Valentín Martín: Vermut y leche de teta
Valentín Martín (Santa Inés, Galisancho, Salamanca) publicó este diciembre pasado el libro de crónicas y/o relatos Vermut y leche de teta. (Lastura, Ocaña. Toledo, 2017) con prólogo del que fuera profesor de Historia hasta su jubilación y poeta siempre, aunque comenzara a publicar tarde, Francisco Caro.
Y de este magnífico prólogo (de alguien que, por otra parte no gusta especialmente de ellos y que, como yo, ha decidido no escribir ninguno más), quiero traer aquí este fragmento:

"Aquel que fuera niño mimado de Manuel Alcántara, aquel viajero junto a Di Stéfano a Moscú cuando entrenaba al Madrid (Di Stéfano, no Valentín) o comía en bares vallecanos lentejas viudas con el obispo Alberto, el Iniesta obrero –Dios lo abrace–, aquel juornaliste que se bebió la vida sin perderse en las llagas de la sed, aún no se consiente el reposo.
Y porque sabe de lo corrupto del aire no renovado, aventa ahora estas crónicas de la trajinería madrileña trufadas de recuerdos, estas que tienes, lector, en las manos. Ni siquiera Noé en su arca florida reunió a tantos animales de telón y escena. Ni siquiera el bíblico galpón fue tan divertido y vario como estos repertorios de novicia y yogurt, tan aparentemente deslavazados, tan certeramente tramados. Tan sugerentes, tan imposibles de abandonar.
Los episodios que Valentín Martín trae en su bandeja de folios tienen la forma y los colores de un arco iris retorcido por el sobresalto. Y son, a más de una baraja de ilusionista en donde siempre aparece la carta diana, un fusil que dispara inteligencia y misericordia.
Hay en ellos tanta ternura a tientas como agudezas provocadoras. ¿Es posible reunir –me pregunto– a Usain Bolt, Heráclito, Jorge Semprúm en Buchenwald con las señoritas a domicilio visitadoras de Avon? ¿Todos en un mismo texto y lograr que la columna funcione como una cariátide adolescente? Sí, me contesto rotundo, sí, si su Fidias es Valentín Martín. Porque así es la vida, lo mestizo y caudal.”

Fragmento que, en mi opinión, sirve para no escribir ya más sobre este libro de crónicas de Valentín Martin puesto que Francisco Caro ha hecho un trabajo impecable y difícil de superar sobre este periodista, ensayista, poeta que es Valentín Martín, pero me lo he pasado tan bien con su lectura (he reído, me he emocionado, cabreado, asombrado, sorprendido...), que he decidido arriesgarme a escribir sobre este libro y Valentín Martín que es, según nos dice la portada de Vermut y leche de teta: “ un mirón de secano.”


Yo confieso que conozco a Valentín desde no hace mucho tiempo y todavía no he leído ningún libro suyo de poemas, sí algún que otro poema suelto en las redes. Tampoco suelo reseñar narrativa en este blog, aunque lo hago en algunas ocasiones cuando me sorprende el autor como es este caso.



Hay ya tan pocas cosas que lo hagan… Algunas,
como Lastura (Isabel y Lidia) que han reído y llorado al
leer a Valentín y le han publicado y Caro que le ha escrito su último prólogo
con el afecto del asombro, la perplejidad y la admiración por el hombre que
narra con humor y con amor y de tal modo que no hay nadie que lo haga como él y
es que Valentín Martín es único
(creo que ya lo he dicho, pero lo
repito): Vermut y leche de teta es un libro diferente porque Valentín Martín es único escribiendo. Y si no os lo creéis id a comprarlo, leedlo y luego me decís.
3 comentarios:
Cómo me alegro que coincidamos, Manuel, en el gozo divertido que supone la prosa de Valentín. uno no puede dejar de leerlo. Gracias por recomendarlo.
Francisco Caro: cómo no coincidir. Tú conoces bien a Valentín y yo pienso que su gran capacidad para confeccionar un hermosisimo plato de "Literatura fusión" (producto por otra parte de sus años de profesional ademas de don natural) hacen que degustemos y disfrutemos con este periodista-cocinero de muchas estrellas literarias. Que aproveche! Abrazo
Es uno de los libros que más me han hecho reflexionar, reir, emocionarme y sentirme parte de esa "generación de hierro" que ya con los setenta a cuestas nos contamos los nietos, las canas y las singladuras. Suerte de tener estos "cabezas de lista" para testificar con su literatura tantas cosas de ayer, de hoy, de la vida. Abrazos.
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