y un apartado final (…) con un poema titulado “Para que se haga un mundo”  En esta segunda parte nos muestra el autor “El fondo del pasillo” con un niño que envejece, hay una “Casa vacía”: Helada está la casa qué arrendamos / pero qué ardor esconden las entrañas. Luego nos invita a la tiniebla , para escuchar a los hijos de los vecinos en un llanto compartido y sentir la soledad:  te invito a la tiniebla de mi casa. / Si en el fondo no somos tan distintos.

En el poema “Fronteras”: Más heridas, queriendo ser los árboles, (…) Fronteras las ventanas. Nuestras vidas / va a dar a los mares de un desierto. Y, ¿Dónde queda el amor, dónde la compañía, dónde las personas El sujeto poético nos muestra ahora, con tremenda ironía, el Amor en mil sitios y por mil cosas vanas, nunca personas: Amor en el trayecto al supermarket, / amor en el suburbio de mi barrio, amor en el semáforo en ámbar, (…) amor por las tarjetas sin contacto, / amor por este amor que estoy sintiendo, / amor por las farmacias y sus fármacos.

Y así  nos habla de la distancia, del sueño, de otro hogar…hasta llegar al poema final  y aquí cierro yo este círculo que comencé casi igual que termino. “Para que se haga un mundo” poema final con una cita de Rilke que termina diciendo: un mundo para sí por el bien de otra persona. El poema comienza diciendo: Son años de terror y desconsuelo, / la gente sale fuera y nunca sabe / cómo volver a casa sin ser nada,  (…) mis palabras, que quieren abrazarte / como una enredadera de galaxia, / hilandera de amor y de lenguaje./ Estoy pariendo un mundo en estas páginas / para que tú las leas y te salves.

En fin, un libro que nos muestra esta sociedad individual, conectada a las redes pero sin compañía y llena de una terrible soledad.   


Diego Medina Poveda (Málaga, 1985) es doctor en estudios  Hispánicos por la Universidad  Autónoma de Madrid. y la Universidad de Resnnes 2 (Francia) Compagina su actividad literaria con la edición y la enseñanza.

En 2009 publicó su primer libro de poesía Urbana Babel (Colección Monosabio)

En 2010 logró el premio Malaga Crea de poesía con el libro Las formas familiares, y en 2015, fruto del premio Cero de poesía, publica el libro He visto la vida más humana.

en 2017 es galardonado con el primer premio de poesía María Zambrano (UNED y Fundación Unicaja) con el libro A pesar del frío, publicado por la editorial El Toro Celeste y este mismo año  publica en la Colección Puerta del Mar el libro de poesía Mar de Iroise.  En 2018 obtuvo el premio Manuel Alcántara por el poema “Contrapicado”. En 2019 fue accésit del premio Adonáis de poesía con Todo cuanto es verdad  (Rialp, 2020), (Libro que, en opinión del jurado, fue premiado por “la musicalidad de su lenguaje celebratorio y a la vez crítico, en el que se funden la herencia barroca y los motivos cotidianos”.) Con este libro recibió en 2021 el Premio Andalucía de la Crítica. En vecindad, no en compañía (Sistolá Poesía ), es su séptimo poemario. Un intenso y gran libro de muy recomendable lectura.

Su obra ha sido recogida en diferentes antologías.        

 

                          Manuel López Azorín 

 

 


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