martes, 30 de marzo de 2010

JUAN LUIS MORA: La muerte en vida, la mosca en el espejo y otros silencios


Foto: Juan Luis Mora


Foto: Juan Luis Mora, a la guitarra, con su hermano el cantautor Rafa Mora

Juan Luis Mora me envió, en enero, un libro La muerte en vida, la mosca en el espejo y otros silencios, que se ha "auto-publicado", en la Colección Aguademar, de Bubok, ya sabéis, ese portal de internet donde toda aquella persona que sienta interés en publicar, puede hacerlo. Todo es cuestión de ponerse en contacto con Bubok y, supongo que llegar a un acuerdo por ambas partes, aunque el portal, por lo que he visto, habla de publicar gratis.(Como desconozco los trámites no aventuraré nada y lo mejor es informarse directamente.)

Juan Luis Mora escribe poesía, cuentos, canciones… (no podía ser de otro modo siendo hermano de uno de mis músicos cantautores favoritos, también pedagogo y poeta: Rafa Mora quien junto, al músico, cantautor, Moncho Otero, también poeta y arquitecto, andan mostrando en múltiples salas, bares, Centros culturales, etc. su espectáculo Bérbole, donde con poemas musicados de poetas conocidos, reconocidos y desconocidos. Con mucho amor y con buen humor difunden su música y, principalmente, la poesía de estos poetas. Algo elogiable) El anterior libro de "Juanlu" (así es como le llaman los amigos) que también podéis encontrar en esta página: http://juanlu.bubok.com se titula La luz sin sombras, una poesía intimista que continúa con este segundo libro de título más largo y poemas más cortos (lo digo porque en éste nos ofrece haikus, en su concepción métrica de 5-7-5 sílabas y, también, en algunos casos, en la concepción orientalista de, a través de la contemplación de la naturaleza, llevarnos en una línea recta (y lo diré con palabras de mi amigo el profesor, crítico, ensayista y poeta Jaime Siles): del ser de una cosa a aquello que nos convierte en un pensar. El haiku no es poesía de pensamiento. (Los haikus de Machado y Juan Ramón Jiménez no son mero exotismo sino poesía alta) nunca se objetiva en un concepto sino que se prolonga en una reverberante sensación. Un poeta de pensamiento como Jaime Siles que nos define, con pensamiento, la sensación del haiku.

La muerte en vida, la mosca en el espejo y otros silencios
es un libro reflexivo y como tal (además de algunos haikus sensitivos: 1) El infinito / es lugar de reposo / para la luz. 2) Hay luna nueva / a veces lo invisible / es lo más bello), la mayoría de estas composiciones, además de lo dicho antes, reflexiona sobre el paso del tiempo y sobre la muerte: Son de otro tiempo / estos brazos de arena / que me sostienen. O Es nuestra muerte / el fruto de esta vida / de flor de tiempo. Temas – dice su contraportada – obsesivos y recurrentes para el autor. Pero también tienen cabida en el libro la exposición de determinadas posturas y opiniones ante la religión, la naturaleza y el ser humano. Y es que estos doscientos poemas nos encontramos también con composiciones de pensamiento: No llores más / las raíces sin sombra / no ven el sol, (¿Os acordáis de Tagore?) de preocupación existencial: Este destino / deshoja margaritas / de inciertos pétalos, así como social, de amor, desamor…

Don Antonio Machado, maestro poeta del pensamiento, que tan bien conocía el bordón (que es el final de la seguidilla compuesta y que consta como el haiku, de tres versos de 5-7-5 sílabas, generalmente con rima asonante) y tan conocedor de la Soleá o Soledad (una estrofa muy nuestra, muy del sur, aunque Augusto Ferrán, su inventor, el gran amigo de Bécquer, fuera madrileño, y que expresa y expone una sentencia como ninguna otra, en un poema de tres versos octosílabos con rima asonante en el primero y el tercero, quedando el segundo libre de rima y si no me creen, lean esta del poeta sevillano Rafael Montesinos que dice: Lo de Dios ni dios lo entiende, / al par que nos da la vida / le pone fecha a la muerte) seguramente se preguntaría: si el haiku es la expresión de una sensación que nos convierte en un pensar, ¿Será la soleá el propio pensar? Y escribiría este haiku: La cigüeña absorta, / sobre su nido de ramas, / mirando la tarde roja. Y escribiría esta soleá a modo de haiku: ¡Y esos niños en hilera / llevando el sol de la tarde / en sus velitas de cera!... En fin como muy bien dijo Don Antonio Machado: Caminante no hay camino / se hace camino al andar. Menos optimista que el siempre pensativo Don Antonio Machado, nos dice Juan Luis Mora: Vamos abriendo caminos / que se cierran / a nuestro paso.

Y uno de estos caminos es este invento de internet, que tanto temen las editoriales porque les hace pensar que puede dañar sus interese por un lado y, por otro, pensar también en la escasa calidad de lo que se publique, pero ¿Quién es capaz de erigirse en juez para enjuiciar calidad? Si Rilke (o Claudio) no quiso ser juez (o crítico) nunca (con todos mis respetos para los críticos) ¿Porqué no dejar que los lectores sean los que decidan? Ellos sabrán lo que les "toca", lo que les "llega" , lo que quieren elegir para leer y releer. Claro, los editores lo que realmente temen, al menos las que se dedican a cobrar al autor por publicar, distribuir mal y decir siempre que es buena la calidad del libro que, previo pago, publican… es que sus "ingresos" se vean mermados por culpa de la Red. No deja de tener su aquel ¿No?. Aunque no creo yo que este sea el mayor problema de los editores, el gran problema se les viene encima pero con el libro electrónico (e-book). Ellos lo saben y andan con el miedo en el cuerpo, ese es el gran problema ahora para los editores, creo yo, y no el hecho de auto-publicarse algunos a través de la Red.

