Apuleyo
Soto: Sonetos celestiales y terrenales
He
recibido de Apuleyo Soto Pajares
(Cozuelos de Fuentidueña, Segovia, 1942), su último poemario Sonetos
celestiales y terrenales (Ediciones Vitruvio,
Madrid, 2022) con un estupendo prólogo de Pedro Crespo Refoyo.
Apuleyo fue maestro, ya jubilado, es escritor, periodista. Casi 30
libros publicados: teatro, novela, viajes, literatura infantil, poesía…y
es Poeta.
Pienso esta palabra y me viene a la mente su nombre: Apuleyo.
Y me viene acompañado del rigor y de la seriedad al mismo tiempo que del humor,
la ironía, el juego… porque la poesía, aunque generalmente es más elegíaca que
hímnica, no está reñida con el divertimento y en eso este poeta que lo es
por clerecía, trovador, por juglaría o como goliardo es tremendamente singular.
Apuleyo Soto muestra una sonrisa noble sincera, como de niño grande y su voz, atrayente, te lleva al interior de su nobleza y su pasión por la literatura, que es toda incluyendo la poesía. La amabilidad la lleva impresa en su rostro y en su palabra, una palabra que además de cercana y amable es la palabra de un mago, de un ilusionista que nos hace ver lo que quiere que veamos. Su teatralidad es también mágica y cuando la emplea, su magnetismo nos acerca, con la palabra y el gesto, a otros universos. Sus libros de poemas son un despliegue de sabores y amores y los poemillas que escribe, con palabras sencillas, directas, a veces con rimas sorpresivas, son de canciones tradicionales, son los poemillas del juglar que lleva la música dentro de sí, los diferentes metros de forma pura o bien con variantes pero influenciados por estos y la rima y la música y la métrica.
Este amante de la palabra, del verso, merece la consideración de todos porque Apuleyo es sencillez, es seriedad y entretenimiento, es rigor y teatralidad y es palabra viva. Y además es un buen hombre, un buen amigo. Y por esta razón cada vez que recibo como regalo alguno de sus libros, me alegro mucho y lo leo con mucho interés no ya solo por amistad sino por su buen hacer poético y narrativo porque Apuleyo, además de buen poeta es un estupendo narrador, amigo de la naturaleza, andarín como Claudio Rodríguez, y cronista de las tierras segovianas,
Su libro Campos de sonetos en rama también publicado en la editorial de Pablo Méndez, Ediciones Vitruvio, era (y es), como bien decía su nota editorial, un magnifico elogio del campo, de la naturaleza, por la que este poeta siente verdadera pasión; pero también es una hermosa reflexión sobre el hombre y la poesía. Su voz, humana y personal, siempre es un canto de celebración, de amor a la vida y a la naturaleza. Lean este soneto XXXI donde nos dice:
Soy el escriba que
sentado advierte
el rojo grosellón de la
frambuesa
el sangriento miniado de
la fresa
y el estricto temblor
que da la muerte.
Cultivo, con urgencia,
cada suerte
como si fuera próxima la
huesa,
pues en cada pepita de
camuesa,
mi vida se desnuda, entrega
y vierte.
Día y noche acompañan
mis trabajos.
Tierra y cielo disputan
mis destajos.
No hay resquicio a la
holganza en este empeño.
Y por más que
escribiendo el tiempo apuro,
para alcanzar un hábitat
seguro,
sólo sé que es seguro lo
que sueño."
En su libro Estación
términi, en el poema Y ME LLEGÓ EL INVIERNO, además de recordarnos al
grandísimo Lope de Vega, poeta de culto para Apuleyo (y para muchos de nosotros
que damos en escribir poesía), nos advierte que la vida tiene invierno, su estación
final y lo sabemos.
“Esta escarcha de cristal
esparcido.
Esta nieve turgente como piel de la tierra.
Este hielo planchado y escurrido.
Esta lluvia que tanta vida encierra…
Esto es invierno —“quien lo probó lo sabe”—“
Pues ahora, en Sonetos celestiales y terrenales nos ofrece, principalmente, tres temáticas al margen de otras que el prologuista (nada más y nada menos que Pedro Crespo Refoyo. Zamorano, Licenciado por la Universidad de Salamanca y doctor en Filología Hispánica por la UNED. Profesor de Secundaria. Investigador y crítico literario. Medievalista, etnógrafo y folklorista), da en llamar de circunstancias. No es este un libro unitario sino que nos muestra el tema religioso en un apartado, el tema mitológico con los dioses grecorromanos Dionisio y Baco y la tematica de “metapoesía lúdica” es decir poemas, sonetos, en los que prima la ironía, lo burlesco, lo goliárdico.
A Apuleyo Soto, puede comprobarse, no le es ajena en poesía ni la métrica clásica ni la tradicional, ambas las maneja con soltura, con ritmo, con musicalidad y se mueve como pez en el agua por ellas, tanto en el soneto como en el romance o en cualquier otra estrofa. Domina todas. (Y cuando quiere, partiendo de estas estructuras ya clásicas, ya tradicionales, nos envía composiciones sorprendentes en ritmo, en rima y en medidas con los que Apuleyo gusta de juguetear, de darnos una palabra renovada y sorpresiva) Os dejo para acabar este soneto titulado
GUADARRAMA
Sentado frente al monte Guadarrama,
tinto la pluma en la azotea altiva
y le place a mi mente estar cautiva
de la arboleda verde que le enrrama.
Lanzo la vista lejos… y derrama
sus ojos cristalinos de ascua viva
por doquier la ginebra tan lasciva
que su potencia alcohólica proclama.
Lo contemplo absorbido un montón de horas
doradas, jubilosas, juvenales…
para nada del mundo adormidoras.
Y entonces, ¡oh placer!, todos mis males
desaparecen en los matorrales
por donde el agua se desplaza y llora.
Soneto
este por su composición, del más puro estilo clásico en cuanto a su estructura aunque
en el libro nos encontramos con una diversidad
de sonetos escritos como éste y otros, con serventesios, rimas alternas
y pareadas, monorrimas…y con gran dominio todos del ritmo, del endecasílabo… En
fin un libro para disfrutarlo y para demostrar que esta estrofa, el soneto,
continúa viva y en la altura que se merece.
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