ELEGÍA En recuerdo de Pepe Hierro
Cumpliría 101 años y sin embargo hace ya 21 que se nos fue un 21 de diciembre de 2002. Muchos años tuvimos de buena amistad, de colaboraciones juntos y de cenas, de tertulias. Pepe fue muy generoso conmigo, accedía a todo lo que le pedía que hiciera y lo hacía encantado. Reconozco que (y alguna vez se lo dije a él y
sonreía) que le exprimía como a un limón y es que Pepe aun
pareciendo un hombre serio, adusto, con esa cara de mogol que
asustaba a tantos, era como un membrillo, áspero por fuera pero
dulce por dentro y yo me aprovechaba de que a él le gustaba lo que
yo hacía, principalmente en cuanto a difusión de la poesía (en
cuanto a mi propia poesía, me escribió prólogos y presentó algunos de mis libros. Pero nunca le exprimí en ese aspecto, lo hizo porque se ofreció a hacerlo y yo, encantado) Le gustaba que le pidiera que presentara en las Tertulias de Autor a tal o cual poeta (aunque siempre me decía “vale voy pero no lo hago por ti eh!, lo hago para ir luego al tío conejero ( léase Mesón La Rueda, ya desaparecido”)
Y yo sonreía y le decía: Ya , ya sé que lo haces por eso, que te gusta el conejo al ajillo y el jamón y el queso y la ensalada. (Este era el
menú fijo para todos los que acudíamos a cenar y que al final
pagábamos a escote con excepción del poeta invitado)
El caso es que cuando fundé el
grupo Helicón él se prestó a ser
el padrino, y lo fue cuando ya el
grupo estaba asentado. Cuando
creé las Tertulias de Autor se me ofreció para diseñar la invitación y me preparó siete dibujos a elegir, además de venir como presentador o como simple oyente a muchas de ellas.
Y dos meses antes de concederle el Premio Cervantes habiamos acordado que viniera invitado por segunda vez a Tertulias de Autor para leer su libro Cuaderno de Nueva York. Al enterarme de que era Premio Cervantes, hable con él y le pregunté: ¿Pepe vas a venir a las Tertulias, sabes que el 18 (diez día antes le habian concedido el Premio) me respondió : "pues claro que voy a ir, ¿que has pensado que por ser Cervantes ya no iría a tu tertulia? estás tonto, señorito!"
Cuando puse en marcha el CEP (Centro de Estudios de la Poesía )
me dijo: “cuenta conmigo para lo que necesites” En el caso es que
cuando algunos poetas amigos me comentaban que anduviera con
ojo con Pepe Hierro, en primer lugar me sorprendía, después les
daba las gracias y pasaba página. ¿Cómo voy a andar con ojo con
quien me compra paquetes del tabaco que yo fumo, para
cuando el me pida tener y darle?
¿Y cómo voy a desconfiar de
quien le pide a su hija Marian que me sirva de Choferesa para ir y venir a Madrid a determinadas tertulias porque yo andaba con tratamiento de quimioterapia y no quería que fuera yo solo? Marián me recogia con su coche en casa, me llevaba donde yo quería ir y luego me traía de nuevo a casa y así dos años.
Yo creía conocer bien a Pepe y siempre he tratado con todo el mundo de guiarme por mi personal experiencia. Un mes o mes y medio antes de fallecer mientras le visitaba en el hospital Carlos III,
Durante las dos horas que estuve con él, hablábamos y habláblamos, como siempre, y mientras lo haciamos me preparó un dibujo en tamaño dina-4, diciéndome:
“cuando salga de aquí te haré un dibujo especial y más grande para
ti” No pudo ser.
Yo conocía bien a Pepe y
conmigo fue, lo diré siempre,
especialmente generoso
(aconsejándome, asesorándome,
animándome a relizar los
proyectos que tenía en mente...
De todos los poetas que he
conocido he aprendido y mucho; pero especialmente de Claudio, Antonio y Pepe) y eso no se olvida. Por eso los recuerdo siempre, Por eso escribí algunos poemas para ellos y por eso esta Elegía.
ELEGÍA
Yo tenía un amigo que se
llamaba amigo.
Yo tenía un amigo
del que me prevenían los
amigos.
Yo tenía un amigo y lo
acunaba.
Le vi pintar el último
dibujo, con ojos de agua,
entre las camas de los
hospitales,
aspirando el tomillo que
purifica el aire,
comiéndoselo a golpes de
hostia consagrada
por el gran sacerdote de
la leve esperanza.
Yo tenía un amigo.
Se marchó una mañana rumbo
al parque
de pichones nevados,
tiritando de frío.
Yo tenía un amigo
He clamado a la vida para
ver si regresa
y la vida, en silencio, me
ha ofrecido la noche,
la luna sarracena y la
vigilia
del último recuerdo,
del último dibujo,
de las palabras últimas
cuando, soñando juntos,
nos pusimos a hablar de
tantas cosas.
.
Yo tenía un amigo y lo
acunaba.
Olvidado de otoños, un
invierno,
se marchó hacia la casa
del olvido.
(Y yo, aún lo recuerdo.)
Manuel
López Azorín
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