Esto de auto-publicarse, al autor le permite, al tiempo que autor, ser su propio distribuidor a través de la Red y mostrarse en todas partes con su obra, ¿buena, mala, regular? (desde luego este libro que acabo de leer me demuestra buena labor técnica, conocimiento de lo que maneja, que es el lenguaje, y, además,buenos relámpagos de luz en unas estrofas minimalistas que, a veces, se llenan de honda reflexión, a veces de emoción y otras de belleza) Decía, con relación a la obra de cualquiera que sea buena, mala o regular, es otro cantar que yo no voy a tratar aquí; pero lo que sí quiero decir es: por una parte a cualquiera que publique de este modo o del tradicional, me parece a mí que tiene los mismos inconvenientes, es decir: cuando un libro vale, cuando sus poemas se leen e interesan a (no diré a todos) determinados lectores, ese libro, entonces, merece la pena haberse escrito. Pero sucede también que hay libros que merecen la pena y casi nadie los lee y esto, a veces, es por mala distribución (en internet puede suceder igual: uno se puede mostrar a todo el mundo, pero no todo el mundo le encuentra a uno.) Lo cual quiere decir que por un lado y por otro siempre anda pendiente la cosa de que se conozca o no al autor y por supuesto su libro o libros. Si no es así ya sea en editorial o a través de internet, el autor y sobre todo el libro andarán con un alto grado de invisibilidad para los lectores. Puede suceder que, como nos dice Juan Luis Mora: Hay soledades / que mueren en la orilla / de mares quietos o bien pueda suceder que: En tres segundos/ este haiku viajero / se globaliza.

La gran ventaja, de ser cierto lo de publicar gratis a través de un portal, es que el pobre y, seguramente, primerizo autor se ahorra unos cuantos euros. La desventaja, para algunos editores, de ser cierto lo anterior, repito, es que éstos, que publican y además cobran lo suyo, posiblemente, pueden perder y mucho.
¿Y qué quedará de todo esto? Pues me imagino que: 1) los buenos editores seguirán trabajando, como siempre, con libro de papel, con libro electrónico o como sea. 2) Los autores que publiquen en cualquier portal dependerán, como siempre, de la calidad de su libro. Y 3) todo seguirá más o menos igual y es que como dice Juan Luis Mora en una de sus composiciones (él las llama así, se nota que la música le rodea y, también, el hecho de dedicarse a crear canciones): No queda tiempo / para cuando lo asumas / será pasado. ¿En qué momento/ se me llenó el pasado / de incertidumbres? Y es que: Desconocemos/ el color de los sueños / pero insistimos. No es malo insistir: Buscar la estrella/ que brilla entre las luces / de las ciudades. Ya sabemos que: El ser humano / viaja del egoísmo / a las cenizas. Pero hay que reír, amigos, y amanecer inesperadamente / enamorado porque: Al sonreír / el suelo se desploma/ y surge el vuelo. Por lo tanto este otro haiku de Juan Luis Mora) biene muy bien: No hay vida fácil / sentido del humor / no ha de faltarnos.


Termino diciendo que ni la ilusión debe faltarnos, amigos, porque un hombre que no se ilusione por nada vive-muerto y , así, nunca podrá atrapar a la luna en los charcos de agua para escribir un poema, tal y como hace este muchacho que es músico, autor de letras de canciones y poeta.

domingo, 28 de marzo de 2010

FRANCISCO RICO, con Rosa Lentini: Mil años de poesía europea




Por Reyes recibí, entre otros, el regalo de un libro de Francisco Rico con la colaboración de una alumna suya, Rosa Lentini, titulado Mil años de poesía europea (Editorial Planeta) A Francisco Rico lo sigo desde los años ochenta a través de la Historia y crítica de la Literatura Española, una obra de consulta y de estudio importante, creo yo, como importante me parece a mí que será la Historia de la Literatura Española, nueve volúmenes que, coordinados por José Carlos Mainer, acaba de lanzar Crítica (Barcelona) con el volumen sexto, titulado Modernidad y nacionalismo 1909-1939, (cuya autoría es del propio coordinador José Carlos Mainer) otro erudito filólogo, catedrático de Historia de la Literatura en la Universidad de Zaragoza, que casi todos conocemos, entre otras muchas cosas, por aquel ensayo titulado La edad de plata 1902-1939 que se publicó mediados los años 70.

De Francisco Rico, ya en los noventa, consulté a menudo los tres tomos de su La poesía española, antología comentada , donde colaboraron José Mª Micó (a quien tengo mucho aprecio) Miguel Requena y Guillermo Serés, que se publicó en Círculo de Lectores, una memoria de mil años de poesía española donde nos decía: he procurado recoger en la tradición española los versos que más veces han corrido de poeta en poeta, los que han sido objeto de comentarios más memorables, los que se releen más que se leen (precisamente para eso está hecha la poesía), los que los buenos catadores más a menudo recuerdan… Una antología que reeditada hace poco en Backlist, de Planeta, donde ha añadido poemas y poetas, ha suprimido alguno y ha dedicado páginas a la poesía española contemporánea, dicen que con significativas ausencias y sorprendentes presencias, deteniéndose en los poetas nacidos en 1960.

En Mil años de poesía europea, comienza, en el preámbulo, diciéndonos Francisco Rico que: Esta antología va dirigida a quienes no son lectores habituales de poesía. Quienes sí lo somos, aun conociendo parte de lo recogido aquí, aunque tengamos más facilidad para acceder al resto no conocido, lo digo con sinceridad, nos resulta francamente útil, de manera que no es por enmendar la plana, y mucho menos yo, a tan reconocido filólogo como es Francisco Rico; pero, supongo que al igual que yo, habrá muchos más a los que, siendo lectores habituales, nos viene muy bien esta obra del Catedrático de Literatura de la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro de la Real Academia Española, entre otras muchas cosas conocidas de muchos, obra que ha contado con la colaboración de Rosa Lentini, nos acerca ahora para tener a mano, al igual que en la obra anterior, la poesía europea más conocida, más leída y más re-leída. Tener a mano un libro como éste, donde, de un plumazo, puedes consultar lo más re-conocido de la poesía europea, a mi me parece que nos facilita el acceso a determinados poetas que, en algunas ocasiones, al menos yo, re-visito para recordar su poesía. Y como final, interesante y curioso, diez traducciones de un poema de Baudelaire: "L´albatros" donde encuentro la traducción de Rosa Lentini, buena amiga de mi amigo Enrique Villagrasa, y la de mi querido y admirado amigo, con quien tantos buenos momentos he compartido, Luis Alberto de Cuenca, entre otros. Obra recomendable, pero no sólo para los lectores no habituales, obra recomendable para todos, amigos.

jueves, 25 de marzo de 2010

JORGE DE ARCO: La casa que habitaste



Jorge DE Arco ha publicado un nuevo poemario: La casa que habitaste, Ediciones Rialp (Adonais). Jorge es Profesor universitario de Literatura Española , Licenciado en Filología Alemana, traductor, crítico y director de la revista de poesía Piedra de Molino. Juglar de Fontiveros desde el año 2005, ha recibido los Premios: Fray Luis de León. Santa Teresa de Jesús, Vicente Aleixandre, Andalucía y ahora, con este libro, el Premio San Juan de la Cruz.

