Emile Verhaeren: Las ciudades tentaculares
(Traducción de Pedro Alcarria viera
Émile Verhaeren (Sint- Amands, Amberes,Bélgica 1855- Ruán, Francia 1916) fue un
poeta en lengua francesa de origen Flamenco que en principio se adscribió al
naturalismo, pero como poeta se le suele considerar modernista y místico.
Fue traducido a otros idiomas y candidato al Nobel.
En Bruselas hizo amistad con Darío de Regoyos, con quien desarrollaría la estética pictórica en su Libro de viajes, de la llamada “España negra”‘ (pintura tremendista española de finales del siglo XIX) Publicó bastantes ensayos sobre arte y fue poeta, ensayista y dramaturgo.
Luego
de sus primeros y parnasianos poemarios
(su primera etapa), parece ser que atravesó una crisis moral y religiosa que le
condujo a escribir sus primeras obras consideradas notables (segunda etapa) muy influenciado posteriormente por el
simbolismo y se le considera como uno de los fundadores del modernismo
literario europeo.
Emile Verhaeren |
En la búsqueda de una
poesía visionaria, nos lleva a su tercera etapa, en la que emerge una síntesis
entre el tema de la decadencia del mundo rural y el auge de las ciudades tras
el triunfo de la revolución industrial: Aquí
es donde escribe en 1895 Las ciudades tentaculares .
Emile Verhaeren es poco conocido en
España. Lamentablemente nunca vio ninguno de sus libros
de poesía traducidos al español. Por tanto hay que agradecer al poeta Pedro Alcarria su traducción al español de uno de sus libros
Las
ciudades tentaculares, libro de su etapa de crítica social donde el
simbolismo junto al verso libre cambia de ritmo para ofrecernos una trepidante
exposición de la agonía impuesta al campo debido a la revolución industrial, Verhaeren hace un intento de defensa de la naturaleza y de los hombres frente a una sociedad de
maquinaria sin pensamiento solidario.
Un
fragmento del poema “La llanura”, como ejemplo:
La llanura está aburrida y sus rastrojos y graneros
y sus granjas cuyos hastiales están carcomidos,
la llanura está aburrida y cansada y ya no se
defiende,
la llanura está aburrida y muerta y la ciudad se la
come.
Formidables y criminales,
los brazos de diabólicas máquinas,
segando el trigo evangélico,
espantaron al viejo sembrador melancólico,
cuyo gesto parecía acorde con el cielo.
Pedro Alcarria Viera |
Y otro fragmento del
poema “El alma de la ciudad”:
Los
techos parecen perdidos,
los
campanarios y los hastiales fundidos,
en esta
enrojecida y fuliginosa mañana
donde,
de fuego en fuego, se mueven las señales.
La
curva enorme de un viaducto,
discurre
por los uniformes y lúgubres muelles;
se estremece
un tren inmenso y cansado.
Allá,
lejano,
un ronco
vapor con estruendo de bocina.
Y por
los uniformes y lúgubres muelles
y por
los puentes y las calles,
se empuja
la muchedumbre,
sobre pantallas
de bruma cruda,
de sombras
y de sombras.
Las ciudades tentaculares,(Ediciones Vitruvio, Madrid, 2022) de Emile Verhaeren (Les villes tentaculaires en su idioma original, el
francés) libro traducido por primera vez
al español
a cargo del poeta Pedro Alcarria
que se presentó el pasado 6 de mayo en la residencia del embajador de Bélgica
en España Geert Cockx. Allí Pedro
Alcarria estuvo acompañado por el profesor en el departamento de Filología francesa de la
UAM André
Bénit, el editor de Ediciones Vitruvio, Pablo Méndez y la poeta Marisol
Santiago.
Nos cuenta Pedro Alcarria, el traductor: “nos
relata Vehaeren la decadencia del campo durante la revolución industrial. Nos
cuenta el poeta belga, -con una potencia expresiva incomparable- el declive del mundo rural, y la
miseria de los campos abandonados, derrotados por las ciudades en auge,
que se convierten progresivamente en los escenarios principales de nuestro
tiempo.
Verhaeren, es testigo
del avance de la revolución industrial y describe cómo un mundo que se
movía con el ritmo ancestral de las cosechas y del paso de las estaciones
agoniza y se despuebla a medida que sus gentes marchan a trabajar en las
industrias de las ciudades en expansión, que Verharen compara con un pulpo
voraz que va devorando todo su espacio circundante.”
apunta Pedro muy acertadamente lo siguiente: “El verso de Verhaeren es único y muy particular. Es un poeta
comparado a menudo con Walt Whitman (otro cantor de la vida moderna), por la
dimensión épica de sus poemas y por su utilización del verso libre. El
verso de Verharen entra y sale continuamente de las formas métricas tradicionales,
con una libertad que parece justificada en la voluntad de representar el ritmo
desordenado de la vida urbana.”
Buscando documentarme
un poco sobre este poeta, he encontrado una cita del novelista Remy
De Gourmont en la que define muy
bien Las
ciudades tentaculares de Verhaeren:
“Esta poesía carece de intimidad,
y no se llevarán los libros de Verhaeren al campo para leerlos entre las
primeras glicinas en flor. No consolará de sus dolores secretos a ningún alma
herida. Sin embargo, puede dar a los jóvenes atraídos por los sueños sociales
la sensación de que sus ideas han encontrado un profeta. “ Esto lo escribía este
autor a finales del siglo XIX.
Así, pues, las locuras, los dolores, las esperanzas
turbulentas de la gran ciudad tentacular forman la materia de este libro que
evoca con su ritmo el suburbio obrero, los rumores ensordecedores, el trabajo paciente,
mecanizado, monótono y la agonía del campo.
Termina este libro de poesía con el poema “Hacia el futuro”,
Una
raza humana condenada a un destino de oro.
¿Has
sentido de qué trabajo formidable y combativo,
tras
cien años, de repente,
se
tambalea tu fuerza inmensa?
Tras sentir que el espíritu del campo se apaga, siente
que avanza el del hombre. ¿Hacia dónde? Mientras, la vida continúa y también la esperanza de un
futuro mejor, más solidario, mas de igualdad. Un simbólico deseo de vida y esperanza
sin distinciones.
Manuel López Azorín
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