martes, 7 de junio de 2022

Ezequías Blanco: "Algo tendrá que ver el cine"

 


Ezequías Blanco: Algo tendrá que ver el cine

 


 Ezequías Blanco: Algo tendrá que ver el cine

 

Ezequías Blanco (Paladinos del Valle, 1952, Zamora)   acaba de publicar  un nuevo poemario: Algo tendrá que ver el cine (Los libros del Mississippi, Madrid 2022). Un libro que nos llega arropado por las magnificas palabras  de un poeta licenciado en filosofía y letras, un docente al que me une, a pesar de vernos poco, afecto y admiración y el hecho de haber sido ambos colonizados un buen día. De Ezequías nos dice José Luis Morales:

“Ezequías es un poeta que va del clasicismo a la vanguardia, de lo naif y popular a lo metafísico o hermético y viceversa sin necesidad de transición,  gracias a una extensa e intensa cultura literaria y a un substrato irónico habitual. Esa actitud irónica y descreída le permite también pasar del optimismo – en realidad, tolerancia con la fantasía y la aventura – al  nihilismo, que en él es más bien despreocupación material  y ausencia  casi total – el casi es imprescindible  ante cualquier creador – de vanidad.” Magnifica definición del Ezequías poeta, narrador y, además, magnifica persona.

 


Su anterior libro: Tierra de luz blanda  (publicado igualmente por Los libros del Mississippi, la editorial de Antonio Binicio Huerga ), es un libro con poemas de honda y vívida verdad, un poemario sugerente y real porque forma parte de la experiencia  personal y anda envuelto con las palabras precisas, sentidas y vividas en el ropaje humano, desde el humano temor y el mensaje que transmiten sus versos de claridad y sencillez emocionante. En definitiva un libro confesional  de mucha pulsión emocional.

 

Son muchos los libros que ha escrito Ezequías, algunos he leído y el anterior a este reseñado en mi blog, pero Algo tendrá que ver el cine, me parece un libro pleno de honda vena existencial, afectiva, metafísica, a veces con cierta ironía y con preocupación social. Ezequías es un poeta de diversas caras o como bien dice José Luis Morales de este poemario: “Un libro prismático en el que cada una de las caras de Ezequías Blanco tiene su reflejo y el lector puede disfrutarlas todas o conocerlas  todas si es su primer encuentro con su obra.”  

Ese prisma que es Ezequías lo encontramos aquí en sus cinco apartados y un epílogo: “Unos cuantos al origen”, “El cuenco de manteca”, “Autoayuda/autoamparo”, “vetavena social” y “Algo tendrá que ver el cine.”

 


“Unos cuantos al origen”, es, quizá, el apartado más intenso porque en él esta lo más interno del poeta, un apartado en el que el tiempo se pasea con él para rememorar lo importante.

El libro está dedicado a la memoria de sus padres porque de ellos – nos dice – aprendió que la ausencia no es olvido y aprendió mucho más, aprendió  a conservar el origen, aprendió a escuchar:

Voy a devorar la voz de mi voz

porque sé que si hablo puedo impedir

que se originen las palabra

que se equivoquen en su curso…

 

Y es que es un hombre a la búsqueda de los lugares en los que pueda reposar, lugares como:

una piedra para descansar en su latir

una sombra, una penumbra donde pueda verse

lo que en ningún lugar se escucha.

 

Traer lo invisible a lo visible, las palabras precisas que hagan del poema poesía y:

Dejar el disfraz en esta roca   

donde va y viene el mar

donde el mar va y viene y se retira…

 

y es que es un hombre con honestidad sin prejuicio y sabe que algún día se iniciará el rito de las despedidas y una vez más canta lo que se pierde, lo ya sucedido que le retrotrae a otro lugar y otro tiempo, la casa familiar abandonada, la sonrisa de la madre y, paradójicamente, el sueño del anciano , el sueño antepenúltimo ¡Oh padres!  Dadme solo una vez más / los besos de cuando fui niño.

 

Porque  le viene el miedo de un porvenir de ausencias

                  que no desaparece entre los cálices

                  del deseo ni de la orfandad del canto.

 

Y en los penúltimos otoños  nos llega el poeta

…con la llaga a cuestas / de la miseria del mundo.

 

Me he centrado más en este primer apartado, tan lleno de pulsión emocional, pero destaco este poema del segundo apartado , “El cuenco de manteca”,  es este “La luz”  dedicado a Jesús Hilario Tundidor, “Tundi” para los que le teníamos como amigo y que a él le habría emocionado:

La luz llegó una vez desde occidente
a injertar palabras en los árboles.
Y no se hartó de engendrar esperanza
de morirse por dentro
de arder como la piedra
de cuyas llamas mana el agua.

 

Apartado en el que incluye a la manera de una cuarteta (en este apartado la poesía popular anda presente por este y el siguiente apartado), un poema dedicado  a Zamora pero con rima el primer y tercer verso en el que nos dice  que: No hay ciudad con más amor / en su nombre que Z(amor)a. Una original manera de definir esta ciudad  de León Felipe,  García Calvo, Tundidor y Claudio Rodríguez  todos poetas de enorme trayectoria y que amaron Zamora como la ama este otro poeta y cantor de ahora llamado Luis Ramos.


 

En el apartado “Autoayuda/ autoamparo” Ezequías se nos muestra  vital y amigo  del Carpe diem, porque la vida es fugaz y hay que aprovechar el momento, el instante. 

Vete a coger este momento al vuelo.
Y a ser posible todos los momentos
de la vida.

Y en  “Vetavena social” con poemas de testimonio  se solidariza con aquellos que pierden:Refugiados, maltratadas…

La justicia tiene a veces cólicos menstruales.

La resignación los atropellos las pistolas…

No he dicho a nadie todavía

(ni a José Hierro ni a Manuel del Río)

que hay mucha gente a punto de llorar.

 

Finalmente un quinto apartado que da título al libro “Algo tendrá que ver el cine” Poemas con referencias cinematográficas y culturales.   “El volcán de la palma” escrito en romance (como si de una endecha se tratara, un canto de lamento canario, que viene de sus aborígenes), en el que evoca al conquistador Guillen Peraza. “Castillo de Gormaz” que me recuerda un poema de Anibal Nuñez , al menos en el título y algunos versos .“El Cartero y Pablo Neruda” poema escrito a modo de diálogo teatral.

Este libro nos trae recuerdos, sin nostalgia, es un libro  que impresiona, con algunos poemas que tocan los sentidos,  El tiempo y la vida  con su ayer, su ahora y su futuro incierto. En él nos invita a vivir el presente,  con la certeza de que todo acaba, pero con las ganas de renacer en cada presente de la vida y del amor por ella. En fin un libro-joya para leer y releer.

 


Ezequías  Blanco ha sido catedrático de Lengua y Literatura españolas en el Instituto de Secundaria Matemático Puig Adam hasta su jubilación y fundador y director durante 30 años de la revista de creación Literaria Cuadernos del Matemático, revista que dejó huella en todos sus lectores y en aquellos que nos dedicamos a escribir. Ezequías es autor de poesía y de prosa. Vive en Getafe (Madrid).

 

 

                           Manuel López Azorín

 

 

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