En La casa que habitaste, regresa el sujeto lírico a lo que fuera suyo a través de la memoria. Pisa nuevamente un tiempo sucedido vencido por el tiempo y la distancia y se asoman la culpa y el olvido en un vacío de música callada que ahoga la lágrima y la ausencia en la desnuda ebriedad / del corazón. Recorre las habitaciones de esta casa de la memoria donde habita el olvido, por más que el canto de lo perdido pretenda revivirlo, y se agolpa la tristeza en sus cimientos porque hay luto en las estaciones de la vida y sueños que sueñan superar la derrota de fantasmas y cenizas.

Este intimista poeta nos muestra aquí un poemario maduro y hondo donde la melancolía, el miedo al desamor, el sentimiento de culpa y el amor en unitivo abrazo con la memoria, riqueza de lenguaje y emoción a través de eso que yo llamo, en poesía, mirar hacia adelante sin dejar de beber de las fuentes o hacer de la memoria, la poética y la personal, el patrio territorio del poeta y de su soledad, expresada aquí, bajo el íntimo clamor doliente del recuerdo. Y es que nada duele tanto como la soledad de la nada, de la ausencia El aire de otro tiempo duerme asido al ayer. Haber vivido, aferrarse al pasado, no devuelve; tan sólo rememora un tiempo extinto. El fugaz paraíso que anida en el recuerdo, no preserva del tiempo de la melancolía.

Azar y salvación es hoy el sueño del fugaz paraíso de la infancia. Ahora / sumidos en el vértigo silente de la edad, la fe se esculpe sobre lo que queda por soñar para evitar la ausencia, para abrazarse al canto y al gozo bendecido de la carne. Porque "En un rincón de carne cabe un hombre" y sabe (bien lo supo Miguel Hernández) a muerte la boca y la resina del tiempo sucedido. La infancia y sus almenas se han quedado en la cuna de los sueños. Guardamos poco más que la limosna / de los recuerdos. Todo es ausencia, en la memoria, en el ayer, y roba con su muerte el añil más remoto de los ojos. Pero aún somos y latimos y respiramos. Hay,…en los ojos la lumbre de volver a empezar. Una luz sedienta que quiere rescatar lo sucedido, traerlo nuevamente, al tiempo que se sabe camina latiendo no ya en la casa que se habitó, la suya, sino en la casa del olvido sin remedio.

Porque empezar no es regresar para volver a vivir el pasado. Y de aquel tiempo de amor queda el vacío el duelo de ser hombre y ser condena, y queda el fantasmal hechizo de (la) ausencia vestida con el luto impenitente/ de los días futuros. Cuando la vida lucha entre el mañana y el ayer, no vive ahora ni puede escucharse al pájaro del alba que rompe la canción del tiempo y entona el nuevo día. Las losas negras del olvido hacen que la madrugada sea ancha como un río. Carmelo Guillén Acosta, actual director de Adonais ha dicho de él: Este libro trata sobre la memoria y está asentado en el amor reflejando en él una parte de su propio mundo, con un lenguaje muy cuidado y vivo En el libro están: Pablo Neruda, Miguel Hernández, San Juan de la Cruz o José Hierro.
Gonzalo Santorja
, que formaba parte del jurado del Premio dijo
que: La casa que habitaste es un libro sanjuanista y contiene muchísima emoción y verdad y también un ritmo muy cauto que a veces se disimula pero que al final de los poemas golpea como un aldabón.


El humo del tiempo desvanece el recuerdo. La casa, aunque no quiera el sujeto lírico, con esas luchas de ganancias y pérdidas dejará en el umbral Como un reflejo / de lo que somos, todo aquello que es tiempo sucedido, , sin retorno. La casa, cada día, se habitará de nuevo con la sombra y la luz, con sol en las ventanas. Aunque de vez en vez, resuenen las pisadas del pasado porque vivir es eso, acumular los sueños del sueño de la vida, el eco que no ofrece rescate ni devuelve ya nada que no sea un espejismo. La casa que habitaste, ahora, esa casa más suya que de nadie, debe ser un clamor de luz esperando, sin dolor ni derrota ni melancolía ni nostalgia, el destello de vida, este momento, este hoy, este siempre todavía. La casa que habitaste debe dejar de ser la sombra, para abrazar la luz, de un tiempo que ya no ha de volver aunque resuene siempre en los sombríos huecos/ del corazón.

A veces la memoria es una casa

por habitar, un ámbito

oscuro, al que se accede

a través de un postigo que carece de llave,

pero que se resiste

a ser abierto. Empujas

inútilmente. Un llanto

te llega desde el fondo

de las habitaciones desoladas,

y no hay nadie allá dentro, nadie vivo.

Nadie vive en sus largos corredores,

en sus salas de muebles polvorientos,

y sin embargo, queda

el eco lastimado

de unas pisadas que no cesan nunca

de resonar en los sombríos huecos

del corazón.

Jorge De Arco

miércoles, 24 de marzo de 2010

MIGUEL DELIBES: Como una jacilla






El 12 de marzo de 2010, a los 89 años, murió Miguel Delibes. Los medios de comunicación nos trajeron la noticia al tiempo que le dedicaban páginas, programas y documentales, en el caso de medios radiofónicos o audiovisuales, y semblanzas de su vida y su obra. El Maestro Miguel Delibes, aunque ya lo hiciera a partir de El hereje (1998), ha dejado de escribir, ya para siempre, con esa grandeza de la difícil sencillez que ha caracterizado su obra y que hizo que este vallisoletano defendiera, y rescatara, el lenguaje rural y urbano de Castilla en unas historias donde la naturaleza, la infancia, el compromiso con el prójimo (como él solía decir) y la muerte eran temas recurrentes que el Maestro Delibes nos presentaba siempre con realismo (se ha llegado a decir que incluso a veces con realismo mágico aunque yo prefiero llamarlo realismo lírico), con naturalidad, con la inocencia de la ternura de la infancia y, sobretodo, con un telón de fondo de humanísima justicia natural mientras nos ofrecía una serie de personajes, con tanta precisión, que han quedado para la historia de la literatura (quién no recuerda a el Mochuelo y el Tiñoso de El camino, a el Nini de Las ratas o a Paco el bajo o a Azarías y su Milana bonita de Los santos inocentes

Si escribir es comunicarse con otro, como también solía decir Miguel Delibes, él se ha comunicado, y bien, con ese otro que le ha supuesto ser enormemente leído, seguido, admirado, traducido a más de 30 idiomas y que le ha reportado, a lo largo de su obra, los más grandes reconocimientos y premios. Nada de esto le hizo cambiar. Miguel Delibes continuó con su vida de provincia, voluntariamente, en su Valladolid natal realizo caricaturas, dirigió El Norte de Castilla, un ministro de la etapa franquista (Leguineche recuerda el El País del 13 de marzo, pág-47, un telegrama del ministro diciéndole: "Miguel me estás jodiendo el experimento…") quiso que no contara en su periódico la triste realidad de la vida castellana, le censuraron pero no sucumbió porque si no pudo hacerlo en el periódico, con la literatura nos narró, como nadie, la vida, rural y urbana, de Castilla.


Sedano fue el refugio, donde el amor primero (y único) y su recuerdo luego, Señora de rojo sobre fondo gris,(1991), dejaron su huella para siempre. Apasionado de la caza solía decir que él era un cazador que escribía, conocedor del mundo rural como nadie, supo plasmar en su obra, con sus magníficos personajes, la vida de éstos y también la de los culpables de esa vida. Los santos inocentes, da cuenta de ello y también El camino, Las ratas, El disputado voto del señor Cayo… En definitiva el Maestro Miguel Delibes, escribió sobre la relación del hombre con su comunidad y con su entorno como ha dicho Elsa Fernández Santos (El País, 13/3/2010 pág-47) Igualmente dice que al recibo de carta o libros, Miguel Delibes
siempre devolvía cualquier atención con una nota escrita a mano. Yo doy fe de ello porque es cierto.

En 1987 yo escribí un poema sobre y para Miguel Delibes. Se lo envié a su casa de la calle Dos de mayo en Valladolid. Respondió a mi envío. Más tarde, cuando este poema se publicó, sería 1989, en una revista bilbaína, volví a enviarle el poema, esta vez impreso en ella. Volvió a responder. Y, finalmente, cuando se publicó este poema en mi libro Azul de los afectos, una recopilación de poemas dedicados, escritos entre 1980 y 2000, le envié el libro donde incluí su poema y, a los pocos días, recibí una nota, escrita a mano, como las anteriores, llena, como siempre también, de calidez y de agradecimiento, por el poema y por la palabra que le simbolizaba a él y a su obra: jacilla. (Una jacilla es la huella que deja algo en la tierra sobre la que ha estado algún tiempo.) El Maestro Miguel Delibes ha estado sobre la tierra 89 años y se ha grabado de tal modo con su obra, sencilla, clara, transparente, recuperadora de lenguaje… que podemos ver su huella, como la de una jacilla.

Juan Carlos Mainer nos cuenta en El País del 13 de marzo, pág-49, que el periodista Cesar Alonso de los Ríos que era entonces (1971 cuando se realizó la entrevista)) redactor de Triunfo, se refirió con cierta petulancia al "costado ideológico endeble" de Delibes: el catolicismo, el patriotismo moderadamente crítico, la tradición ruralista. Lo pensábamos muchos entonces…Luego nos dice Mainer: pero ahora veía otras cosas y albergaba el firme deseo de entenderlas. Y se aplicó con denuedo a conseguirlo. Termina haciendo una muy breve pero excelente recensión de su obra. Libros como Cinco horas con Mario (1966), La primavera de Praga (1968), Parábola de un náufrago (1969), Un año de mi vida,(1972), El príncipe destronado (1973), Las guerras de nuestros antepasados (1975), El disputado voto del señor Cayo (1978) y Los santos inocentes (1981) para terminar diciéndonos que: con todos estos libros, fallidos o excelentes, varias generaciones de españoles tenemos contraída una deuda político-moral que sólo se salda con su relectura.

Pues releamos la obra del Maestro Miguel Delibes. Mientras tanto os "cuelgo" aquí, aquel poema que escribí sobre y para él en 1987 y que titulé:

COMO UNA JACILLA

Para Miguel Delibes

Es defensor a ultranza del lenguaje

en esta árida tierra que es Castilla.

Desde el Pisuerga siembra su semilla,

recrea con la pluma su paisaje.

Le gusta la provincia, el paisanaje,

describe su costumbre más sencilla.

Es algo semejante a una jacilla

se ha grabado en la tierra su equipaje.

Equipaje que lleva la palabra

y refleja la vida cotidiana

de lo urbano y rural a lo que escribe.

Con su prosa, Delibes siembra, labra

el páramo y la estepa castellana

y en sus libros el pueblo se revive.

Del libro: Azul de los afectos

jueves, 18 de marzo de 2010

RAFAEL ALBERTI: Prosa II. Memorias. Edición de Robert Marrast.



Recibí de la editorial Seix Barral el tomo Rafael Alberti:
Prosa II. Edición de Robert Marrast. Este tomo forma parte de las Obras completas, dirigidas por Pere Gimferrer publicadas por Seix Barral y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y, creo que también, con la colaboración de la Fundación Rafael Alberti.


He vuelto a pasear por La arboleda perdida, y hacía un tiempo que no paseaba, y he recordado aquel otoño de 1999 cuando la arboleda de Alberti se quedó definitivamente desnuda de hojas nuevas para siempre:

Los escritores y artistas que escriben sus memorias – nos dice Robert Marrast en el prólogo – o su autobiografía suelen empezar su redacción

cuando llega el otoño o el invierno de su vida. (…) Por su parte, Rafael Alberti empezó a redactar sus memorias en más temprana edad
(…) Tenía 36 años, a fines de 1938 o principios de 1939, es decir, en los últimos momentos de la guerra civil, y en Madrid. Generalmente suele tardarse unos años en redactarlas (como mucho pongamos que cinco) pero Rafael Alberti, en esto, también se distinguió. Así nos dejó escrito: Recupero el hilo de mi Arboleda perdida, nunca olvidada, con este quinto libro de memorias, cincuenta y seis años después de haber comenzado aquel primero…Esto lo escribió en 1995. En 1997 se publicó. Que yo conozca no ha habido ningún otro que haya prolongado tanto sus Memorias, tal vez porque nadie más ha tenido una arboleda, renovándose cada primavera, como la que tuvo este aventurero surrealista que escribió Sobre los ángeles.

He vuelto a recordar, también, porque se incluyen en este tomo con el título de Capítulos no incluidos de La arboleda perdida (pág-815), los artículos que publicaba El País sobre esta arboleda de la memoria del poeta del Puerto de Santa María. En este tomo II, se incluye, además de los cinco libros sobre La arboleda perdida, un prólogo titulado De la arboleda perdida a las arboledas perdidas: Historial y metamorfosis de un libro de memorias. Otro apartado titulado Visitas a Picasso (Recuerdos para la Arboleda perdida) un apartado de Notas y variantes donde, entre otras, se da cuenta de las omisiones habidas en anteriores ediciones, un apartado de Apéndices y otro final de Índice onomástico. Un total de 1276 páginas para una edición, me parece a mí, definitiva de este nuestro Marinero en tierra, tradicional y vanguardista, profuso, prolífico, proteico, que pintó la vida con los colores verde y blanco de su tierra y el rojo del fuego, del sueño, de la libertad.

En este tiempo que me ha llevado la relectura de este Tomo: Prosa II. Memorias, he vuelto también a recordar diferentes libros:El alba del alhelí, Cal y canto, Entre el clavel y la espada, Poeta en la calle, Abierto a todas horas, A la pintura y, sobre todo, he vuelto a recordar un libro que a mi me parece esencial de Rafael Alberti: Retorno de lo vivo lejano. Tanto que lo he leído una vez más.

No lo he dicho pero lo diré: estas obras completas dirigidas por Pere Gimferrer constan de Poesía I y Poesía III en edición de mi amigo y lector, como me dice, el profesor, poeta, crítico y ensayista Jaime Siles, un buen poeta y un gran conocedor de la poesía. El tomo Poesía II está a cargo, así como los tomos Prosa I y Prosa II. Memorias, de Robert Marrast. Poesía IV, en edición de José María Balcells y los tomos Teatro I y Teatro II, en edición de Eladio Mateos.

Decía que con este tomo, que forma parte de las Obras completas de Rafael Alberti, he disfrutado he recordado y me ha hecho volver a su poesía de nuevo y he recordado, también, que este exiliado, un día, al principio de los años 70, le escribió al poeta sevillano Rafael Montesinos diciéndole: algún día volveré con alas. Rafael Montesinos me mostraba la carta de su paisano y tocayo Rafael Alberti, hace ya muchos años, y yo, entonces, me puse a escribir un poema sobre este español-argentino-romano-universal, partiendo de esas palabras : algún día volveré con alas. Y así fue, vino volando, desde Roma, y se quedó ya con nosotros para siempre. Y yo le escribí aquel poema, un –Romancillo para Rafael Alberti - que casi estaba escrito mediados los años noventa pero que concluí, con unos hexasílabos más, cuando nos falleció: Con el mar se abraza (…) Volvió a la bahía / de la mar en calma (…) Sus versos de espuma, / como espuma blanca,/ besarán la arena / de todas las playas / y el aire, en el pliegue / de todas las páginas / de todos los mares, / llevará palabras: / alma, versos, coplas, / coplas, versos, alma… / roja, verde y blanca, / Rafael. (El romancillo completo lo podéis ver en otra entada, con etiqueta Rafael Alberti, de este blog)

Yo, por mi natural inclinación hacia la poesía os recomiendo los tomos I y III de estas Obras completas en edición de Jaime Siles, pero, también, por su calidad lírica, la poesía que incluye y lo que tiene de documento histórico este tomo Prosas II. Memorias, os aseguro que resulta de lo más atractivo dedicarle un tiempo (el tomo es considerable) y leerlo o hacer de nuevo, como yo he hecho, una relectura de estas Arboledas perdidas, de Rafael Alberti en edición de este profesor emérito de la Universidad de Burdeos, que también ejerció en la Sorbona la Universidad de Rennes y la nueva Sorbona o Paris III. El hispanista Robert Marrast.

 

martes, 16 de marzo de 2010

SALOMÉ ORTEGA: El frío que me vela


Portada del libro de Salomé Ortega: El frío que me vela

Foto, de izquierda a derecha: Luis García Montero, Ramón Pernas, Salomé Ortega, Pepe Viyuela, Manuel López Azorín y el editor Basilio Rodríguez Cañada.

Empezaré diciendo que las palabras de Salome Ortega, a mí me parece que se nos muestran como albahaca y flores azules/ de romero, Palabras que nos llegan porque antes se han producido instantes de alegría y de temor, de desconcierto y de certeza, de esperanza y de duda, en definitiva: breves momentos de vida.: ¿Y si me muero ahora? /¿alcanzarán la luz los pájaros / antes que mi alma?

Tanto en su prosa lírica como en su poesía nos ofrece todo un mundo de sensaciones, desde la niñez y la adolescencia hasta la madurez y todo ello desde el recuerdo, desde el sentimiento de pérdida impreso en la memoria del adulto.

En este nuevo libro, El frío que me vela (Sial-Fugger Poesía) que presentamos en Ámbito Cultural, el salón de El Corte Inglés sito en la 7ª planta de su centro de la calle Serrano el 12 de enero pasado, con la intervención de Ramón Pernas como Director de Ámbito Cultural y las presentaciones de Luis García Montero, Pepe Viyuela y quien esto escribe, Salome Ortega nos ofrece versos vinculados a la naturaleza, al amor, a la muerte. Metafísica con versos de contemplación, de humanas inquietudes, iluminadores, oscuros… y siempre con el intento de atrapar, en la página escrita, ese instante que fue, que es o que tal vez sea por la vida y el tiempo, por la naturaleza y por el sueño.

Leer a Salome Ortega es llenarse de una luz distinta al tiempo que de siempre porque su voz es singularmente plural. Nombrar con amor el mundo, los pensamientos, los sentimientos, darles vida a través de las palabras, como atesorando saberes de filosofía oriental al tiempo que, también, esa filosofía senequista que simboliza al pueblo.

Antonio Sánchez Trigueros, de la Universidad de Granada, dice de la prosa de Salomé que "es como volver a las raíces de la poesía, a las bases de la escritura, a la aurora de la belleza del lenguaje". El eco de los recuerdos dulces, tristes, siempre con enorme ternura, siempre con la luminosa sencillez, de la claridad, de las vivencias más nuestras, más cotidianas, anda vivo por las páginas escritas de Salomé Ortega

En este poemario Salomé nos presenta el otoño como un suspiro del tiempo donde "la firmeza del viento", que es como un lamento, y "el hechizo de un reloj" se llevan las hojas y las horas; pero no sus recuerdos, mientras tiembla la luz a la sombra del granado y en "las caracolas de los naufragios". Tengo frío, / me cubren la noche /y las rosas. -Nos dice- Siente frío, desespera de la indecisa veleta que "gira sin norte" y se arropa con la noche y con las rosas mientras rememora: Las hojas de la parra /tienen un gesto vencido./ Las uvas y la sangre /resucitan en el vino Como símbolo de vencido cansancio nos presenta a la vid y, a su fruto, como una resurrección que nos circula en las venas tras beber el vino de la consagración de la vida.

Nos muestra la vida como la luz de un sol antiguo, como el "oro envejecido" del tiempo. Como un ciervo que patea la hojarasca que termina en el río, que va a morir al mar

Es un crepúsculo de lamentos, un atardecer de luces vencidas que, sin embargo, colorean, como la lluvia, las hojas, el barro, la esperanza, aunque parezca, mientras la sombra lo envuelve todo, un cuchillo quebrado que salpica, con su rojizo reflejo de fruto de zarzal y acabamiento. Llegada la sombra de la noche oscura, sólo unos ojos "como gotas de lluvia" (de amor) alumbran las farolas de su oscuridad.

El otoño de la vida le muestra su vencida tristeza y el temor de las horas se agranda: Para vencerlo, deja abierta la ventana para escuchar el canto del agua mientras escucha su corazón que presiente la llegada del invierno. Mi ventana está abierta/ El rumor del río /Mueve mi corazón

Para soñar la primavera: el pico de un mirlo "escapado entre las nubes" y el aroma del lauro. Y entre todos los sueños una luz que es destello, brisa del abanico de los versos, "mirada viola/ de la poesía", acequia rumorosa de cantos y árbol de frutos verde-bronce que le trae la plenitud de la aurora, cuando el alba se sonroja junto a la luz del sol.

Y sueña, sueña Salomé, sueña que la mañana "ya es una flor en el cielo" y que el invierno acaba y anuncia que "viene la luz de rosa", los "pájaros sonoros", que hierve la vida nuevamente y "se riza la brisa" "como un revoloteo" de sueños azules para no ver la nieve del frío invierno de la vida

Pero la luna anuncia el blanco vendaval y esta lucha, intenta traer de nuevo: aromas de albahaca, de romero. Trae un puñado de versos, instantes de vida frente a la nieve fría que ofrece el espejismo de las estrellas, de las flores de almendro y, sin embargo, una vez en sus brazos es lo mismo que el páramo, la fría soledad, lo inexistente y el olvido. La tarde de oro desaparece /Por entre los suaves rosas del horizonte/ Como yo, / Por lo eterno me iré.

La memoria, mientras pasa la vida, renace como fénix de las cenizas del tiempo y atesora y muestra, hecha ya literatura, la vida que fue, la que es y la que no. Rumor y mito por el agua del tiempo que nos canta la canción de la vida. Salomé Ortega nos muestra, en versos que son como relámpagos de luz, todo lo que en ella vive. O como dice Emilio Ruiz Barrachina en el prólogo: Sencillez y poesía directa vuelven a tejer los versos de este poemario que destila color, otoño, melancolía… Tiempo, en definitiva, impreso en la vida del sujeto lírico y del libro.

Antonio Colinas ha dicho de ella que "deshaciendo el verso al uso, huyendo tanto de la medida como de lo versicular (…) busca un nuevo cauce para su palabra y lo logra".

Salomé Ortega ofrece una escritura refrescante, como la contemplación de un amanecer junto al murmullo del agua, que pasa y canta, cuando la luz comienza a adueñarse ya en lo que ella cree el atardecer de su vida y se convierte en un cromático cuadro pintado con los colores de la memoria que es, siempre para mí, como la poesía, el intento de atrapar instantes en la alacena del tiempo, para convertirlos en momentos mitificados e imperecederos.

-La poesía es la sal de la ola /que estalla en la luz

Salomé posee un lenguaje transparente, un lenguaje que se mueve entre lo onírico y lo real, es sugerente, de gran claridad y sencillez emocional y capta las sensaciones de tal modo que su escritura se convierte en un lenguaje rico en el concepto y en la forma. Sus metáforas, sus símbolos, sus paralelismos, su reflexiva sencillez, parece sacada de un cuento que entremezclase la realidad con el deseo de transformarla en otra realidad, ya surrealista, ya irracional, ya onírica, para convertirla en verdad nuevamente por la página impresa.

-Las estrellas. /las miro temblar/ un día seré una de ellas.

Salome es como una montaña de sueños puestos al servicio de la memoria para atrapar instantes de ayer, de hoy o de mañana y, re-creándolos con su imaginación, con su visión de las cosas, dejarlos en la cumbre por el suelo y el cielo de los sentidos.

-Anhelo el lugar de la Gran Luz /Estar y no dejar de Ser.

Entrar en los textos de Salomé es como acercarse a Granada, a su vega, subir al Albaicín y sentir las raíces prendidas entre los encalados de las casas que preservan su llanto y su risa fundida. Llegar hasta la Alhambra y contemplar la Alcazaba, defendiendo, de todo lo externo, su interior, ir por los palacios Nazaríes para vivir de nuevo un tiempo ya extinto, pero presente en el aire mientras los recorremos. Es pasear, por los jardines del Generalife, escuchando el sonido del agua, que es vida, sintiendo el aroma que perfuma la memoria, la vida de nuevo, y regresar a la sierra madrileña, a El Soto donde se respiran las esperanzas y las dudas, las alegrías y los temores: La luna se mueve /en el vendaval de la noche, /huye, viene la nieve.

Aunque… por el tiempo del tiempo que nos mece, como mece la luna en el cielo azul de las noches crecientes, Salomé sabe con certeza que tocará su fin un día cuando llegue la nieve del invierno. -Te hablo desde el sueño / Invisible de la luz /Donde retorna el río de la vida.

Mientras tanto, por la página escrita, la vida ya, literatura impresa, alarga la memoria, alarga el tiempo y el "frío del olvido" (el frío que vela a Salomé) se desvanece y se transforma en otra vida, en otro tiempo ya sin tiempo, con la palabra escrita.

Manuel López Azorín

viernes, 12 de marzo de 2010

RAFAEL SANTOS BARBA: Siempre



Foto:Rafael Santos Barba, primero por la izquierda, y Manuel López Azorín, junto a dos participantes más, en un acto de fomento a la lectura en 1998-99.
Foto de la portada del libro: Siempre

Me envió Rafael Santos Barba su nuevo libro, Siempre, que ha sido publicado por Poesía Hiperión en la Colección Ajonjolí. Siempre es su primer libro dirigido a los niños. Rafael Santos Barba nació en Madrid en 1968, es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid. Siempre es un libro dividido en cuatro apartados, un libro que en su conjunto ofrece tono unitario dentro de sus diferencias al tiempo que emplea la diversidad formal mezclando recursos de la poesía tradicional oral y escrita y, también, de la poesía vanguardista que se produjo en el primer cuarto de siglo del pasado XX, principalmente con el ultraismo que este altruista (de la poesía) llamado Gerado Diego practicó.

En el primer apartado o sección: "A Campo traviesa" nos muestra el poeta la naturaleza con poemas al campo: Si camino sin prisa / y escucho atento / puedo sentir que el campo / canta en silencio. Con poemas a la lluvia: Plic, ploc, plic. / Las gotas gotas van de puntillas. / Las gotas hacen cosquillas, / a la la hierba que dormía. Poemas a las abejas: Las abejas van. / Zumban, / rezumban, / rezan y se alejan. O poemas al viento: ¡Rápido, más rápido! / Yo me voy corriendo / ¡Rápido, más rápido! / me persigue el viento.

En su segundo apartado titulado "Cosas que pasan" nos muestra situaciones o motivos cercanos al niño como el poema "Teléfono": (Clic.) / -¿Dígame? ¿Quién es? / (Cero, uno, dos, tres.),O el hermosol "Libros antiguos" : Nubes de polvo / al abrir libros viejos, / pájaros invisibles del tiempo,

En el tercero "Viajes lunares" , encontramos poemas que nos hablan de la luna. Como "Trabaluna": Sonámbula luna. / Luna carambola. / Caramelo luna. / Luna caracola. Poemas como "Columpio" : Juega la luna / en el cielo sin nubes. / (Se baja, / me sube.) o poemas como "Escondite": Detrás de la luna / te has escondido./ Por eso la miro, / la miro,la miro.

Y, finalmente, en la sección cuarta titulada "La puerta de la poesía", consta de un solo poema que nos muestra a ésta y sus múltiples caras: Esta es la puerta / de la poesía, / que abre de noche / y abre de día. (…) Esta es la puerta / por la que miran / niños que juegan / con retahílas. (…) Esta es la puerta / por la que entran / chicos con versos / en sus carpetas. (…) Esta es la puerta /de una aventura/ que es para todos : / también la tuya.

Como poeta ha recibido diferentes premios y ha publicado dos poemarios: Papeles viejos de mañana al anochecer (UNATE- Caja Cantabria, 1995) y Figuras complementarias del corazón (Ayuntamiento de La Laguna, 1999). Ha sido también coautor de una edición didáctica de La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas
y adversidades (Barcelona, 1999) y ha colaborado en otra de La Regenta de "Clarín" (Barcelona,2006).

Ha escrito sobre poesía para niños en la revista "Lazarillo" de la Asociación de Amigos del Libro Infantil y Juvenil y ha formado parte del comité editorial de los primeros títulos de la colección "Alba y Mayo Color" de Ediciones de la Torre.

También ha realizado, como ponente, cursos de animación a la lectura impartidos a profesores y ha intervenido en foros como Horizontes: una invitación a la lectura de poesía y Poesía en la literatura infantil y juvenil Recuerdo haber participado con Rafael Santos Barba, a invitación suya, en alguno de estos foros hacia 1998 o 1999, aunque no se bien la fecha sí el lugar: la librería Crisol de la calle Galileo, esquina con Islas Filipinas, en Madrid.
Esta es la puerta / de una aventura / que es para todos:/ tambien es tuya

Claudio Rodríguez me decía que la vida (y la poesía entre otras cosas, también) es leyenda y es aventura y, en este libro, Rafael Santos Barba inicia la aventura de la magia en el mundo infantil, y lo hace con léxico apropiado, recurrente, repetitivo, propio de las canciones infantiles. Claridad y sencillez en la palabra y en la rima. Poemas con un ritmo adecuado para abrazarlos nemotécnicamente debido a su musicalidad. En definitiva Siempre, tal como reza el eslogan de Ajonjolí "Poesía para niños de todas las edades" como este poema que abre y da título a este libro:

Siempre

Hay en el cielo siempre

un pájaro volando.

Y si no,

se escucha la alegría

de su canto.

Y si no,

el silencio nos habla

de los pájaros.

Hay en el cielo siempre

un pájaro volando.


 

sábado, 6 de marzo de 2010

JULIO SANTIAGO: Azul y azul



 

Me envió Julio Santiago su nuevo libro Azul y azul (Cuadernos del laberinto nº 8, Madrid, 2009) hace ya unos meses y, por motivos imponderables, no he podido leerlo hasta ahora. Azul y azul lo presentó Julio Santiago en el Café Libertad y lo hizo coincidir con la exposición que ilustra este nuevo libro en ese mismo local de Madrid que, para muchos de nosotros, es el Templo de la música de autor, de la poesía y de las artes en general pues su larga trayectoria ya, de más de treinta años de amparar la creatividad, de proteger las ideas, de buscar para todos y con todos la libertad de expresión, le han hecho conocido no sólo en Madrid sino en toda España.

Azul y azul es un libro en el que, Julio Santiago, ha mezclado, mejor, fundido, dos procesos creativos con la pintura y la palabra. Con la palabra sigue y persigue enhebrando ese hilo delgado de versos monosílabos o bisílabos a lo sumo para tratar de mostrarnos su personal cosmovisión en la esencialidad del verso: Pinto / para/ que/ veas/ lo/ que/ ocurre/ bajo/ mi/ piel. Y pinta Julio su universo particular, en este libro, con la palabra, y como pintor, con el color azul, un color que le sirve para hablarnos del cuerpo y de las experiencias relacionadas con él,

Carlos Delgado Mayordomo nos dice sobre este libro que es: La síntesis y compenetración de las formas, la consecuente unidad orgánica y, en definitiva, la ambigüedad que define tentativamente el universo hedonista y pansexual del pintor. Pero el recurso que agudiza en su obra el filo del misterio es ese azul múltiple que funde los cuerpos, fluye entre sus orificios y se derrama en el espacio cincurdante.
No/ es/ el / color /definido… /Azul / es / el / latido. Lo que viene a corroborar mi idea de un Julio Santiago poeta y pintor que se mueve por emociones y afectos a la hora de usar color o bolígrafo.

Dos apartados que forman un solo conjunto en este libro: Azul poético y azul pictórico. Si azul poético nos ofrece con la palabra la percepción onírica y real de su mundo, con sus sensaciones, sus afectos, su deseo y su realidad a través de una extrema delgadez versicular, poemática, a la búsqueda, siempre de lo más esencial, con azul pictórico y, a través del color azul sobre la blancura del lienzo, sin dueño, deshabitado, en un horizonte de figuras o de abstracciones donde nos ofrece no sólo la lógica de lo aparentemente figurativo sino la abstracta emoción de lo soñado o irracional o metafórico.

Dualismo ensamblado, fundido, con-fundido, palabras y cuerpos en el color azul que abraza el fulgor, la luz del blanco, de lo impoluto y en azul palabra que se abraza a la luz del sueño y de la libertad del hombre y del amor, motor que mueve al hombre, "como amo y señor de voluntades"...

para ofrecernos este Azul y Azul.

jueves, 4 de marzo de 2010

JOSE MARÍA GONZÁLEZ ORTEGA: Detrás de las palabras



Detrás de las palabras. Postguerra y Transición en la poesía de Ciudad Real, es una antología publicada por Almud Ediciones de Castilla la Mancha en su colección Biblioteca Añil Literatura. Una antología realizado por el poeta José María González Ortega (Incluido también en esta antología como un poeta más de esta hornada de poetas vivos de Ciudad Real.)

Detrás de las palabras nos presenta a catorce poetas que tienen un nexo común: ser manchegos de la provincia de Ciudad Real (aclaro una excepción: Felix Grande. Pero aclaro también que llegó a Tomelloso con apenas dos o tres años y como a José Hierro, que nació en Madrid, le sucedió con Santander, a Felix, sin renegar de Extremadura, su tierra de nacimiento, se siente de Tomelloso, y por tanto manchego también, del mismo modo que si hubiera, como su amigo el poeta Eladio Cabañero, nacido en la Mancha.

Poetas vivos, decía, conforman esta antología que José María González Ortega ha elaborado, con la generosidad y la pasión que le caracteriza al tiempo que con la admiración que siente y manifiesta por todos los seleccionados. Cada poeta tiene su introducción y, en cada una de ellas, podemos sentir esa admiración. También, de su amor por la poesía en general y su pasión por la tierra. Tras leerla coincido con Matías Barchino en que no es una antología al uso, ni académica, ni filológica, sino una antología personal en la que, González Ortega nos ofrece su personal visión al presentarnos a cada poeta de manera tan singular que, a través de ella, comprobamos lo dicho antes: una gran generosidad unida a la admiración que el antólogo siente por todos y cada uno de los poetas que aquí aparecen.

Una aclaración: como toda antología, supongo que habrá estado sujeta a condicionantes (ya económicos, de paginación, etc.) Me consta que González Ortega habría, de haber podido, ampliado el número de poetas a incluir; pero, por las razones supuesta anteriormente, no habrá sido posible.

En Detrás de las palabras, a través de los poemas que seleccionaron los propios poetas y de la introducción que José María González Ortega hace de cada uno de los poetas incluidos, con la excepción del propio antólogo que como introducción nos ofrece un texto de Jorge Luis Borges a modo de poética, se puede disfrutar de una antología no al uso.

Se echa en falta a un poeta, vivo, como todos los que la conforman. Al parecer, según he oído, estando ya la edición en galeradas más o menos Dionisio Cañas optó por pedir que los poemas que había seleccionado para la ocasión no se publicasen. Es decir, se autoexcluyó. ¿Las razones? No las sabemos, al menos los lectores, pero insisto: es una pena que Dionisio Cañas poeta no se encuentre aquí representado con la poesía apocaliptica, punzante y expresiva, de su libro El fin de las razas felices (de Cañas, guardo un gratísimo recuerdo por su estupenda edición crítica, en los años ochenta, del Libro de las alucinaciones de José Hierro editada por Cátedra) haya preferido no estar en esta antología donde podemos conocer un poco mejor a estos poetas de Ciudad Real.

Poetas como: José Corredor Matheos, manchego afincado en Barcelona (donde yo lo conocí) al que nos presenta el antólogo como una voz esencial, poeta que, en su último libro, El don de la ignorancia parece hacer suyo ese anónimo proverbio chino que dice: Conocer nuestra ignorancia es la mejor parte del conocimiento.
Nicolás del Hierro que nos lo muestra como "el alma de las cosas" y comparto con el antólogo esa opinión pues Nicolás es un poeta con alma y, me parece a mi, que está muy bien incluirle aquí. De Félix Grande destaca la lucidez, humanidad y desventura que restalla en sus versos y honra al maestro y se honra a sí mismo al poder incluirle en esta antología. Con Miguel Galanes se hace eco de "Los sueños que perdimos", como título de la introducción y nos dice que, este poeta, conquista campos abiertos y arenas movedizas. Un "sensista", añado yo, francotirador y cada vez más él que nunca con su poesía de los sentidos y de las emociones. De Teo Serna dice que las palabras le bastan y es que, seguramente, a este poeta le gustan las palabras porque, como yo, piensa que son "armas que defienden la vida". Y de Pedro A. González Moreno dice que, además de "hermano en la poesía" es "el fulgor en las cenizas" es decir, la luz que enciende, que alumbra, que redime el tiempo y que hace de la memoria, añado yo, "materia de los sueños". El propio antólogo, que ya seleccionó y coordino la antología Ciudad Real: Poesía última en 1983 y la 2º edición, corregida y aumentada en 1984, que inauguró la Biblioteca de Autores Manchegos creada por la Diputación de Ciudad Real. Institución que ha colaborado económicamente en la publicación, ahora, de esta Antología editada por Almud Ediciones. En cuanto a su labor poética José María González Ortega, publico sus primeros libros La voz de las raíces y Hacia la luz en 1979, Testimonio del ansia en 1998 y Hablar con el silencio en 2009. Un poeta lúcido, de humana voz y generosa y sincera palabra.

Cito sólo a estos siete poetas por mayor conocimiento, personal y de su obra por mi parte; pero animo a los lectores a leerlos a todos ya que me parece que todos cada uno de ellos, con sus diferentes voces, son merecedores de estar en esta antología. Una vez más, como en casi todas las antologías, sucede que "son todos los que están, pero seguro que no están todos los que son" Esto es algo normal y no hay que darle más vueltas. Sólo resta ya animar a la lectura de todos y cada uno de los poetas incluidos en Detrás de las palabras.